Capitulo once: un beso inesperado

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Una vez llegamos a la fiesta de la playa, William y yo nos movimos juntos entre los invitados, que cada vez parecían haber más y más. Sentí que todo el mundo me miraba. Cada paso que daba parecía hacer eco en la arena. Nunca me había sentido tan... invadida visualmente como aquella noche.

Al caminar notaba cómo varias personas me sonreían y me decían cosas agradables sobre mi vestido. Sonreía en respuesta, como si realmente estubiera agradecida por sus comentarios y sus miradas lascivas. Algunos incluso parecían dispuestos a invitarme a bailar, pero algo les impedía acercarse del todo. Al dar un par de pasos hacia mi, su mirada de deseo pasaba a estar repleta de miedo y decidían dar marcha atrás.

-Para de hacer eso -advertí a William, cuando lo pillé mirando mal a un pobre chico que se intentaba acercar a mi.

-Yo no estoy haciendo nada.

-Estás saboteando mi noche.

-Si tu noche se basa en ligar con tíos como estos, te aseguro que no te la estoy saboteando. Te la estoy mejorando, en todo caso.

Puse los ojos en blanco.

-¿Por qué no vas a buscar a tu novia y me dejas en paz, por una vez? Seguro que debe estar como loca buscándote.

Sentí su mirada en mi espalda clavándose como un puñal.

-No tengo ganas de estar con ella ahora mismo.

Genial, mucho mejor. Ahora tenía al tío más popular de todo Élite pegado a mis zapatos, porque se le había puesto en la cabeza que su objetivo de aquella noche era destrozar la mía.

-No voy a dejar de bailar con quien yo quiera porque tu me lo impidas.

William frunció el ceño y se cruzó de brazos.

-¿Por qué eres tan tozuda? Te lo estoy diciendo por tu bien. Esta gente no es de fiar.

-¿Qué es lo peor que podrían hacerme? -bromeé-. ¿Pisarme mientras bailamos?

William negó con la cabeza, frustrado. Yo cogí el antebrazo del primer chico que encontré y le invité a bailar con la mirada. Solo necesité una pequeña sonrisa para que él aceptara gratamente.

No era feo, pero tampoco era guapo. Tenía aquella belleza sutil que muchos pueden catalogar como normal, pero yo, después de un mes en Élite donde solo veía caras surrealistamente bellas, agradecía aquél rostro natural. Incluso me parecía más guapo que muchos de los hombres que habían ahí, operados por todos lados.

El desconocido sonrió.

-Me llamo Gareth, ¿y tú?

-Soy Noah.

Gareth volvió a sonreír y me fijé en que tenía la vista borrosa, como si no estuviera presente del todo. En menos de un minuto, empezó a bajar y subir sus brazos por mi cuerpo de una forma ansiosa.

Intenté sacarme sus manos de encima. Me sentía invadida.

-Vaya, Noah, eres muy hermosa. ¿Quieres pasar un buen rato conmigo esta noche? Tengo algunas pastillas que te encantarán.

Negué con la cabeza.

-No, gracias, no estoy interesada.

Gareth cogió con fuerza mi brazo.

-Vamos, Noah, no seas así. Te prometo que te lo pasarás genial.

Intenté alejarme de él, pero Gareth apretó sus dedos en mi piel con más fuerza.

-Disculpa, creo que me tengo que ir.

-Tu no vas a ir a ningún lado, Noah -gruñó, con deseo en los ojos.

An Endless Summer Love | DISPONIBLE EN FÍSICODonde viven las historias. Descúbrelo ahora