Capitulo veinticuatro: del odio al amor hay un paso, ¿o era al revés?

12.2K 412 90
                                    

Lo primero que pensé fue que sus labios tenían gusto a vino. Y más que tener gusto a vino, producían el mismo efecto que este. A la que los habías probado, no podías deshacerte de ellos: te arrastraban hasta las mismísimas puertas del cielo y te volvían adicta.

Sus labios eran fieles besadores, de aquellos que tienen experiencia haciendo lo que hacen y que no tienen miedo de enseñar sus cualidades. Al principio había entrado en shock y no le correspondí al beso de la manera que tenía que hacerlo. Pero, ¿qué iba a decir? No lo había visto venir. Nunca, en mi vida, me habría pensado que el chico más popular de todo Élite estaría besándome a mi. A mi. William Adams, ni eterno enemigo. Aquél al que había jurado que no tocaría ni con un palo, se me había lanzado. Y no podía decir que no me estuviera gustando.

William me agarró con fuerza de la nuca, juntando aún más nuestros cuerpos. No era un beso apasionado, como el que me dí con Jack en la fiesta de la playa. Tampoco se parecía a cualquier otro beso que hubiera dado jamás. William era la mezcla perfecta entre suavidad y pasión, como si se estuviera reprimiendo a él mismo para no hacerme daño, como si quisiera hacerlo todo perfecto para que yo disfrutara.

Y joder si lo estaba haciendo. Podía notar que, con solo un beso, mis piernas temblaban y mi corazón iba tan rápido que parecía estar a punto de estallar.

–Había querido hacer esto desde el día que te presentaste en la biblioteca -murmuró él, entre beso y beso-. Con tu pelo enmarañado y tu camiseta de superman. Has venido a mi vida a ponerla del revés.

Le pasé las manos por el pelo y tiré de sus rizos: algo que había querido hacer desde el primer momento en que lo había conocido.

Yo gemí -¡GEMÍ!- cuando sus labios volvieron al ataque hacia los míos, y nos fundimos en un beso largo, de lenguas entrelazadas y suspiros compartidos. Su mano

Él tumbó mi cuerpo en el bordillo de la piscina, sin romper el beso, y se colocó encima de mi, saliendo de la piscina con una gracia divina. Su mano pasó de mi nuca a mi barriga con una lentitud infernal y estiró la punta de mi ropa interior.

Su olor me inundó la nariz, y fue imposible no suspirar. Joder, ése tío era como la mejor de las drogas. Ahora entendía por qué Stacy Parks tenía una fijación con él y estaba tan obsesionada.

Espera un momento.

Stacy Parks. Joder, que me estaba liando con un tío con novia.

Una maraña de pensamientos pasaron por mi mente a la velocidad de la luz. La Reina Víbora había dicho que su relación era falsa, pero... ¿hasta qué punto aquello era cierto, o mentira? ¿Hasta qué punto podía fiarme de una tía majareta que escondía su rostro detrás de una máscara de serpiente y que drogaba a sus clientes con incienso? I igualmente, aunque hipotéticamente fuera falsa... no sabía los motivos, ni los sentimientos que ellos albergaban mútuamente. ¿En qué me convertía a mí todo aquello? ¿En qué me convertía liarme con William a espaldas de Stacy?

Me convertía en una mentirosa. Convertía a William en un infiel. Y nos convertía, a ambos, en amantes.

–Espera, espera, espera –casi grité yo, rompiendo el beso, y me escurrí de debajo de él lo más rápido de pude–. Esto no está bien.

William frunció el ceño y me miró con deseo en los ojos.

–Yo creo que está muy bien. No creo que haya hecho nunca algo mejor.

Se volvió a acercar hacia mis labios y yo lo aparté suavemente, tomando distancia entre nosotros.

–No, no –lo corte, intentando recoger mi ropa del suelo–. Tienes novia, William. Aunque sea un maldito ogro, no se merece esto. Joder, me siento fatal.

An Endless Summer Love | DISPONIBLE EN FÍSICODonde viven las historias. Descúbrelo ahora