27.

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El más alto lo tomó de las caderas y con fuerza lo atrajo hacia él, sus ojos se posaron sobre los apetitosos labios del contrario.

Tan rojos y lindos.

-eres hermoso, Seokjin- murmuró el alto dejando ver sus colmillos.

Por alguna razón... Seokjin no se espanto, en cambio, se acercó a esos preciosos labios y los beso sin siquiera pensarlo.

Dentro de su boca sintió un sabor metálico, era su propia sangre, el contrario habia perforado su belfo por accidente.

-Auch- susurró separándose un poco.

Agua caía a su al rededor, parecía estar lloviendo a cántaros, sin embargo, aunque estuvieran totalmente empapados, no era incómodo, estaban tan agusto el uno con el otro que ni siquiera la lluvia molestaba.

-Te dije que iba a llover- dijo Seokjin riendo.

Seokjin despertó de golpe, con la cabeza a punto de reventar, sentía como si lo golpearan con un martillo.

Se levantó y corrió hacia la puerta, abriendola torpemente.

Salió al pasillo abrumado, y con un estridente dolor el la parte superior de su cuerpo.

Abrió el botiquín del baño, y rebusco desesperado en los cajones.
De sus ojos brotaban lágrimas de dolor estaba casi seguro de que moriría.
Buscaba alguna pastilla o medicina contra la migraña pero la gabeta simplemente estaba llena de jeringas y pastillas con nombres extraños.

-Jin ¿que ocurre?- preguntó un somnoliento pelirosa desde el marco de la puerta.

El pelinegro no respondió, en cambio siguió buscando desesperado.

-¿E-stas bien?

-D-duele...- murmuró- la cab-beza.

Jimin abrió sus ojos como platos al ver el estado de su amigo, al ver sus mejillas llenas de lágrimas. Rebusco en el cajón del espejo donde sabía que tenía una pastilla para el dolor, una pastilla para híbridos.

Era más como un sedante.

El pelirosa las usaba para soportar los horrorosos dolores del celo. No sabía si iba a hacerle mal, pero era lo único que tenía para controlar el dolor.

Sacó un basó con agua del grifo y metió la pastilla en su boca, inclinando el vaso también hacia él.

Jimin estaba asustado, le había dado un sedante, por lo que su animal interior podría tomar el control al hacer que su consciente se "durmiera".

Observó al pelinegro deslizar su espalda por la pared del baño hasta chocar con el piso, al parecer la pastilla estaba haciendo efecto.

Se sentó en el lavabo, y después de unos minutos habló.

-¿Mejor?

-Aún duele- susurró el contrario.

El pelinegro extendió su mano hacía el contrario.

Jimin la tomó, pensando que quería que lo ayudara a levantarse, pero, en cambio, fue jalado con fuerza hacia el piso. El pelirosa no puso resistencia cayendo justo al lado del contrario, causando en él una sonrisa.

-No sabía que tenías diabetes- dijo el pelinegro.

-¿como?

Seokjin señaló la gabeta.

-Las inyecciones...

-Ah los supre-- detuvo sus palabras- S-si, claro insulina.

Un silencio se apoderó de aquella casa y nuevamente habló el pelinegro.

Scent of a hoodie (+18)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora