Capitulo trece: Besar a Jack Taylor es sinónimo de problemas

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Me desperté con un dolor de cabeza brutal. Cada músculo de mi cuerpo me dolía y todos parecían conectar con las cervicales y la cabeza. A la mínima que movía un poco el cuello, un dolor punzante me recorría todo el cerebro, como si me estuvieran apuñalando los sesos con un martillo.

-Joder, ¿pero qué diablos...? -espeté, apartándome de golpe hacia un extremo de mi cama.

A mi lado se encontraba Jack Taylor, el maldito capitán de fútbol americano y compañero de habitación a tiempo parcial. Y estaba desnudo. Bueno, no totalmente desnudo -o eso quería suponer-. Solo tenía visible la parte de arriba, donde no llevaba camiseta. El resto de su cuerpo, por fortuna, estaba cubierto por las sábanas. Si no, tal vez me hubiera dado un ataque al corazón y me tendría que haber venido a buscar la ambulancia.

Y por lo que a mi respecta... iba desnuda. Solo llevaba la ropa interior, que joder, era de winny de poo y la representación de lo más "no-sexy" del mundo mundial.

"¿Y por qué te importa que Jack te vea con ropa interior sexy?"

"No me importa, maldita voz interior".

Aunque tal vez eso era un poquito mentira.

Jack se removió a mi lado y abrió los ojos perezosamente. Me ofreció una sonrisa somnolienta.

-Buenos días -murmuró, con aquél tono grave en la voz que se le ponía a los chicos cuando se acababan de despertar-. ¿Has dormido bien?

Inspiré profundamente y desvié la mirada, avergonzada.

-Todo lo bien que se puede dormir con un oso al lado.

-Entonces, eso es increïblementebien.

-Más quisieras, Taylor -bufé, pero sonreí-. Tienes el pelo revuelto como si te hubieras ido de rave durante toda la noche.

Jack sonrió y se tapó la cara con la almohada. Algo se contrajo en mi pecho: realmente, cuando se lo proponía, podía ser adorable.

-Me diste una noche movidita, gatita.

Casi me atraganto con mi propia saliva. Siendo realistas, la noche de ayer seguía siendo un misterio. La verdad es que no me acordaba de mucho a partir de que estaba hablando con Jack... y luego misteriosamente habíamos llegado a la habitación. A partir de allí, todo se nubla en una espiral de confusión.

Por su posición y la mía, supuse que, como mínimo, nos habíamos besado. Sería normal pensarlo, ¿verdad? Porque estábamos parcialmente desnudos en una cama. Y él me había estado abrazando mientras dormíamos.

-¿Qué... qué pasó ayer?

Jack se quitó la almohada de la cara y apoyó sus hombros por debajo de su cabeza, marcando sus músculos prominentes y duros.

Maldito él por ser quarterback y estar tan imposiblemente bueno.

-¿Realmente no te acuerdas de nada? -Jack acercó mi cara a la mía, mirando mis ojos fijamente a medida que se iba acercando-. Es una pena.

¿Jack Taylor estaba tonteando conmigo, o era solo mi imaginación? Por instinto, hice lo primero que se me ocurrió: poner mis manos en su pecho para evitar que se acercara más.

Fue una terrible decisión, porque claro... tal vez manosear a todo el mundo con tantas confianzas en España estaba bien visto, pero no en Estados Unidos.

Jack sonrió como un estúpido, como si que yo le acabara de tocar el pecho significara algo que yo no sabía, y se apartó.

-Bueno, resumidamente, lo que pasó ayer fue que jugamos a la botella, íbamos los dos muy perjudicados... y nos acabamos liando en las escaleras. -Jack alzó una ceja, divertido-. Tengo que admitir que fue culpa mía: no podía abstenerme a que estuvieras tan guapa y no fueras solo para mi.

An Endless Summer Love | DISPONIBLE EN FÍSICODonde viven las historias. Descúbrelo ahora