En el trayecto del aula de las clases a la puerta de salida del instituto donde siempre nos esperábamos Ivy y yo, mis pensamientos avanzaban a más velocidad que mis pasos. Pero todos se detuvieron cuando vieron a la chica rubia parada en la puerta. ¿Me estaba esperando a mi?
- Hey. - saludó con una de esas sonrisas que hacen resaltar sus hoyuelos, aunque una zona del labio lo tenía sutilmente tapado con una tirita.
- ¿Cómo te encuentras? - pregunté sin saber muy buen cómo transcurriría la conversación.
- Creo que hacía tiempo que no me sentía tan bien. - dijo mientras tomaba mi mano para apartarnos de la salida y dejar pasar a la gente.- tenías razón en todo lo que dijiste, he sido una estúpida, y claramente necesitaba una amiga que me dijera la verdad en la cara.
- No te digas estúpida. - le reproché con sutileza.- Además, yo... bueno, no fueron las formas y quería disculparme.
- Pues ya sé cómo puedes disculparte por eso. - habló emocionada mientras tiraba de mi brazo haciéndole caminar junto a ella. - hay un sitio en el que a veces me evado, un lugar en el que me encuentro a mi misma y donde la seguridad infranqueable me invade. - la escuché atentamente.- Galia Saralegui, ¿vendrías esta noche a una fiesta conmigo? - Preguntó mientras sus lindos ojitos me miraban expectantes.
- Si me lo preguntas así te diría si a todos, hasta al matrimonio. - Comenté con una sonrisa y ella se rió divertida.
- En ese caso, como es viernes y mi madre irá a trabajar a un bar, ¿quieres venir a mi casa y nos arreglamos all?- Lo cierto es que a su madre no le caía muy bien, las pocas veces que me había visto no había sido especialmente simpática conmigo.
- Bien, siempre y cuando no le digas a tu madre que has metido al diablo en casa. - bromeé.
- Igual también lo meto en mi cama. - Esa respuesta me quedó congelada, a lo largo del tiempo Ivy se iba soltando más conmigo, incluso atreviéndose a lanzarme bromas de ese tipo, pero aun no me acostumbraba a ellas, siempre reaccionaba impactada porque una parte de mi soñaba con que dijera esas cosas de verdad.
- Voy a casa a por mis cosas entonces, ahora te veo.- respondí dejando un beso en su frente y huyendo de allí.
No mucho tiempo después nos encontrábamos ambas en la sencilla habitación de la rubia, su cama tenía cojines de un color verde fuerte, y sus paredes estaban demasiado vacías a comparación de las mias de mi cuarto.
Ambas comíamos la pizza que habíamos encargado mientras estábamos tumbadas en su cama, con su mejilla apoyada en mi hombro y una episodio de los 100 de fondo.
- No supero lo muchísimo que amo a Octavia. - Comenté viendo a la morena salir en la pantalla.
- Normal, es icónica. Aunque yo a quien rezo es a Lexa. - Comentó mordiendo tranquilamente un trozo de pizza dejando un trozo de maíz en la cara, con una pequeña risa quité el maíz de su mejilla y me lo tomé.
- ¿Prefieres a Lexa antes que a Bellamy?
- Claro que si, además le gustan las rubias, no como a ti. - Bromeó mientras terminaba su trozo de pizza y se levantaba de la cama como si nada.
- ¿Quién te ha dicho que no me gustan? - Cuestioné tomando su cintura con mis brazos para que volviera a donde estaba. - La primera chica con la que me acosté fue rubia.
- ¿Puedo preguntarte algo? - Comentó la más bajita mientras se colocaba justo enfrente de mi.
- Claro, dime. - Le respondí mientras tomaba su mano esperando expectante lo que me preguntaría.
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Sosteniendo tu mirada
Teen FictionGalia Saralegui se vio obligada a asistir a una escuela en la que claramente no encajaba. Se había resignado a que la ignoraran, por eso le sorprendió que aquella bonita niña le hablara. Pronto, se dieron cuenta de que a pesar de que aparentemente...