Capitulo siete: una invitación formal

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Dicen que el enemigo de tu enemigo es tu amigo, pero, ¿cómo podía convertirme en la amiga de alguien interesado en acabar el imperio del mal de la abeja reina, cuando ella no tenía enemigos?

No de los visibles dijo una voz en mi cabeza. Seguro que todos se esconden como ratas porque les da miedo el veneno de ese escorpión.

Caminando hacia el club de literatura -procurando esquivar con todas mis fuerzas a Will para no cabrear más a Stacy- pensaba en cómo derrocar el imperio del mal que había creado esa barbie de plástico.

Una parte de mi me decía que, simplemente, siguiera con mi vida... total, solo tenía que aguantar sus torturosas miradas que me prometían una muerte dolorosa durante tres meses. Y luego yo volvería a España y dejaría de vivir en una maldita copia de high school musical.

La otra parte, sin embargo, intuía que Stacy Parks no se iba a quedar a medias en su malvado plan titulado "como arruinarme la vida". Mi sexto sentido olía problemas, y de los grandes. O tal vez era simplemente yo que me estaba volviendo paranoica.

Fuera como fuese, aquello no me podía sacar de mi objetivo: entrar en el Círculo de Oro de Literatura. Eso era mucho más importante que cualquier rabieta por síntoma menstrual que pudiera darme la abeja reina, alias Stacy. Para ello tenía que hacerle la pelota a William: era una cosa que no me llamaba demasiado la atención, pero en el único lugar donde podía comunicarme con él sin temer a ser vista por la abeja reina era el club de literatura. Ahí dentro estaba segura de que sus amigas unineuronales no tenían espías.

De hecho, mi argumento se basaba en que a esas chicas les daba alergia todo lo relacionado con la intelectualidad. Dudaba que Stacy hubiera leído algo después de Geronimo Stilton.

Una vez llegué a clase de literatura, desaté una oleada de miradas poco disimuladas y cuchicheos a plena voz. ¿Tan mal estaba mi aspecto? Una ojeada rápida a la pantalla de mi móvil me sacó de toda duda: parecía un cadáver andante. Tenía que dar las gracias a mi queridísimo William Adams por el detalle: me había quedado hasta la madrugada leyendo el libro, y tenía unas ojeras más grandes que la catedral de París.

-Bienvenida, Noah, toma asiento -me pidió educadamente Pey Hong. Yo asentí con la cabeza y elegí el único sitio libre que encontré: uno lo suficientemente lejos de William como para poder apaciguar las ganas de estrangularlo-. Ahora que ya estamos todos reunidos, empezaremos el debate sobre Hamlet.

Cogí mi libreta y empecé a garabatear una flor en ella. Tenía tanto sueño que dudaba que mi neurona llegara a funcionar y se enterase de algo sobre el debate, así que solo podía rezar para que no me tocara participar mucho. 

-¿Quién quiere empezar el debate? Deberíamos tener dos posturas distintas... así que lo someteremos a votación -Pey Hong sonrió-. Que levante la mano quien crea que la obra se basa en la lucha interna de la venganza.

Fruncí el ceño, sin levantar la mirada del cuaderno. Bah, estaba segura que casi nadie votaría aquello. ¿Quién podría ser tan tonto como para no entender que no toda la obra se basaba en la venganza?

Continué garabateando mi flor con mucho énfasis.

-¿Señorita Vázquez?

Levanté la mirada y descubrí a Pey Hong mirándome con interés... y a todos los estudiantes con la mano alzada. Todos, excepto yo.

Tragué saliva.

-¿Por qué cree que la obra no gira entorno a la venganza? ¿Podría explicar su punto de vista, por favor?

Me retorcí las manos, incómoda. Mierda.

-Bueno, yo creo que ése no es el punto inicial de la historia. Es importante, sí... pero creo que la obra es mucho más que eso.

An Endless Summer Love | DISPONIBLE EN FÍSICODonde viven las historias. Descúbrelo ahora