Epílogo

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Desde la comodidad de mi habitación en España, veía a Jack en mi pantalla, sonriendo mientras yo lo miraba embobada. A pesar de que el océano Atlántico nos separaba, la tecnología había logrado acercarnos: aunque ni siquiera las videollamadas servían para que no lo echara de menos. Su cabello, un poco más largo de cuando lo había visto por última vez, caía sobre sus ojos, y se notaba que había estado tomando el sol, con esas ligeras pecas que tanto me gustaban marcando su nariz.

Hacía un año que había dejado Élite, y aún tenía contacto con Emily y Lucas, incluso Frankie me enviaba un mensaje de vez en cuando. Con Jack hablaba cada día, y siempre que podía, él venía a visitarme a España o yo iba a visitarlo a él a Estados Unidos. Ahora hacía tres meses que no nos veíamos... y la distancia se hacía dura.

Sin embargo, cuando lo veía por Skype, como en esos momentos del día, la presión de mi corazón se esfumaba y solo podía fijarme en cómo me observaban esos dos ojos castaños que tanto adoraba.

–Hey, Noah –dijo una voz conocida, cogiendo el ordenador de Jack. Matt Thompson estaba sonriendo abiertamente hacia mi–. ¿Cómo te va todo?

Yo negué con la cabeza y reí. Había echado mucho de menos a los peculiares amigos de Jack.

–Bien, pero os echo de menos –hice un puchero–. ¿Y a vosotros?

–¿Has visto eso, capitán? –ladró Matt, de broma–. Ha dicho que me echa de menos.

–Lo ha dicho en plural, capullo –contestó otra voz–. Es evidente que a quien echa de menos es a mi.

Jeff le robó el portátil a Matt y él se quejó, queriendo recuperarlo, pero Jeff le propinó un manotazo.

–Noah, tienes que venir a visitarnos –dijo Jeff–. Esto es genial. Es una universidad super chula.

–¡Y las fiestas! –interrumpió Matt, recuperando el control del portátil y acercándolo a su cara–. Las fiestas son épicas. Pero, obviamente, nada se compara a tus fiestas y tu sangría, Noah.

Reí, recordando la fiesta que organizamos en la playa con mi ayuda. Cuando me besé con Jack por primera vez.

–Me alegra saber que mis fiestas son insuperables. Pero, ¿cómo estáis manejando las clases? ¿No es todo fiesta y juegos, verdad?

Jeff se rió, tomando nuevamente el control de la cámara.

–Bueno, las clases son... –hizo una pausa dramática–...existentes. Pero, ya sabes, estamos manejándolo.

–Habla por ti, Jeff –intervino Matt–. Algunos de nosotros realmente vamos a clase, ya sabes.

–¿Y qué hay de ti, Noah? –preguntó Jeff, ignorando a Matt–. ¿Cómo van las cosas por allí sin nosotros para animar el lugar?

–Es un poco más tranquilo, eso seguro –admití–. Pero os prometo que la próxima vez que organice una fiesta, os llamaré para que podáis uniros virtualmente.

–¡Eso suena genial! –exclamó Matt–. Pero, sinceramente, deberías venir aquí y organizar una en persona. No nos vendría mal un poco de tu energía por aquí.

–Y no te preocupes por las clases –añadió Jeff con una sonrisa traviesa–. Matt puede darte todas las notas que necesites.

–¡Eh! –protestó Matt, pero estaba sonriendo–. No prometas mis apuntes sin consultarme primero.

—Cállate, Thompson. Bueno, lo que te decía: esto es una pasada. La universidad es genial.

–¡Pero sería mejor si estuvieras aquí! –gritó Matt desde algún lugar de la habitación–. Necesitamos a alguien que no sea un maldito lastre como Jack. Se ha vuelto un aburrido desde que te echa tanto de menos.

An Endless Summer Love | DISPONIBLE EN FÍSICODonde viven las historias. Descúbrelo ahora