⁹/¹ Primera vez.

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[Capítulo dividido].

Parte I.

-Hinata... Necesito tu ayuda, otra vez.

Shoyo se quedó paralizado en la puerta, con la taza de chocolate tiritando en su mano derecha.

Sí, sentía mucho miedo. Kageyama se veía realmente mal, casi como si fuese a colapsar en el suelo.

-Y-Yo... -Su respiración comenzó a volverse irregular, sin saber qué decir o qué hacer, simplemente no podía mover alguna parte de su cuerpo para llegar hasta el azabache.

El armador se sentó con dificultad, recostándose en la baranda lateral de su cama, y Hinata vio sus ojos. Cómo se perdían solos, cómo se reflejaba la ansiedad y las ganas de placer en ellos. Sintió miedo, porque era algo que solamente conocía superficialmente, esa sensación de calor y excitación, esa sensación de perderse completamente.

-P-Por favor... Te dejaré ganar, s-solo... Cierra la puerta, idiota.

Shoyo pareció reaccionar, girando en sus propios pies para hacer lo que el más alto le había pedido.

Hinata se quedó en silencio. A pesar de que debido al pánico había manejado la situación la noche anterior, ahora no podía creer que Kageyama tuviera ese problema de nuevo. Hace unas horas no podía mirarlo a la cara, ni siquiera había podido dejar de escuchar los jadeos y gruñidos bajos que su compañero había soltado la noche anterior.

Y eso era tan malditamente vergonzoso.

¿Qué se supone que haga?

-Volví a soñar. -Aclaró el azabache con sinceridad. -No entiendo nada de esto, no sé porqué me pasa...-Sonó desesperado, tocándose la frente y tragando duro. -A-Aún no sé mucho de esto, simplemente está ocurriendo y no sé cómo controlarlo.

Hinata vio el rostro de Kageyama. Sonrojado, con los labios apretados y algunas gotas de sudor deslizándose casi que atractivamente.

Esto es muy malo, Shoyo... Se habló a sí mismo. Deberías dejar de sentir esta ansiedad de acariciar su rostro, deberías dejar de querer...

Bebió más chocolate para no pensar. Lo bebió con rapidez, haciendo que Tobio lo mirara extrañado.

Cuando terminó, se dio cuenta de esos ojos azules y penetrantes mirándolo, por lo que se sonrojó.

-T-Tenía hambre... Además no puedo ayudarte si no tengo fuerza mental...-Explicó aturdido, queriendo que la presencia de Kageyama desapareciera, pero al mismo tiempo que permaneciera.

-Idiota...

Susurró Kageyama en voz baja. Shoyo lo escuchó, pero no quiso pelear. Sabía que Kageyama estaba confundido además de débil.

-¿Qué demonios estabas soñando, Kageyama tonto?

Murmuró entre dientes, sentándose resignado en el suelo, en frente de su armador.

Tobio tenía los ojos llorosos, el temblor de su cuerpo era muy notorio y su respiración se cortó en cuánto el más bajo le preguntó.

-¿Qué? No voy a decirte eso.

-¿Ah? -exclamó el pelirrojo indignado. -Se supone que sólo yo puedo saber de esto. ¿Por qué? ¿Se trataba de chicas desnudas gimiendo tu nombre o acaso de...?

El número nueve soltó un quejido enojado. -¡Idiota! ¿Cómo van a ser esas cosas? E-Es asqueroso...

Hinata se sorprendió. Bueno, todo este tiempo creyó que Kageyama había visto algo por curiosidad o que tenía en mente algún enamoramiento.

-¿No es así? -Pronunció anonadado el número diez. -P-Pero... ¿Entonces qué es?

Tobio miró hacia otro lado, tapándose la boca. El solo recordar el calor de esos labios moviéndose sobre los suyos, ese toque tan etéreo que le proporcionaban esas manos desconocidas... Quiso salir corriendo de ahí.

-E-Estaba en la oscuridad... -comenzó a relatar lleno de vergüenza. -Y... U-Unas manos extrañas tocaban mi cuerpo, mi cuello... -Admitió, suspirando. -No sé quién era, como te dije todo estaba oscuro. Pero... -Miró hacia abajo al sentir esas palpitaciones en su intimidad. -También me besaba... Me besaba mucho y eso... Se sentía... tan bien.

Finalizó, sintiendo el calor de su cuerpo y su rostro al admitir todo aquello.

Shoyo lo miró con desconcierto.

-J-Jamás me ha pasado algo así... -Susurró bajo la carnada definitiva.

-¡Lo sé!- pronunció Kageyama impaciente. -¿Me vas a ayudar o no, idiota?

El pelirrojo se sobresaltó ante la amenaza de Kageyama.

-¡No me grites, tonto! -Exclamó exasperado.

-Tú no grites, no quiero que nadie se dé cuenta. Por eso vine hasta aquí. -Aclaró malhumorado.

Hinata apretó los ojos. ¿Estaría correcto hacer lo que estaba pensando?

-Kageyama... -Murmuró despacio. El nombrado le miró. -¿Estás diciendo que sería bueno experimentar lo que sentiste... En ese momento?

El ojiazul se quedó en blanco. Las palabras de Hinata enviaron miles de cosquillas por sus piernas, hasta llegar a su pene.

-¿De qué estás hablando?

-¿Para eso necesitabas mi ayuda? -gimió el pelirrojo desconcertado, llevándose una mano a la boca. -¡E-Es obvio que no voy a hacer e-eso!

Kageyama lo miró furioso. -¡No te lo iba a pedir, idiota!

El número diez lo miró fijamente. -P-Puedo ayudarte, p-pero sólo si prometemos olvidarlo... Después...

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Kageyama's problem. 'kagehina.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora