Cerré la puerta de la habitación con un suspiro de alivio después de un agotador día de clases. Los libros y las responsabilidades académicas se quedaron atrás, al menos por un momento.
Mi habitación siempre había sido una especie de santuario personal, pero ahora que lo compartía con los dos chicos más arrogantes del planeta, tenía todos los números de la lotería de convertirse en un infierno personal.
Coloqué las llaves en la puerta y abrí... y se me secó la boca al completo.
Jack Taylor estaba allí, en medio de la maldita habitación, sin camiseta, haciendo abdominales. Su cuerpo esculpido y atlético era imposible de ignorar, y capturó mi atención de inmediato. Maldito él por ser una maldita escultura de Dios Griego personificado.
Mis ojos se posaron en cada de sus músculos marcados. Me quedé embobada observando cómo su abdomen se contraía y relajaba con cada repetición.
La vergüenza me inundó al darme cuenta de que lo estaba mirando descaradamente.
—¿Qué se supone que estás haciendo? —pregunté, tratando de ocultar mi rubor mientras desviaba la mirada.
Jack levantó la cabeza, deteniendo momentáneamente su rutina, y me miró con una sonrisa de suficiencia.
—Estoy haciendo mi rutina de gimnasio, gatita. Ser el capitán del equipo de fútbol americano conlleva muchas responsabilidades, y mantenerme en forma es una de ellas —respondió con una sonrisa, como si eso justificara su exhibición.
-¿Y tienes que hacerlo precisamente aquí? -pregunté, azorada-. ¿No tenéis una especie de gimnasio específicamente para hacer estas cosas o es que te va el rollo del exhibicionismo?
Él sonrió abiertamente e hizo un par de abdominales más antes de contestarme. Definitivamente, me estaba torturando. Y era una tortura visual muy placentera.
-Me encanta el exhibicionismo -contestó él vagamente-. Aunque me gusta mucho más ahora que eres tú quien me mira.
-Tu y William estáis destinados a hacerme la vida imposible.
–Viniendo de William no lo dudo. Aunque a mi solo me gustaría facilitártela.
-Facilitarme la vida no es ponerte a hacer flexiones sin camiseta.
-¿Por qué? -sonrió abiertamente-. ¿Te incomoda?
Para dar más énfasis a sus palabras, hizo un abdominal lentamente. No desprendió los ojos de los míos en ningún momento.
Noté cómo me quemaba la cara.
-Pues, sí. Me incomoda, Jack Taylor -gruñí como pude-. Tener a un tío semi desnudo en mi habitación no era lo que yo tenía en mente después de un día estresante.
-Estoy abierto a sugerencias, gatita. Dime, ¿qué podría hacer por ti para desestresarte?
Maldito Jack Taylor. Él sí que sabía cómo poner de los nervios a cualquier mujer. Se le notaba que era un mujeriego experto.
-Podrías parar de... hacer eso -lo señalé con una mano temblorosa.
-¿El qué? -volvió a hacer otra abdominal-. ¿Esto?
No pude más y me giré de cara a la pared. El corazón me latía a mil por hora. Escuché su risa grave recorrer la habitación. Cómo le gustaba hacerme sufrir. Parecía que fuera su hobbie, o algo por el estilo.
Jack dio por terminada su sesión de abdominales torturosos. Se acercó a mí sin camiseta y cubierto de sudor, acorralándome contra la pared.
—¿Te interesa algo de lo que ves, gatita? —preguntó, con una mirada seductora en sus ojos.

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An Endless Summer Love | DISPONIBLE EN FÍSICO
RomanceCuando a Noah Vázquez, estudiante de último año de instituto, le comunican por carta que deberá pasar el verano en un instituto de Estados Unidos, nunca pensaba que su vida cambiaría por completo. La Academia Élite es un completo Infierno: llena de...