"¡Estoy aquí porque ya no hay más habitaciones, imbécil! "
—¡Muy bien, vamos!Los chicos del equipo de vóleibol, de la escuela media Karasuno, emprendieron el tan esperado viaje que habían planeado los de tercero.
Sugawara, Daichi y Asahi fueron los primeros en abordar la buseta en la cual irían. Kiyoko había rechazado la oferta porque debía cuidar a su abuela, el entrenador Ukai se estaba encargando de la tienda aprovechando las vacaciones de invierno y el profesor Takeda descansaba en un viaje familiar.
Técnicamente, fue una idea sólo para pasar el rato y liberarse de toda la tensión que habían soportado hasta entonces.
—¡Ese es mi asiento, idiota! —gritó un azabache malhumorado hacia un pelirrojo inquieto, quién soltó un ligero bufido.
—¡No veo tu nombre en el, buu!—contestó el más bajo, haciendo esa molesta ceña que enojaba más a Kageyama: le estaba sacando la lengua.
Y ese era el diario vivir de ambos. Peleándose, jugando voleibol, molestándose entre sí y al final, dormidos hombro contra hombro en el mismo asiento.
Los mayores observaron la escena aliviados. Cada día pareciera como si en cualquier momento ambos fuesen a tirar al contrario por la ventana, pero al otro segundo ya estaban hablando entre sí, pasándose el balón y halagando su perfecto ataque divino.
En cuestión de una hora, llegaron a su destino. Sorprendentemente, las nubes cirriformes estaban blancas como el algodón, considerando el clima frío. Pronto, el gran milagro se dio. Los rayos fuertes del sol de esa tarde se asomaron como si estuviesen preparados para un nuevo día o quizá una nueva historia.
—¡Tanaka, deja de babear sobre mi hombro!
En diez minutos ya habían bajado las mochilas de la buseta, acomodando todo en sus respectivos lugares.
—¡Waaaaa! —gimió Shoyo con emoción, admirando el gran cuarto que tenía. —¡Nunca había estado en un lugar así!
La habitación era bastante sencilla, sin embargo, tenía un hermoso ventanal gigante que daba hacia el bosque, en donde pronto empezaría a caer nieve.
—No te emociones tanto, idiota. —El número nueve de Karasuno soltó un ligero bostezo y comenzó a acomodar sus pertenencias en la cama de la izquierda.
—¡Es mi habitación! Tengo dere-
—Nuestra. —Interrumpió el armador con un tono pesado. Hinata sintió que caía al piso del impacto.
—¡¿Q-Qué?! —Kageyama se dio la vuelta, ignorando los quejidos del pelirrojo y notando ese ventanal majestuoso. No lo comprendió, ese bosque verde oscuro le daba la sensación de engullirlo. Pero, extrañamente, un atisbo de tranquilidad pareció adueñarse de su pecho, como si lo estuviera llamando a ciegas. —¡No me ignores, Kageyama idiota!
—Pensándolo bien... —Sus ojos azules y penetrantes lo miraron por un segundo. —Quiero tu cama. Quítate.
Hinata reaccionó, tirándose a ella en medio de gritos ahogados. —¡N-No te la daré! ¡Si vas a quitarme la habitación al menos déjame mi lado de la ventana!
—¡Estoy aquí porque ya no hay más habitaciones, imbécil! ¡Además Daichi me lo ordenó! —Vociferaba mientras, encima del número diez, forcejeaba con él para tumbarlo de la cama.
Los mayores, quienes observaban todo desde la puerta, decidieron marcharse a otro lado, suspirando. Con ellos dos no había caso alguno, eran como el martillo golpeando el clavo, pero a fin de cuentas, terminaban uniéndose para lograr un mismo objetivo.
—¡M-Muévete, idiota!
—¡No! ¡Q-Quién sea capaz de permanecer en ella, se la queda!
En un brusco movimiento, demasiado veloz para el más bajo, Kageyama lo tiró al suelo, mostrando una sonrisa tétrica al ganar. —Era así de sencillo.
Hinata soltó un quejido, llevándose una mano a la espalda mientras cerraba los ojos con fuerza. —D-Duele...
Tobio se quedó estático. Reaccionó a los segundos, bajando con prisa hasta el suelo. —L-Lo siento... ¿Estás bien-?
El aire pasó por delante de sus narices y antes de siquiera estirar la mano para ayudarle a la carnada definitiva, Hinata se subió a la cama de nuevo.
—¡Buu! —Otra vez esa molesta lengua fuera de su boca. Quería estrangularla en todos los sentidos. —¡Te engañé, te engañé! ¡Gané, gané!
El azabache permaneció enojado, apretando sus dientes y puños. Se levantó resignado para continuar acomodando sus cosas en el lado izquierdo.
Ahí no estaba ese bosque misterioso, ni tampoco podría sentir la ventisca del invierno, la estación en la que había nacido.
Sigo a Haikyuu y al kagehina desde hace años, pero es la primera vez que me atrevo a hacerles una historia más amplia.
Hace poco hice un one-shot que lo pueden encontrar en mi perfil, se titula "Una vez más".
Estoy sumamente emocionada por esta idea, así que por favor disfruta de la historia y la lectura.
Nos estamos leyendo.
KVST. ♡
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Kageyama's problem. 'kagehina.
FanfictionSe quedó congelado en cuánto Kageyama soltó un ligero gruñido, seguido de un suspiro que, extrañamente, le hizo sentir cosquillas. -Mierda... Está bien, la situación estaba siendo demasiado incómoda. Pero teniendo claro que Kageyama podía morirse...