Capítulo 32: Revelaciones

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*Esta es la versión no corregida e incompleta de la historia. Si no quieres esperar a las actualizaciones, puedes comprar el libro en físico a través del link de mi perfil*

Catorce días. Llevaba catorce días sin saber nada sobre William. Desde que nos habíamos discutido, nadie había sabido nada más de él. Algunos decían que había dejado el instituto; otros, que estaba de viaje. Incluso había la teoría de que se había ido a ver a sus padres. Pero, en realidad, nadie sabía la verdad, ni siquiera Jack.

No podía decir que lo echara de menos. Bueno, de acuerdo, tal vez un poco sí, pero, ¿qué podía decir? A veces incluso yo era un poco masoquista. Después de todo lo que me había dicho, ni siquiera sabía si estaba preparada para verlo. No sabía si nunca lo estaría... pero eso no significaba que no lo echara de menos y me preocupara por él.

Durante estas dos semanas habíamos tenido los exámenes finales, que creía haber aprobado todos. Emily, Lucas y Jack me habían ayudado a estudiar, y habían resultado ser magníficos profesores. Sin embargo, no sabría las notas finales hasta el final de mi estancia en Élite, que cada vez parecía estar más cerca. Ahora solo me faltaban dos semanas más... y tendría que volver a casa.

Me levanté y me miré al espejo. Bueno, estaba más o menos presentable. Si ignorabas el encrespado pelo y las ojeras, podría pasar por alguien que había dormido más de cuatro horas.

Cuando estaba a punto de terminar de prepararme, hubo un golpe en la ventana. Eché un vistazo y allí estaba Jack, con ese aire chulesco que solía tener, excepto cuando estaba conmigo.

Abrí la ventana a toda prisa.

–Jack, si sigues subiendo a la habitación por la ventana, te vas a matar –dije, con una sonrisa en los labios, mientras lo dejaba pasar.

–Subir por aquí me hace ganar puntos de chico interesante –bromeó Jack, mientras flexionaba sus brazos para conseguir entrar a través de la ventana–. El entrenador me está buscando por todos lados. Cuando me encuentre, probablemente me mate.

Abrí mucho los ojos y lo inspeccioné de cerca. Los viernes, Jack siempre tenía entrenamiento por la mañana. Pero en esa ocasión no llevaba el equipaje característico de entrenamiento, ni nada que se le pareciera. De hecho, iba vestido con una sudadera de Rick y Morty y unos pantalones holgados de deporte.

–¿Te has saltado el entrenamiento, Jack Taylor?

Él se mordió el labio inferior, nervioso.

–Me declaro altamente culpable. Pero tengo una razón de peso por haberlo hecho –sacó la mano derecha, que llevaba tiempo ocultándose detrás de su espalda, y me tendió un ramo de margaritas–. Para la chica que me hace más feliz del universo.

–Jack, muchísimas gracias –dije, mientras cogía el ramo entre las manos–. ¿Cuándo has ido a comprar esto?

El centro comercial más cercano estaba a un par de horas en coche, y era el mismo al que habíamos ido Emily, Lucas y yo a buscar los vestidos para la fiesta de la playa. Jack, sin duda, se había tenido que despertar muy temprano para poder irlas a comprar y volver a primera hora de la mañana.

Jack me tocó la nariz en gesto cariñoso y sonrió.

–Es un secreto.

–Oh, ¿un secreto, eh? –repliqué, alzando una ceja mientras olía las margaritas, su fragancia fresca llenando mis sentidos–. ¿Desde cuándo Jack Taylor tiene secretos para mí?

Él se encogió de hombros, su sonrisa juguetona iluminando su rostro.

–Desde que decidí que quería ver esa expresión exacta en tu cara –dijo, señalando mi sonrisa incrédula y mis ojos brillantes–. La expresión de "Jack Taylor, eres un completo enigma para mí".

An Endless Summer Love | DISPONIBLE EN FÍSICODonde viven las historias. Descúbrelo ahora