Mas ahora, sólo podía mostrarse así: indefenso, confundido e inexperto.
Al parecer, estaban perdiendo la paciencia.
—¡Maldita sea!— Kageyama se giró rápidamente, escuchando el grito que provenía del pelirrojo. —¡Sólo debes hacer eso, idiota!
Definitivamente no fue cuidadoso. No estaba mirando por donde pisaba, por lo que terminó resbalando, cayendo hacia el frente por el impulso y mojándose, lo cual provocó que quedara en frente de la virilidad del más alto, rozando esa zona con su mejilla por al menos dos segundos.
Shoyo se quedó en shock, imposibilitado para procesar que era esa parte de Kageyama, y no su pecho, lo que estaba frente a él. Pero el gruñido ronco que soltó el azabache en menos de dos segundos, hizo que sus mejillas se sonrojaran con fuerza y que su corazón latiera rápidamente, separándose en un santiamén.
¿Qué demonios?
—H-hinata... Idiota.
El cuerpo del número diez había quedado empapado de pies a cabeza, haciendo que la camiseta blanca que llevaba se ciñiera a su cuerpo y que Kageyama lo observara por un segundo cuando se levantó.
—¡L-LO SIENTO!
Esa zona palpitaba, dolía y ardía. Sentía que necesitaba hacer algo rápidamente o si no moriría. Y definitivamente ese molesto enano pelirrojo no estaba ayudando para nada.
Kageyama lo miró con enojo. Su respiración cada vez se aceleraba aún más y más, y todo su cuerpo se sentía tan caliente. —¿Tus papás nunca te enseñaron como hacer eso?
Kageyama quiso pegarse en la cara. —H-Hinata...
El mencionado se sacudió, sonrojado hasta las orejas. —¡N-no me mires así, no tengo papá así que tampoco sé!
Otra vez, y mientras el sonido del agua se escuchaba más estridente para Kageyama con el pasar de los segundos, se quedaron en silencio.
Kageyama se cubrió los labios con rapidez, cerrando los ojos con fuerza y soltando algunas lágrimas.
Shoyo lo comprendió, al ver el rostro ligeramente sonrojado de Kageyama: Era algo que nadie más había visto, no sólo era el hecho de estar excitado, sino que también, era el hecho de estar completamente vulnerable ante sus ojos, llorando como un niño.
Kageyama no lo era en la cancha, no lo era en el voleibol. Siempre se caracterizaba por ese ceño fruncido con el que lo molestaba y esa expresión de concentración y seriedad.
Mas ahora, sólo podía mostrarse así: indefenso, confundido e inexperto.
Estaba entrando en pánico. Mas allá de que había tocado su pene con su propia mejilla, que por cierto ahora ardía, era el hecho de que no quería ver a Kageyama sufriendo por ello. Sería horrible si él tampoco supiera como hacerlo y que alguien a su lado no hiciera nada. Por lo que se sentó de espaldas a esa imagen de su armador y escondió su rostro por completo.
—Una vez, en mi clase... —comenzó a narrar el más bajo. —Estaban pasando un vídeo de esos... —Murmuró más bajo, sintiéndose extraño. —C-Creo que fue por accidente, pero...
No creo que haya sido por accidente. Pensó el armador de Karasuno mientras se mordía el labio inferior para no gemir frente a su rematador.
¡La situación lo superaba! ¡Era demasiado raro!
—S-solo debes hacer eso, Kageyama. Sólo tocarlo.
Kageyama se quedó en silencio.
—¡Por supuesto que lo sé, idiota!
Hinata se asustó. Por un momento, ambos querían olvidar eso: el sonido del agua, la tensión y el desespero ante no saber que hacer. Ah, y que estaban juntos en una misma habitación.
—¡No me grites!
Hinata volvió a hundirse entre sus rodillas y presionó los ojos con fuerza. Él tampoco lo había hecho antes, así que no estaba seguro de cómo proceder. Pero, trató de recordar, trató de recordar ese vídeo.
—Según recuerdo, puedes tocarlo de arriba hacia abajo, forma un círculo con tus dedos mientras lo haces, c-como si fuera agujero. ¡N-No te miraré, así que puedes hacerlo!
El azabache gimió, observando ese pedazo de carne ligeramente palpitante y suspiró. Después de todo, tuvo que ayudarlo quién le prometió que un día lo derrotaría. —Más te vale que funcione. Y-Y no le cuentes a nadie.
Comenzó a hacerlo. El sólo roce de su mano hacía que aquella parte se sintiera más palpitante, dándole a entender que eso era lo que ansiaba, que eso era lo que había esperado por tanto.
—Ah...
Soltó inconscientemente, abriendo los ojos y enfocando su mirada en el pequeño pelirrojo hecho bolita en su lugar, desviando su mirada con vergüenza al saber que debía ser mucho más sutil.
¿Por qué debería importarme? Él quiso quedarse.
Su mano inexperta tocaba cómo Hinata le había indicado, o al menos eso parecía. Cerró los ojos por un momento y levantó su cabeza. Sus ojos llorosos no le permitían ver con claridad, mordiendo sus labios.
¿Se suponía que eso era todo?
Maldito, Shoyo. Lo hubieras dicho antes.
En realidad, era prácticamente su culpa por no saber nada sobre el tema y tener que pedirle ayuda al inocente—no tan inocente — Hinata.
Entretanto, Shoyo estaba tiritando. No sabía qué era lo peor: si estar completamente mojado y con frío o escuchar esos leves quejidos y jadeos del ojiazul.
Podía oír claramente sus gruñidos y el sonido algo molesto de su mano moviéndose con algo de torpeza.
Tragó duro, sintiendo el ambiente pesado y excitante, mordiendo sus labios con insistencia y sintiendo como su cuerpo temblaba.
El chico del vídeo... También gruñía como Kageyama.
—N-No seas idiota— pronunció el armador de Karasuno al ver el cuerpo tembloroso del más bajo. —No puedes excitarte con eso.
¡¿Qué demonios?!
—¡C-Claro que no, Kageyama idiota!
Hinata se preguntaba qué demonios le estaba ocurriendo.
Es increíble que haya aceptado lidiar con esto.
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Kageyama's problem. 'kagehina.
FanfictionSe quedó congelado en cuánto Kageyama soltó un ligero gruñido, seguido de un suspiro que, extrañamente, le hizo sentir cosquillas. -Mierda... Está bien, la situación estaba siendo demasiado incómoda. Pero teniendo claro que Kageyama podía morirse...