Mi corazón latía acelerado mientras Jack colocaba con cuidado el tablero de ajedrez sobre la mesa. La luz del sol iluminaba la habitación, creando un ambiente cálido y acogedor. Estábamos a punto de comenzar una partida de ajedrez con un toque especial: cada vez que uno de nosotros perdiera, el otro tendría la oportunidad de hacer una pregunta personal. Era una dinámica divertida que prometía revelar detalles íntimos de nuestras vidas... o eso parecía.
Era completamente consciente de que aquél juego se podía volver de lo más mortal y embarazoso para ambos. Y sabía que Jack era un jugador nato: indagaría hasta las profundidades de mi vida, con tal de divertirse.
—Prepárate para perder —le dije con una sonrisa, tratando de ocultar mi nerviosismo.
Jack soltó una carcajada mientras se acomodaba en su silla, listo para el desafío.
Nos concentramos en el juego. Moví a mi peón dos casillas hacia adelante, y Jack respondió moviendo su peón de rey. El tablero se llenó de estrategias y tácticas en nuestra lucha por el dominio.
A medida que la partida avanzaba, las cosas se volvían difíciles para mí. Cometí un error y Jack aprovechó la oportunidad para capturar una de mis piezas importantes. Su sonrisa de triunfo fue evidente.
—Es mi turno de hacer una pregunta —Jack disfrutaba de su victoria-. Quiero saber cuál ha sido el momento más embarazoso de tu adolescencia.
Inhalé profundamente, tratando de no dejar que mi derrota afectara mi confianza.
—Recuerdo una vez, en mi primera fiesta a lo grande, cuando aún ni siquiera sabía lo que era un cubata -sonreí-... la lié bastante. Empezamos a beber jagermeister con coca cola, una mezcla apoteósica, y el resultado fue evidente: iba más borracha que una cuba. Estábamos en una casa antigua, una masía, del padre de una amiga mía, y había una barra que aguantaba el techo de la cabaña... en algún momento me pareció una buena idea hacer un stripptiese ahí, en medio de toda la gente –me avergoncé solo de recordarlo, y Jack parecía estar pasándoselo en grande–. Total, empecé a bailar en la barra. Me saqué primero la camiseta, los pantalones... y cuando estaba intentando sacarme los complementos, la barra se cayó al suelo.
Jack me miró con los ojos abiertos.
–No puedes hablar en serio.
–Sí lo hago. La barra se desmoronó y con ella el techo de la cabaña. Me quedé en ropa interior, en el suelo, mientras la policía venía para saber qué había pasado. Se ve que los vecinos los habían llamado porque estábamos montando un gran escándalo. Tener que responder preguntas de un poli en sujetador y bragas de encaje es la situación más vergonzosa que puedas vivir nunca.
Jack se carcajeó: la diversión flotaba en sus ojos marrones.
–Seguro que debías de estar estupenda en esas bragas, gatita.
Le guiñé el ojo. La tensión entre nosotros se había evaporado como el humo. Agradecí que con Jack siempre fuera tan fácil todo: siempre lo ponía todo fácil, más llevadero.
–Yo siempre estoy estupenda, Taylor.
Un fuego brilló en sus ojos antes de plegarse de hombros y volver al juego.
Continuamos nuestra partida con renovada determinación. Jack parecía haber aprendido de mis movimientos anteriores y me presionaba con estrategias más elaboradas. Poco a poco, la balanza se inclinaba a su favor. Otra vez. Sin embargo, logré impresionarlo con la torre -no sé si por pura suerte o porque me dejó ganar- y conseguí hacerle jaque al rey.
Él puso las manos hacia arriba en señal de paz y silbó.
–De acuerdo, gatita, tú ganas. Pregúntame lo que quieras.
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An Endless Summer Love | DISPONIBLE EN FÍSICO
RomanceCuando a Noah Vázquez, estudiante de último año de instituto, le comunican por carta que deberá pasar el verano en un instituto de Estados Unidos, nunca pensaba que su vida cambiaría por completo. La Academia Élite es un completo Infierno: llena de...