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Por primera vez, Yoongi se había sentido humano, se había sentido mortal y finito.

Había empuñado armas y disparado.
Tambien le habían disparado, pero nunca habían atinado.

Nunca hasta ese día.

Llevaba casi cuatro años en aquel mundo, cuatro años en los que cada día moría una parte de él.
Esa que tanto envidiaba de Jungkook, esa inocencia que había perdido cuando cometió su primer crimen.

Y es que aún lo recordaba, apesar de que habían pasado casi cuatro años ya. El dolor y el encierro lo hacían pensar, pensar y pensar en muchas cosas.

Con mucha pereza, Yoongi finjía escuchar lo que aquel joven decía.
Apenas lograba mantener los ojos abiertos, pero su cabeza se perdía entre las palabras que se deslizaban por sus oídos.

Poco había dormido la noche anterior, y la anterior a esa...
Era díficil consiliar el sueño sabiendo que su padre no podía, a causa del dolor. Y su madre tampoco, por cuidar de su padre.
Hacía no mucho, le habían diagnosticado tuberculosis...

Y cómo siempre había pasado, no tenían dinero para costear nada, mucho menos los medicamentos que el señor Min necesitaba.

Su madre le decía que no se preocupara y que todo estaría bien, pero aveces notaba su rostro cansado, con rastros de lágrimas secas y su corazón dolía.

Su música era buena, tenía talento, pero no tan buena como para que le pagaran tanto por ella.
Años despúes se arrepentiría por haber vendido su arte, de hecho.

En especial "Trouble"... aquella canción que había sonado por semanas en cada rincón del país, si no es que del mundo...
Había llegado a odiarla un poco, la había vendido por un par de dólares apenas, y el cantante se había vuelto millonario a costa de su arte.

Pero en aquel momento, fue la única salida que vió. Además de tomar el lugar de su padre en los jardines de las Kim por dinero.
Malo se le quedaba corto, él era pésimo con las plantas, pero al menos regaba las flores tres veces al día, y no se habían secado.

Todo aquello sonaba cómo una mierda, y lo era, aunque no le disgustaba del todo visitar la mansión Kim/Park a diario.
Odiaba a aquella manada, los híbridos no le agradaban, y los Kim mucho menos... sin embargo... Park Jimin...

Conocía a aquél joven desde que tenía memoria, igual a sus primos... pero él era muy diferente a Namjoon y Taehyung.

Era gentil, adorable.

Lo observaba frente a él en aquel momento, sus labios gruesos y húmedos se movían conforme hablaba, sus manos pequeñas y tiernas, que sostenían el libro frente a él y sus mejillas regordetas.

Yoongi suspiró.

Aquél chico era ilúminado por la luz natural que entraba desde su balcón, y simplemente parecía el ser más inocente sobre el planeta, el más angelical. El más precioso.

Volvió a suspirar.

-Hyung...- pronunciaron sus labíos por tercera vez- ¿estás oyendome?

Yoongi observaba aquellos labios, rosas y con textura suave, con las comisuras relajadas y se perdía en sus pensamientos.

Jimin tardó en notarlo, sin embargo lo hizo, aquel joven parecía estar en un mundo diferente al suyo.
Algo fastidiado, el menor suspiró y cerró el libro, para luego lanzarlo sin mucha fuerza hacia el pecho del otro joven.

Scent of a hoodie (+18)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora