Capitulo veintinueve: sentimientos a flor de piel

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*Esta es la versión no corregida e incompleta de la historia. Si no quieres esperar a las actualizaciones, puedes comprar el libro en físico a través del link de mi perfil*

–Larguémonos cuanto antes.

Asentí con la cabeza y me envolví el cuerpo con los brazos.

–Estás temblando –dijo él; la preocupación teñía su voz. Se quitó la chaqueta de cuero que llevaba puesta y me la ofreció–. Aquí, ponte esto. Te ayudará a entrar en calor.

Agradecida, me envolví en su chaqueta y sentí su calidez rodeándome. Las emociones del incidente dentro de la discoteca todavía me tenían temblando y sentía un nudo en el estómago. Tenía ganas de vomitar por los nervios. Y no paraba de preguntarme qué diablos habría pasado si William no hubiera intervenido a tiempo.

–Noah –Levanté la mirada del hombro de William y encontré a Ana, quien nos miraba con preocupación. Parecía que le faltaba el aliento, como si hubiera corrido una maratón. Me miró de arriba a abajo, comprobando que no estuviera herida–. ¿Estás bien? Dios mío, estaba muy preocupada...

–Estoy bien –contesté, con la voz temblorosa–. William apareció justo a tiempo.

Ana se volvió hacia William, con una mirada mezclada de agradecimiento y sorpresa.

–Gracias, chico taciturno inglés –dijo medio en broma, para aliviar la tensión del momento. Consiguió arrancarme una sonrisa de los labios y un gruñido por parte de William–. En serio, gracias por cuidar de Noah.

William asintió y sacó un cigarrillo del bolsillo. Se lo colocó en los labios y lo encendió. Me miró directamente a mi, con aquellos ojos azules que parecían ver a través de mi alma, y contestó, sin separar su mirada de la mía:

–Siempre estaré ahí para protegerla.

Ana dijo algo más, pero yo estaba demasiado hechizada en la mirada del inglés como para poder parar atención a las palabras de mi mejor amiga.

–Tengo el taxi esperándome –oí que decía mi mejor amiga, mirándonos a los dos con cara de circunstancias.

Aquello logró sacarme del ensimismamiento y logré despegar mis ojos de la mirada azulada del inglés.

–¿Cuándo has pedido un taxi?

–Supe que algo iba mal cuando te vi de lejos con esos dos chicos, antes de que llegara William. Llamé rápidamente al taxi para que pudiéramos irnos lo más rápido posible –sacudió el móvil–. Y ahora está afuera, esperándonos.

Hice un paso tambaleante hacia delante.

–Vengo contigo.

William me taladró con la mirada. Estaba claro que no quería que me fuese con ella teniendo temas de los que hablar con él. Conociendo a Ana, seguramente pensaba que debíamos solucionarlo cuanto antes, porque si no lo hacíamos ahora, no lo íbamos a hacer nunca.

–No, Noah –negó con la cabeza–. Quédate con William. Yo me voy con taxi. Quedamos en casa de Jack.

Su mirada no admitía réplicas, así que ni siquiera intenté llevarle la contraria. Cuando a Ana se le ponía algo entre ceja y ceja, era extraordinariamente difícil hacerla cambiar de opinión.

Suspiré y asentí con la cabeza. William y yo la acompañamos hacia el taxi, y ella se despidió abrazándome fuertemente.

–No tengo ni puñetera idea de qué va todo esto, pero habla las cosas con él –me susurró en la oreja–. Pierde el orgullo por una vez, Noah Vázquez Ribas.

An Endless Summer Love | DISPONIBLE EN FÍSICODonde viven las historias. Descúbrelo ahora