CAPÍTULO 20

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Capítulo 20

Cole Jenkins

Trabajar en el restaurante me gustaba. Había empezado a hacerlo desde los dieciséis años, siendo ayudante de mi abuela. Algunas veces, llegaba a colarme en la gran cocina para ayudar a mi tío Henry a cocinar algo hasta que mi abuela me encontrara. Justo como hoy, que antes de irme, me había escabullido para hornear unas galletas para regalarle a Judie.

Mi abuela había abierto el restaurante desde mucho antes de que yo naciera. Era basado en los 80's. El suelo de cuadros negros y blancos, colores brillosos por todos lados, y una máquina vieja de música llamada Jukebox.

Después de haber dejado a Judie en las residencias, sin nada de compañía, conducía de vuelta a casa por las calles iluminadas solamente por las farolas de las aceras. Una de las canciones que había escuchado con Judie aquella vez era lo único que sonaba. La canción era la misma que me había dicho que era una de sus favoritas, la había estado escuchando una y otra vez, tratando de encontrarle algún significado.

Al entrar a casa, busqué a mi abuela, ella estaba sentada en el sofá frente al televisor.

—Cole, llegaste.

—Pensé que estarías dormida. —admití, dejando mi mochila en el perchero junto a la puerta.

—Quise esperar a que llegaras. Y como ya lo hiciste, ahora me puedo ir a dormir. Buenas noches, pequeñín.

—Buenas noches, abuela.

Apagó el televisor para después levantarse del sofá y dirigirse a su habitación. Se detuvo a medio camino y se volvió hacia mí.

—Oh, se me olvidaba, dejé un poco de ensalada en la cocina por si quieres cenar un poco.

—Gracias, abuela, tengo mucha hambre.

—Ahora sí, a dormir.

Esta vez, siguió su camino hacia su habitación sin detenerse. Antes de que yo fuera a la mía, me pasé por la cocina a comer un plato de ensalada. Ya en mi habitación me puse mi pijama, el cual solo consistía de unos pantalones de algodón y una camiseta. Y mientras me paseaba por ella en busca de algo que hacer, mi vista se detuvo en la caja sobre mi escritorio. No la había movido de allí.

¿Han sentido ese miedo de ver, escuchar o contar algo qué no lo han hecho en mucho tiempo porque saben que hacerlo puede llegar a doler? Así me sentiría hace algunos años si abriera esta caja. Pero ahora no.

Tomé entre mis manos la caja con seguridad y me dirigí a mi cama, me senté en ella lentamente. Antes de que abriera la caja, decidí agregar algo al ambiente: música. Y al recordar a la dueña de la otra pulsera que estaba en mi mano, tomé mi móvil y reproduje su artista favorito. Más concretamente, la canción que escuchaba en el coche antes de llegar.

Ahora sí abrí la cajita. Lo primero que vi fueron las fotos mías de bebé. Duré un buen rato viendo aquellas fotos donde podía verme crecer, después de pasar la última foto mía, la cara de mi mamá apareció en la siguiente. Admiré cada una de las fotos. No sentí tristeza. Ya no la sentía cuando la recordaba. La extrañaba, pero ya no dolía como antes. Recordarla ya no era triste, antes lo era por qué solo podía verla enferma. Ahora, recordarla era algo lindo, porque ahora veía todo lo demás. Veía los momentos buenos envés de los malos.

Así que, al ver una foto de ella, sonreí.

Las siguientes cosas fueron, algunas fotos de mí junto a los que, en ese momento, eran mis amigos, Judie entre ellos. En la fotografía que sostenía entre mis manos, yo me encontraba en el centro de todos mis amigos, a un lado mío, Darla y Anthony permanecían con una sonrisa enorme dejando ver los dientes superiores. Al otro lado, estaban Olivia y Judie; la primera con una sonrisa idéntica a la de los dos mencionados anteriormente, pero Judie no. Sí sonreía, pero no era amplia ni alegre como la de los demás; solo esbozaba una fina línea curvada hacia arriba en sus labios.

Dejé la foto con las otras y seguí mirando el interior de la caja por un buen rato. Lo recuerdos de hace años venían a mi mente con cada fotografía.

Estaba ya casi por las últimas fotografías de la caja cuando la música paró de repente y mi móvil empezó a sonar. Contesté enseguida dejando las fotografías a un lado.

—Hola, hola. —la voz de Judie sonó al otro lado del móvil— Adivina qué.

—Hola. ¿Pasó algo?

—Oh, no, no es nada malo. Bueno, Lisa se ha comido la mitad de las galletas. Yo le he dicho que sí quería una porque sabía que yo sola no me las iba a comer todas ero al final ha tomado cinco.

—Prepararemos otras luego.

—Bueno, ¿qué estabas haciendo? —cambió de tema.

—Mmm... nada interesante. —digo con tono divertido.

—Mmm... pues haces que suene interesante. —dijo con el mismo tono.

Solté una risa antes de volver a hablar.

—Estaba viendo algunas fotografías de cuando era pequeño.

—Uy, yo necesito ver fotos tuyas de pequeño.

—También en algunas estás tú.

Esta vez, no recibí respuesta por su parte. Volví a hablar para llenar el silencio que se había formado.

—También están Olivia, Darla y Anthony.

Otro silencio.

—¿Sabes? Recordé la vez que estábamos en clase de música y nos tuvimos qué tocar una canción. Darla y Olivia fueron las que cantaron, y tú tratabas de esconderte detrás de mí mientras tocabas la flauta. Estabas roja de la vergüenza. —traté de bromear para que ella dijera algo pero no funcionó— ¿Judie? ¿Ya te has dormido?

—¿Eh? No, no. Aquí estoy, aún estoy despierta.

—Menos mal.

—Bueno, espero que me muestres esas fotografías tuyas de bebé. —soltó una risita nerviosa.

—Me llevaré algunas para mostrártelas. —le aseguré.

Después de una hora más hablando, colgamos la llamada porque Judie ya se estaba quedando dormida. Yo duré un buen rato más viendo fotografías mientras separaba algunas para llevárselas a Judie.

Cuando al fin me recosté en mi camapara dormir, no puede evitar quedarme un rato más hasta dormir, mirando lasestrellas que ahora brillaban en mi techo. 

Reencontrados Para Siempre [BORRADOR]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora