⁸ Otra vez.

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Cuando creyó que la incomodidad podía ser superada, cuando creyó que la situación no podía empeorar ni ser vivida nuevamente, se equivocó.

El sonido del despertador comenzó su increíble espectáculo, no durando ni dos segundos, puesto que lo presionó con fuerza contra su cama mientras lo apagaba.

Se tapó el rostro con las manos y quiso volver a los días de antes, en donde no era un maldito adolescente hormonal que sólo quería frotar su pene contra algo.

Sus ojos agotados se rodearon con furia, queriendo patalear y llorar como un niño pidiendo su juguete nuevo. No lo entendía, no entendía porqué le ocurrían cosas así, ¿por qué a Shoyo no le pasaba lo mismo?

Se cubrió con su cobija azul y suspiró. Quizá sólo debía dormir de nuevo, sí, eso haría. Sin embargo, observó de nuevo las manecillas del reloj corriendo con lentitud. Eran las siete de la mañana. ¡Eran las siete de la mañana y en vez de dormir, tenía una puta erección de nuevo!

Quiso maldecir todo en ese momento. Hasta que una idea chispó por su cabeza, haciendo que su pene se sintiera ansioso y desesperado.

Se levantó de la cama con cuidado, observando la espalda de Hinata subiendo y bajando calmadamente. Con lentitud caminó hasta la puerta, asomándose a cada lado para no ser descubierto y, cuando vio que el baño estaba libre, no lo dudó dos veces y entró con rapidez, como si un espanto estuviese detrás de él.

sólo... podríamos tocarlo como ayer. Se recordó.

Esta vez había tenido un sueño como esos. Era bastante raro, no le encontraba ninguna lógica con sinceridad. Simplemente eran las manos en la oscuridad, tocando su cuerpo, besándolo en los labios con lentitud y una experiencia recóndita. Se preguntaba una y otra vez qué significaba eso, pero no hallaba una respuesta lógica para sí mismo; pues aunque algunas veces llegó a simplemente excitarse fugazmente, no lo practicaba seriamente ni tampoco había tenido que autocomplacerse. Era por eso que seguía siendo inexperto en ese tema, pues más de la mitad de su cerebro estaba destinado al voleibol y no tenía tiempo para perderlo en otra cosa.

Se miró las manos, el retrete, el bulto levemente inclinado entre sus pantalones de dormir y la puerta.

Temió por su vida.

Rápidamente, comenzó a lavarse la cara y cepillarse los dientes como si no hubiese un mañana.

¿Cómo se supone que haré esto cuando hay nueve personas afuera?

Quiso que ese momento no existiera nunca. Deseó estar completamente solo, en la oscuridad o en algún espacio propio. Pero todo lo que tenía era compartir con alguien y eso lo frustraba con facilidad.

Mierda, mierda, mierda...

Piensa, piensa, piensa...

Al enjuagar su boca y mirar nuevamente el retrete, recordó la incomodidad del día anterior y todo lo ocurrido. Recordó a Shoyo entrando en el baño en ese momento, diciéndole qué hacer y cómo.

No, no, no. No deberías involucrarlo más, él sólo tuvo la desgracia de descubrirte ayer.

Sin embargo, la presión que sentía allí abajo no fue para menos, impidiéndole pensar con claridad o utilizar su única neurona.

Shoyo sabrá qué hacer.

Kageyama se apresuró con rapidez hasta la habitación que compartía con el rematador, quedándose completamente absorto cuando no lo encontró en su cama.

¡¿A dónde demonios se fue?!

De repente, escuchó algunos ruidos en la cocina y supuso que se estaba preparando alguna bebida.

¡Esto es malo! Malo, malo. Alguien podría levantarse también y entonces...

Sintió una corriente eléctrica por su espina dorsal, obligándose a sí mismo a caer de rodillas en el piso. Se sentía caliente otra vez, como si se tratara de una fiebre. Recordaba ese sueño, constantemente, esos besos en su cuello, la sensación que dejaban las manos en su cuerpo. El ardor del toque, de todo el lugar.

—Quiero...

Recordó que la mano hizo un recorrido por su abdomen hasta llegar a su pene, tocándolo en movimientos muy similares a los que había hecho la noche anterior en el baño.

Estaba respirando agitado. Necesitaba besar esos labios, necesitaba que el sueño lo tomara y le hiciera todo lo que en ese momento, porque no creía que en su vida real pudiera lograr algo así de perfecto.

—Oye... —La voz algo adormilada de Hinata le hizo abrir los ojos súbitamente, siendo consciente de que estaba tirado en el suelo, apretando los dientes y con la respiración acelerada.

—H-Hinata... —Sintió el sudor bajar por su frente. —Necesito tu ayuda... Otra vez.

 Otra vez

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Kageyama's problem. 'kagehina.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora