Capítulo treinta: la vuelta a Élite

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*Esta es la versión no corregida e incompleta de la historia. Si no quieres esperar a las actualizaciones, puedes comprar el libro en físico a través del link de mi perfil*

Me desperté con una sensación de confusión y un fuerte dolor de cabeza. Parpadeé varias veces mientras mi mente intentaba ubicarse en el entorno. Lentamente, recordé que había estado en una fiesta la noche anterior y que, de alguna manera, había terminado en el sofá de Jack.

Un rayo de luz se filtró por las cortinas, y me llevé una mano a la cabeza, sintiendo el estruendo en mi cráneo. Tenía la boca tan seca que parecía el desierto del sáhara.

Agua. Necesitaba agua.

Me removí en el sofá, y el aroma a suavizante y el distintivo olor a William llenaron el aire a mi alrededor. Me quedé inmóvil en cuanto vi cómo su chaqueta de cuero me envolvía el cuerpo. Me había quedado dormida con ella.

Maldiciendo mentalmente en todos los idiomas que conocía, me obligué a mi misma a levantarme y ir a por algo que hiciera que mi mañana fuera menos tormentosa de lo que estaba siendo hasta entonces. Café, decidí. Un café serviría.

Me puse en pie con cuidado y caminé hacia la cocina Con cada paso que daba me recordaba más a un maldito zombie de The Walking Dead, y me pregunté si los guionistas se habían inspirado en los jóvenes con resaca para diseñar a los zombies.

Por lo menos, estaba segura de que yo parecía uno.

Una vez llegué a la cocina, me encontré a un Jack sin camiseta preparando una cafetera italiana. Sus músculos se delineaban bajo su piel, y no pude evitar quedarme un poco embobada admirando sus poderosos músculos.

–Buenos días –me saludó Jack, arrastrándome de vuelta a la realidad. Le devolví el saludo con un débil asentimiento.

–Serán buenos para tí –mascullé.

Una sonrisa ancha se plantó en su rostro mientras me ofrecía una taza de café extra.

–El buen café alivia la resaca.

Cogí la taza, agradecida.

–Gracias –dije, en un murmullo–. ¿Qué haces despierto tan temprano?

Jack alzó las cejas.

–Gatita, es casi mediodía. Todo el mundo se ha ido.

–¿Qué? –exclamé, desubicada–. ¿Cómo que se han ido?

–El fin de semana ya ha terminado, así que... Stacy y las chicas han decidido ir a visitar a sus padres. Matt y Jeff se han ido a la playa y Will se ha largado por la mañana, alegando que tenía asuntos pendientes en no sé dónde –Jack frunció el ceño–. ¿Eso que llevas puesto no es la chaqueta de Will?

Me sonrojé de arriba abajo.

–Una larga historia –que ahora mismo, no tenía ganas de contar–. ¿Y tú, por qué te has quedado?

Jack se encogió de hombros.

–No quería despertarte, y al final, esta es mi casa. No me importa quedarme contigo y con Ana el último día. Tampoco tengo nada mejor a hacer –renegó–. Mis padres están de viaje con mi hermana, así que no tengo muchas opciones.

Le dediqué una sonrisa.

–Gracias por todo, Jackie.

Me guiñó el ojo.

–De nada, preciosidad –tomó un largo trago de café y observé cómo su poderosa nuez subía y bajaba–. ¿Cómo has dormido?

Hice una mueca de dolor.

An Endless Summer Love | DISPONIBLE EN FÍSICODonde viven las historias. Descúbrelo ahora