Capitulo tres: el objetivo de la capitana de las animadoras.

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Creo que aquél dia fue el primero en mi vida que me alegré de tener que ir a clase. Tan solo había pasado un momento por la habitación para prepararme para ir al comedor y para ponerme el uniforme reglamentario, pero había sido toda una pesadilla: después de darme cuenta de con quién tendría que compartir habitación, se me pasaban las ganas de quedarme encerrada en ella.

Mientras iba hacia el comedor, me apresuré a escribirle un par de mensajes a mi mejor amiga de Madrid. Bendito Internet.

Yo: No te lo vas a creer, Ana. ¿Te acuerdas del robataxis de esta mañana?

Ella contestó al segundo.

Ana: Me acuerdo, ¿cómo olvidar a semejante capullo?

Yo: pues bien. Se ve que es mi nuevo compañero de habitación. Ah, y el otro es el capitán de lacrosse. Como si con uno no tuviera suficiente, el karma ha decidido que tengo que convivir con dos capullos.

Ana: Noah, tienes la suerte en el culo. Puedes aprovechar la oportunidad y liarte con los dos, que seguro que están tremendos. Pasame una foto cuando puedas. Quiero admirar su belleza. Sobretodo del jugador de lacrosse. El otro me da un poco igual, todo para ti.

Yo: yo al robataxis no lo toco ni con un palo, tía. No tengo fotos de Jack ni de él, no los sigo en instagram.

Ana: no te preocupes, que pongo en marcha mis habilidades de FBI y en nada encuentro su perfil. Por cierto, eso de que no lo tocas ni con un palo... discutible.

Fruncí el ceño.

Yo: creéme, Ana. No me liaría con ése estriado inglés ni que fuera el último hombre en el planeta tierra.

Ana: (emoticonos de risa). Yo creo que este es un enemies to lovers bastante probable. Quien sabe, tal vez te acabes pillando de él. ME MUERO. Déjame ser tu futura dama de honor, por favor.

Yo: No me podría pillar de un gorila. Eso sería zoofilia.

Ana: tan malo no puede ser.

Yo: no, es peor.

Le envié un mensaje de que más tarde hablaría con ella y guardé el móvil en el bolsillo de mi pantalón. Ah, no lo había dicho: al confundir mi nombre con el de un chico al tramitar la beca, todo lo relacionado con la distinción hombre y mujer, me tocaba el primero. Y, sí: eso incluía el uniforme. Debido a ese catastrófico error, no solamente tenía que convivir con Jack y William, sinó que también me tenía que pasear con un uniforme de hombre -que aunque me favorecía, me iba gigantesco- por todo el instituto.

Eso de pasar desapercibida no estaba saliendo como yo tenía planeado.

El comedor era un lugar exactamente igual al que se veía en las películas americanas. De hecho, tuve que parpadear dos veces para comprobar que no estaba soñando, o en coma. Después del susto atroz de ver a William en mi habitación, no podía descartar ninguna opción.

Vi a Emily sentada en una mesa, en el fondo de todo, que me saludaba con la mano alzada. Yo sonreí y le hice un gesto con la mano para decirle que ahora me sentaría con ella, después de ir a coger la comida.

Me encaminé hacia la cola y me serví el primer plato: estofado con pollo y guisantes. Después de ponerme mi porción en el plato, lo olí, y fruncí la nariz. No olía tan bien como se veía.

-Sabe peor de lo que huele -dijo una voz a mi lado.
Alcé los ojos y me encontré a William. Otra vez.

-Vaya, si es mi persona favorita. Qué ganas tenía de verte -ironicé.

An Endless Summer Love | DISPONIBLE EN FÍSICODonde viven las historias. Descúbrelo ahora