20. El ángel que llora

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Lo preocupa un poco no haber visto a Bam por ningún lado. Encontró algunos nidos en determinados lugares, por lo que puede asumir que en efecto, su perro pasó por al menos ciertas locaciones en común. Más allá de eso, no hay rastro. Lo alivia es que siendo inmune y en caso de que algún animal lo atacara, no le pasaría nada. En el sentido de que no lo vería como un infectado por ahí-. Tan solo un cadáver.

Cosa que no se topó y agradece que haya sido así.

Tiene confianza en que Bam está bien, solo algo lejos. Se pregunta que estuvo persiguiendo en específico como para irse tan lejos. Espera que no haya salido de Chuncheon.

Aparte de buenos lugares en cuanto a equipo médico, mecánico y otras cosas del estilo, no hubo nada más interesante. Piensa pedir que el tren se estacione cerca de esos lugares para poder transportarlo más fácilmente. Quizá cumplir con la fantasía existencial de Namjoon queriendo hacer funcionar las placas de energía solar.

Están nuevas y usualmente duran veinticinco años. Más que suficiente para el tiempo que vaya a tardar la evacuación. Al llegar saluda a todos quienes hacen lo mismo, sin fijarse en el pequeño ajetreo que hay de aquí para allá, ordenando quien sabe qué cosa.

Antes de ser abordado por cualquiera, decide ir a su habitación para escuchar la radio. Desde que ocurrió lo del avión, no se saca de la cabeza que debe haber alguna forma de contactar con Jimin. Está lo suficientemente cerca. Apenas la enciende, escucha un sonido bastante peculiar. Se pone los auriculares para oír mejor.

—No me puedo creer que esta puta de mierda pueda escapar tanto-

—Sea como sea, el rastro acaba aquí. Tendremos que reiniciar el rastreo. Con mucha suerte, podremos dar con él.

— ¿Cómo sabemos que es él? Hasta ahora, hay muestra de que viaja con al menos dos o tres personas más.

—Si ese raro rumor de un grupo que acepta gente es real, irá allá. Creo que nos acercamos.

Chasquea la lengua con molestia. Sea quien sea, debe mantener un guardia pendiente. No vayan a ser una amenaza. Decide cambiar de canales. En el que estuvo, es uno poco usado. Propio de una señal fuera de esta región. Una especie de código distinto. Paseando entre las que hay en esta región, encuentra otra conversación que le genera una sospechosa y positiva aspiración.

— ¿Qué tal los grandulones?

—Mejor de lo que pensaba. Ayudan muchísimo ¿Y el otro?

—Bastante bien. Está hablando sobre la enfermedad con los doctores... traigan mucha comida. Me daría pena no darles de comer con lo mucho que están ayudando.

—Si la tormenta me lo permite.

Arruga la nariz y trata de mapear una posible ubicación dependiendo del canal. Tras mucho darle cabeza, más de lo necesario porque debió ir a saludar, llega a la conclusión de que está a... ¿Dos meses? Andando y quizá uno en auto. Es cerca para lo mala que es su suerte, pero lejos si intentara llegar hasta allá. Aun así, empieza a formular excusas que puedan funcionar para ir y-

—Necesitamos que nos ayudes. Ahora.

Se gira, con parte del cabello en la cara y pintura en las mejillas. Hoseok moquea, apretando su brazo con la mano y teniendo el rostro rojo. La angustia obvia no solo en su gesto, sino en la mirada. Jungkook frunce las cejas ¿Ahora qué pasa?

~ * * * ~

Jungkook deja caer la mandíbula poco a poco. La habitación acolchada no es el único problema, lo único que hace casi explotar su mente: es la sangre que hay por doquier. Viniendo de Yoongi, que se muerde los dedos y se ha desprendido partes enteras de ellos. Perdido en su propia mente. Todo le duele, todo es extraño, no puede pensar en nada, solo en la paranoia de que eventualmente se va a convertir.

Sempiternal: D.E.A(live).D || BOOK 4#Donde viven las historias. Descúbrelo ahora