Prólogo

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*Obra registrada, prohibida la copia parcial o completa de mis obras. Todos los derechos reservados.*

¿Qué creéis que pasaría si un buen día os llegara una carta diciendo que tenéis que cruzar medio planeta para ir a una academia de erasmus durante todo el verano? Y no cualquier academia, no.

La Academia Élite, el mejor instituto de todo el maldito mundo. Donde habían estudiado celebridades, hijos de políticos, influencers, incluso algún que otro príncipe. Y a mi, una chica de España, me habían elegido por sorteo para ir becada durante los tres meses de verano.

A mi, a Noah Vázquez, una estudiante de último año de instituto que debía trabajar los findes de semana para pagarse el alquiler en madrid y que compartía piso con su mejor amiga. ¿Qué haría yo en una academia como aquella? Probablemente, comerme los mocos.

Ah, y me olvidaba de comentar aquello de que debía cruzar medio maldito mundo. Para mi desgracia, el instituto se encontraba en Carolina del Norte, Estados Unidos. Un vuelo de más de diez horas. Y yo con pánico a los aviones. Sonaba genial, ¿verdad?

Cuando me había llegado la carta de confirmación, había investigado un poquito acerca de aquella misteriosa academia, sin caber en mi asombro. Había descubierto que "Élite" era la academia más elitista del mundo, y casi se me había parado el corazón cuando había visto el precio de la universidad sin beca. Un mes allí costaba más que todo mi salario trabajando en el Mercadona durante todo el año, y me habían escogido precisamente a mi para ir becada durante tres meses, en un plano estudiantil intenso que hacían todos los veranos.

¿Y qué pintaba yo, una chica de clase media, obrera y proletaria, en una universidad rodeada de pijos estirados?

Os lo resumo: nada.

-No voy a ir -le comuniqué a mi mejor, amiga, Ana-. Me parece terrible que me hayan escogido a mi, ¡a mi! Cuando ni siquiera quería ir. Fuiste tu quien me obligó a poner mi maldito nombre en aquél sorteo. Parecía el maldito cáliz del fuego, ya sabía yo que algo así saldría mal.

-Relájate, Noah -me aconsejó Ana, con una sonrisa-. Lo que pagaría yo por ir, tía. es una pedazo de oportunidad y tú te estás lamentando. ¿Y encima dices que no irás? ¡Qué huevos tienes!

-Te la regalo -gruñí, enfadada, y le tiré la carta por la cabeza-. No me pienso ir a una universidad llena de estirados. Me he visto suficientes veces High School Musical como para saber que voy hacia mi muerte. Y soy demasiado joven para morir. Aún no he probado el helado de pistacho.

Ana me señaló con un dedo acosador y recogió mi carta del suelo.

-Como no vayas, Noah Vazquez Ribas, voy a tener que patear tu culo hasta el aeropuerto. Y no va a ser agradable, te lo aseguro. Y puedes acabar de probar helados ahí, que seguro que están muy buenos. Aunque esta meta tuya de probar todos y cada uno de los sabores de helados no la entiendo demasiado bien.

-Tengo otros planes para este verano, y entre ellos, seguro que no está la posibilidad de ir a una universidad lleno de tíos sudorosos que juegan al fútbol americano y chicas esqueléticas que se creen las mejores por ser animadoras. No, gracias. Y respecto al helado, no me fio de lo que puedan meterme dentro del helado de pistacho en Estados Unidos. Seguro que en vez de pistacho son patatas fritas extra crujientes.

Ana puso los ojos en blanco.

-Escúchame bien. Es la mejor oportunidad de tu vida, y lo sabes. Ir tres meses en esa maldita universidad es todo lo que necesitas para ser aceptada en cualquier trabajo del mundo. Tendrás todas las puertas abiertas. No puedes desaprovechar esto.

Aunque me moría por tener los argumentos necesarios para contrarrestar las palabras de Ana, tenía que admitir que tenía razón. En todo. Y aunque era lo último que me apetecía en aquél momento, empecé a hacer la maleta.

-No puedo creer que lo estés haciendo de verdad -dijo Ana, emocionada-. ¡Tienes que llamarme y escribirme todos los días! Dios mío, ojalá tengas un romance con el quarterback, ¿te imaginas? ¡La protagonista de todos los libros que leímos de adolescentes en Wattpad!
Rodé los ojos.

-Mi plan para estos tres meses, Ana, es pasar completamente desapercibida. Y para eso, seguiré tres normas: 1: evitar contacto visual con cualquier tipo de hombre, para siempre. 2: No liarme con capullos. Aunque esta norma solo es necesaria en caso de que la norma 1 se haya incumplido -Ana ahogó un gritito y yo me apresuré a añadir-: cosa que no pasará. Y 3, pero no por eso menos necesaria: mantenerme lejos de las animadoras zorrones.

Mis padres y Ana me acompañaron al día siguiente al aeropuerto. Después de muchos abrazos, muchas lágrimas y muchas sonrisas, cogí el vuelo hacia mi futura condena: la Academia Élite.

Y puedo decir que mi vida, a partir de ese instante, cambió completamente. Jack Taylor y William Adams se encargaron personalmente de poner mi vida patas arriba. Incumplí todas las normas, cada una de ellas, y repetidas veces.

Pero tu, estimado lector, aún no lo sabes.

Bienvenido a la academia Élite, donde tus mejores sueños o tus peores pesadillas se hacen realidad.

An Endless Summer Love | DISPONIBLE EN FÍSICODonde viven las historias. Descúbrelo ahora