Sentí cómo mis mejillas se tornaban rojas.
-Eso es mío. Devuélvelo, maldito pervertido -gruñí-. Debí haber sospechado que tu hobbie era robar ropa interior de mujeres jóvenes.
-No es culpa mía que me haya encontrado esto mientras buscaba tu café -sonrió con maldad y zarandeó los sujetadores-. Por cierto, bonito estampado de winnie de poo.
Noté cómo el sonrojado avanzaba hasta mis orejas, por no decir más. Sí, era verdad: había puesto un par de sujetadores de winnie de poo en mi maleta. Y no, no me había equivocado al hacerlo. En mi defensa diré que los tenía desde hace años, y que los gané en una feria con Ana y tenían un valor sentimental muy alto.
Si hubiera sabido que el tío más gilipollas y molesto del planeta los iba a encontrar, no los hubiera puesto en la maleta. Por muy cómodos que fuesen.
-¿Me vas a dar el café o vas a estar con mi ropa interior en las manos mucho tiempo más, pervertido?
William sonrió malvadamente y devolvió la ropa interior donde la había encontrado. Luego me arrojó el café envasado a mi cama, sin ningún tipo de cuidado.
Él siguió divagando y haciendo comentarios sobre mi ropa interior y mi fijación por Disney, pero yo decidí ignorarlo y beber mi café tan tranquilamente como sabía. O al menos, tan tranquilamente como pude, intentando mentalizarme de que matar a mi compañero de habitación el segundo día de convivir con él era una muy mala idea.
Decidí que era momento de una ducha refrescante, así que ignoré a William, pase por el lado de Jack -quien dormía placidamente, sin enterarse de nada- y me encerré en el baño.
Me saqué el pijama por la cabeza y me metí en la ducha. Suspiré de gusto cuando el agua caliente me rozó la piel.
Mientras disfrutaba de mi ducha matutina, escuché repentinamente la cortina de la ducha abrirse. No sé cuanto rato llevaba en el baño, pero me di cuenta de que al entrar no había echado el pestillo.
Uno de mis dos compañeros de habitación había entrado en el baño, y yo estaba desnuda en la ducha. Me di cuenta que la mampara de la ducha estaba completamente empapada, así que quien fuera que fuese que estaba en el baño, no podría verme a no ser que entrara en la ducha conmigo. Decidí callar, para evitar una situación embarazosa, y no decir nada. Con suerte, Jack o William -quien fuese de los dos- se iría rápidamente.
Pero estaba muy equivocada.
Mi corazón dio un vuelco cuando me di cuenta de que era Jack, mi compañero de cuarto, quien acababa de entrar. Me quedé helada.
Jack, recién despierto y aparentemente desorientado, no se había percatado de que yo estaba en la ducha. Ni siquiera me dio tiempo a reaccionar cuando la mampara de la ducha se abrió y vi la cara de Jack, mirándome fijamente. Nuestros cuerpos quedaron muy juntos. El mío, desnudo y mojado. El suyo, sin camiseta delantera y con solo unos malditos bóxers que dejaban poco a la imaginación.
Me impedí a mi misma fantasear con su cuerpo estructural. O tal vez fue la verguenza del momento la que me impidió analizar todo su cuerpo. Joder, estaba como un tren.
Sus ojos se posaron sobre mí y pude ver en su rostro una expresión de sorpresa mezclada con admiración. Mi cuerpo se tensó, consciente de su mirada en cada rincón de mi piel desnuda.
Él abrió la boca, pero un grito de vergüenza escapó de mis labios antes de que pudiera decir nada.
-¡¿Qué estás haciendo aquí?! NO PUEDES ENTRAR ASÍ.
-¿Eh? -preguntó él, claramente confundido. Sus ojos estaban somnolientos y se rascó el ojo derecho-. ¿Mamá?
-Jack. Taylor. No soy tu madre, pero te aseguro que le voy a dar un disgusto cuando le envie tu cuerpo por correo como no salgas inmediatamente del baño.
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An Endless Summer Love | DISPONIBLE EN FÍSICO
RomanceCuando a Noah Vázquez, estudiante de último año de instituto, le comunican por carta que deberá pasar el verano en un instituto de Estados Unidos, nunca pensaba que su vida cambiaría por completo. La Academia Élite es un completo Infierno: llena de...