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Yoongi estacionó su motocicleta y observó la casa en la que había crecido, sonrió cuando todos aquellos lindos recuerdos se hicieron presentes.

Caminó hacia la puerta y uso la llave que su madre le había dado para entrar.

-¡Mamá, Papá, estoy en casa!- exclamó con una sonrisa.

El lugar estaba inpecable, como siempre, la señora Min era muy organizada.

Al no obtener respuesta camino por el pasillo hasta llegar a una pequeña y sencilla sala de estar.
Se detuvo en la puerta al escuchar unos suaves sollozos.

En la habitación se encontraba su madre, quien estaba en los brazos del señor Min, llorando desconsolada.

-Que bueno que viniste, hijo- pronunció el hombre.

Yoongi suspiro preocupado y se acercó al sofá donde se encontraban sus progenitores.

-¿Que te ocurre mamá?- no obtuvo respuesta de parte de la mujer, sólo más sollozos y lágrimas.

-Una amiga... Falleció- dijo su padre- ella era muy especial para nosotros- el pelimenta se acercó y con suma delicadeza la abrazo.

-Era como mi hija- murmuró la mujer- yo la crié, la cuide por muchos años, hasta que... Se casó y se fue de Jeju.

-Lo lamento mucho, mamá- susurró Yoongi fortaleciendo el abrazo- está en un mejor lugar.

-

Hoseok caminaba hacia el que se había convertido en su habitual destino por las tardes, el salón de detención. Donde sólo se encontraban él, Jungkook y de vez en cuando... La subdirectora.

Caminaba con los audífonos puestos, necesitaba mantenerse despierto al menos un par de minutos más. La noche anterior había sido pesada para el pelirrojo dealer.

Hoseok parecía estar bien, siempre habia sido el alma de la fiesta, divertido y sociable... Pero prácticamente desde que Taehyung y él rompieron... Todo se fue a la basura.

Su vida social se esfumó casi por completo al salir del círculo amistoso del rubio.

Su padre lo había empezado a presionar más y más, con eso de que quería ser alcalde de Jeju, lo había obligado a comportarse y a mantener una imagen, a obtener buenas calificaciones, cuidar que sus hermanos cumplieran las expectativas, controlar sus hormonas y sobre todo a no revelar su híbrida naturaleza. Era el primogénito, él heredaria la mayor parte del imperio Jung, por lo que su padre lo vigilaba mucho.

Él era un lobo, un animal salvaje, nunca había sido bueno con las reglas, así que al contenerse de tal manera, su estabilidad emocional empezó a debilitarse.

Busco alternativas y pasatiempos que lo mantuvieran lo suficientemente distraido como para poder lidear con todo aquel estrés.
Lo único que funcionó fue la adrenalina, la adrenalina de hacer algo que sabía que estaba mal... Drogas.

No era estúpido, no quería demacrar su cuerpo, no beberia aquellas sustancias, solo las vendería.

Y aunque aquello había funcionado... El estrés había afectado a su lobo interior y su forma de actuar.

Levantó la mirada al escuchar sollozos en uno de los salones. Al menos su oído de lobo no había sido afectado.

Observó por la ventana, encontrando a un grupo de jóvenes, dos chicas y un chico acorralaban a Jungkook contra una pared.

El pelirrojo quito sus audífonos y se dispuso a saber lo que ocurria, sin ser descubierto, claro está.

-Entonces... Marica... Te gusta Taehyung ¿no es así?- dijo una de las chicas.

Scent of a hoodie (+18)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora