Capitulo dieciséis: una cita con el quarterback

14.9K 384 112
                                    

El día había empezado mal, pero para ser sinceros, había empezado igual de mal como cualquier otro día en Élite. Me preguntaba si aquello sería un hecho cíclico que sucedería cada maldita mañana en aquél dichoso instituto. Estaba absolutamente convencida que la suerte estaba en mi contra --si es que en algún momento había tenido suerte de la buena en mi vida, porque parecía que, hasta ahora, todo eran desgracias-- porque desde que había llegado, siempre parecía como si me estuviera levantado con el pie izquierdo cada día.

Aquella mañana habíamos hecho el debate de los primeros capítulos de Cumbres Borrascosas... los cuales, voy a admitir, no me había leído. Bueno, "no me había leído" sin contar los resúmenes de los capítulos que había encontrado en internet. Porque eso cuenta para algo... ¿no?

Sea como sea, en mi defensa diré que había llegado demasiado cansada a la habitación como para apetecerme leer una novela clásica, y que Jack se había estado paseando sin camiseta hasta irse a dormir. Con el capitán de fútbol americano parcialmente desnudo a menos de dos metros nadie se concentra, y menos yo, quien ya venía alterada por el encuentro furtivo con William en los baños del instituto.

Hablando del rey de Roma, el inglés tampoco se presentó aquella noche. Tampoco vino a despertarme por la mañana, como había hecho alguna que otra vez. La vedad es que agradecía que no lo hubiera vuelto a hacer, porque no estaba segura de haber podido aguantar las ganas de arrancarle la cabeza a mordiscos en un ataque de nervios.

Fuera como fuese, William no había venido a dormir. Ni siquiera se había presentado a la habitación. Y a mi aquello me olía... a secreto. ¿Dónde iba el inglés por las noches? Era todo un misterio. Un misterio que no se me iba a resistir mucho tiempo, porque a mí me encantaban los secretos, y más si eran de William Adams.

Estaba decidida a jugar a ser Sherlock Holmes si así conseguía un poco de información. Como le gustaba decir a Ana, a mí no se me resistía ningún chisme.

Os estaréis preguntado el motivo por el cual me había ido tan mal la mañana. Pues bien, se ve que mi compañero de habitación tiene algo parecido a un sexto sentido que le hace saber cuándo hago los deberes y cuando no, así que me había puteado hasta el final en el debate de hoy. Pey Hong le había dicho que sería él quien se ocuparía de dirigir el debate en aquella sesión y —cómo no— William había decidido molestarme hasta que a mi me había salido humo por las orejas.

Evidentemente, no había sabido responder a ninguna de sus preguntas. Y había quedado en evidencia durante toda la clase. Ah, y me había ganado una mirada de decepción de Pey Hong que no olvidaría nunca.

Y todo por culpa de mi odioso compañero de habitación.

-¿Por qué has hecho eso? -le espeté a William cuando salimos de clase.

Él me miró por encima del hombro.

-Eres miembro de Literatura Avanzada, cariño. No puedes tomártelo a la ligera. Tienes que ser la mejor, y sentir pasión por esto. No hacer los deberes o leerte un penoso resumen de internet no cuenta como esfuerzo.

¿Cómo sabía él que me había leído los resúmenes de los capítulos? ¿Es que tenía una super intuición o podía leer mentes?

Lo fulminé con la mirada: maldito inglés sabelotodo.

-Yo siento pasión por descuartizarte cuando duermas. ¿Te sirve?

    -Solo intento hacerte un favor. Debes esforzarte mucho más si quieres formar parte de esto.

    Fruncí el ceño.

    -¿Un favor es ridiculizarme delante de toda la clase?

    -Tómatelo como quieras. Quiero que te esfuerces más a partir de ahora.

An Endless Summer Love | DISPONIBLE EN FÍSICODonde viven las historias. Descúbrelo ahora