CAPÍTULO 27

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Capítulo 27

Judie Brooks

Me encontraba en la sección de romance, ojeando un libro que su portada se me había hecho bonita. No sabía qué hora era, pero podía suponer que ya casi era la hora de salida del trabajo.

Dejé el libro en su sitio y caminé hasta el final de la estantería. Antes de que pudiera dar la vuelta para llegar a la otra, choqué contra un cuerpo, soltando un chillido, asustada.

Alcé mi cabeza, aun pegada al cuerpo, para mirar a la persona con la que había chocado.

Y la sonrisa de Cole fue lo primero que vi.

—Cuidado, ojos miel.

—¡Me asustaste!

Di unos pasos hacia atrás.

—¿Qué hora es? —pregunté, aunque estaba casi segura de que hora era.

—Ocho con cinco.

—Lo siento, ¡es que he encontrado unos libros con portadas muy bonitas, mira!

Me di la vuelta para volver a entrar al pasillo donde estaba antes de haberme chocado con él. Tomé el libro de portada bonita que anteriormente yo había mirado y se lo mostré, entusiasmada.

—¿A qué es bonito? —pregunté con una sonrisa.

—Muy bonito. ¿Has escuchado hablar de él? —inquirió, hablando del libro.

—No, pero seguramente es bueno.

—¿Supones que es bueno por la portada? —ladeó la cabeza con curiosidad.

—Sí.

—¿Y el dicho "No juzgues un libro por su portada?

—Ese dicho no cuenta para los libros.

—Qué ironía. —rió.

Volví a dejar el libro en su lugar.

—¿Nos vamos?

Él asintió y caminamos hasta la caja. Tomé mis cosas que estaban detrás de ella. Excepto mi móvil, esta vez, había tenido más cuidado y lo había llevado en los bolsillos de mis pantalones todo el rato. Me colgué en el hombro mi bolsita con una frase de una canción de Harry, fui a un la pequeña oficina de Sarah para despedirme y volví junto a Cole, quien se había quedado a un costado de la puerta.

Él se separó de la pared.

—¿Te apetece caminar un rato?

—¿Qué? —pregunté confundida y a la vez perpleja al caer en cuenta de la que estaba insinuando.

—Hoy regresaremos a las residencias caminando, justo como me dijiste ayer.

—¡Oh, sííí! —chillé como una niña pequeña, con entusiasmo.

Él solo me miró y agrandó más su sonrisa haciendo que sus ojos marrones se enchicaran un poco y haciendo ver unos pequeños hoyuelos a los lados de su boca.

Y me di cuenta unos segundos después de que lo estaba mirando. Mirando cada detalle de su rosto. Mirándolo de una manera diferente.

Aparté mi vista rápidamente, incomoda. Y puedo jurar que me sonrojé de vergüenza.

Si es que Cole se dio cuenta, no lo demostró. Simplemente volvió a hablar, con su voz tranquila.

—¿Por qué tanta emoción por caminar? —cuestionó mientras abría la puerta con una mano y dejando un espacio para que yo pudiera pasar.

Pasé por la puerta para salir.

Sentí una oleada de viento frio chocando contra mi cuerpo, dándome escalofríos. Y me arrepentí no de haberme traído la chaqueta. A pesar del viento de la noche anterior, en la mañana había decidido no llevarla porque había empezado a hacer un poco de calor; y pensé que si llegara a enfriar un poco, mi sudadera que llevaba puesta me sería suficiente para que no me diera frío. Y sí había enfriado, pero no un poco, si no bastante.

Me giré para mira a Cole, que iba saliendo por donde yo antes lo había hecho. Él solo llevaba su chaqueta de mezclilla puesta, y abajo una camiseta negra y pantalones del mismo color. No parecía que él tuviera frío.

También tenía que admitir que era un poco friolenta. Y también que con el más mínimo de frío lograba darme un resfriado.

Intenté entrar en calor cruzándome de brazos y evitar temblar.

—Porque es un poco... ¿lindo? —respondí—. Bueno, cuando no hay sol y no hace un calor infernal.

—Lindo —repitió, mientras empezaba a caminar del lado de la calle, dejándome en el centro de la acera—. Yo diría que es algo relajante. —añadió.

—¿Relajante?

—Sí, como tú dices, cuando no hay sol ni calor infernal. Pero ahora, de noche, el cielo lleno de estrellas —alzó su mirada al cielo dejando de prestar atención por donde caminaba—, solo nosotros dos y con el aire fresco, eso sí es relajante, ¿no lo crees?

—Viéndolo de esa manera y omitiendo la parte donde me congelo de frío y me empieza a faltar el aire cuando me empieza a cansar, sí.

Y me arrepentía de haber dicho eso.

—¿Tienes frío? —preguntó, deteniendo su andar y me miró. No me dejó contestar porque el volvió a hablar —. Toma.

Él se quitó su chaqueta con velocidad y me la extendió. No la tomé, solo me le quedé mirando, en medio de la acera, con las personas pasando a un lado de nosotros. No quería su chaqueta, tan solo el recuerdo de aquel gesto algo infantil de hace unos años me daba miedo. Porque no olvidaba aquel cosquilleo en el estómago, ni cuando hace unos minutos me había quedado embobada viendo su rostro. Todo eso, los sentimientos, las miradas, las sonrisas tontas que hago cada inconscientemente que hago cada vez que hablamos por el móvil, el apodo... Era algo nuevo. No lo había sentido antes. Ni con él ni con nadie. Y eso me asustó.

¿Por qué? ¿Qué significaba?

Había leído tantos libros de romance, de cómo los personajes se iban enamorando entre sí. Y todo aquello que sentía, me recordaba a esas historias.

Y no lo quería. No quería esos sentimientos. O mejor dicho: no quería que él despertara esos sentimientos. Porque, yo no quería que me gustara Cole. Estos meses habíamos vuelto a tener la amistad que tanto me gustaba hace unos años. Y una parte de mí sabía que no llegaríamos a ser algo más que amigos. Que él nunca volvería a mírame con algo más. Y sabía, que si me dejaba llevar por estos sentimientos, podría perder su amistad. Y no quería perder su amistad.

Así que, volví a la realidad después de lo que para mí me pareció una larga eternidad aunque solo hubieran pasado unos segundos. Aun miraba la chaqueta en la mano de Cole.

—¿Pero tú no tienes frío? —fue lo único que se me ocurrió decir.

Él seguía mirándome con tranquilidad.

—No, tranquila.

—¿Pero cómo no vas a tener frío?

—Tengo un poco, pero es soportable —admitió al final—. En cambio, tú, pareces que estas apunto de congelarte. Anda póntelo.

—Cole...

Creo que él logró ver la resistencia en mi expresión.

—Bien, entonces yo te lo pondré.

Y antes de que yo lograra reaccionar, Cole me colocaba su chaqueta de mezclilla sobre mis hombros con delicadeza.

Él mantenía una suave sonrisa de lado en su rostro.

—¿Mejor?

Asentí lentamente sin aun poder decir nada.

—Bien. Sigamos nuestro camino.

Volvió a caminar y yo lo seguí. 

Reencontrados Para Siempre [BORRADOR]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora