¹⁸ Confundido.

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Antes que nada, quiero agradecer infinitamente a las personas que están apoyando esta historia. No se imaginan cómo he tenido una semana caótica, decaída... Y de repente me llueven las notis de que leen este pequeño relato. Agradezco de todo corazón aquello, desde el alma.
¡Les quiero! ♡
KVST.

Kageyama se movió inquieto por toda la habitación. No podía pensar con claridad, no mientras su corazón se estrujaba cada vez más con el pasar de los segundos.

Observó sus uñas y las limó cuidadosamente, tratando de despejar su mente y suspirando.

Cierto cabello pelirrojo y desordenado, y aquella voz que tanto odiaba (amaba) aparecieron en su campo mental.

Recordó la conversación de aquellos chicos en el supermercado y frunció el ceño, molesto consigo mismo porque no tenía a quién más exponerle su caso.

¿Cómo mierda me consolaré yo mismo? Cómo si eso fuera posible...

Se sintió solo. Casi toda su vida lo había estado, ¿cuál era la diferencia ahora? Se hundió en sus rodillas, sintiendo ese vacío en el pecho y cerrando los ojos con fuerza.

Siempre quise ser un buen setter. Ser el orgullo de mi equipo, creer que el vóleibol sería aquello que me salvaría de mi soledad. Lo eché todo a perder, siendo apodado así, perdiendo la confianza de mis compañeros. Pero entonces... Llegaste tú, Hinata, y es como si la vida me diese una cachetada muy fuerte. No es el más fuerte quién permanece en la cancha, es quién sabe luchar. En ese momento...

Recordó la primera impresión que tuvo de él en los partidos de secundaria, viéndolo por encima de la red, volando.

Tú brillabas. No puedo decir que fue el momento en el que quise estar a tu lado, pero sí pensaba que quería vencerte. De alguna manera, algo en mi interior se había avivado, casi como si una llama de fuego se encendiera en mi pecho. Después de nuestro primer ataque, pensé que así se sentiría todo. Que así se sentía poder luchar y darlo todo. Que así se sentía compartir tu pasión con alguien.

Sonrió con tristeza y miró fijamente al suelo.

Yo nunca tuve a mi familia mirándome, o yendo a los partidos de secundaria. Supongo que es algo que envidio de ti, Hinata idiota. Pero, lo que sí tengo... Son compañeros de equipo. Creo que tú eres como un amigo. Mas que eso eres como... Un aliado en la cancha. Siento que somos invencibles, y cada vez que lo dices, así te llame idiota cientos de veces, sigo creyendo que es real.

Sólo tú... Haces que esta llama de luz nunca se apague, gracias por eso. Gracias por salvarme, Hinata... Es gracias a ti que pude ver el otro lado... Se sintió tan genial poder luchar junto a ti. Creo que quiero seguir haciéndolo por mucho más tiempo... De lo contrario...

Un fuerte apretón le inundó el pecho y las lágrimas comenzaron a resbalarse silenciosamente por sus pálidas mejillas.

Seguiré estando solo. Ya no quiero estarlo. No cuando tú me has enseñado todo esto, ¿para qué lo hiciste si luego tendríamos que irnos? No quiero perder lo que me aferra a ti, no quiero imaginarme la cancha sin ti. No quiero imaginarme el vóleibol sin ti. No quiero imaginarme mi vida sin ti. No quiero a nadie más que a ti... Sólo...

—Quédate.

'°'

Por fin, luego de comprar la comida y controlar a un par de idiotas, Sugawara encontró una cabina de teléfono.

—¡Oye, Hinata! —Llamó al de cabellos naranjas y sonrojadas mejillas, quién rápidamente se acercó. Le entregó dos monedas y le sonrió. —Ahora podrás llamar. Estaremos aquí esperándote.

El menor asintió y sonrió dulcemente. —¡Gracias, Sugawara senpai!

El platinado acarició su cabeza que estaba cubierta por un adorable gorro verde y caminó hasta Daichi. Shoyo, en cambio, se alejó hacia la cabina pública, ingresando y sintiendo el calor una vez cerrada.

—Waa, realmente hace frío... Podría quedarme aquí por siempre. —Cerró los ojos con fuerza, abrazándose a sí mismo y recordando el propósito de estar allí plantado. —Bien...

Echó las monedas por el pequeño orificio y comenzó a marcar con el dedo tembloroso.

De cierto modo, estar a solas le brindaba un poco de comodidad, sintiéndose libre con sus pensamientos.

¿Seré idiota?

La voz de su madre al otro lado de la línea lo hizo sobresaltar, pues estaba sumido en los ojos azules de Kageyama proyectados en su mente.

¿Hola? ¿Diga?

—M-Mamá... Soy yo... Shoyo...-

¡Mi niño! ¿Cómo has estado? Oh, santo cielo, me alegro tanto de que llamaras. Natsu te extraña mucho, está dormida en el sofá, pero de seguro le encantaría hablarte...

—S-Sí... Saluda de mi parte, también la extraño. ¿Está todo bien?

Un vacío se formaba lentamente en su pecho, y comenzó a pensar en cómo era su vida antes de todo. Cómo podía sonreír sin presiones, con facilidad, sin tener que esconder algo. Sin tener que esconder ese secreto por más tiempo...

Y todo lo que siento. Esto de verdad duele, en serio...

—...Así que llame a Riouka para que me ayudara... En fin, ¿cómo estás tú? ¿Qué tal todos?

Sus pensamientos se esfumaron, trayendo consigo la voz suave y dulce de su madre, esperando conectar las ideas para responder. ¿Le estaba preguntando por todos?

—Todos muy bien. He comido bien, el clima está frío... —Súbitamente, su cuerpo recordó el bosque de pinos, la voz de Kageyama, sus gemidos roncos y la proximidad que habían tenido la mañana anterior, sintiendo sus mejillas explotar y que la garganta se le secara al percibir esa ansiedad que se formaba en su pecho y estómago.

—Eh... —¿Por qué...?  Las lágrimas comenzaron a bajar por sus mejillas, pensando en todo lo que había hecho, en cómo se estaba mintiendo a sí mismo, en cómo ahora estaba separado de la persona que más quería. —Y-Yo...

Shoyo... ¿Estás bien? —La voz dulce de su madre le hizo querer desaparecer, pensando en esconderse, pensando en qué iba a hacer al llegar a casa y saber que Kageyama se había alejado, que ya había dado su primer beso, que todo lo que estaba sintiendo con el paso del tiempo le pesaría. Quiso refugiarse en su casa, junto a su hermana. Quiso olvidar ese viaje, quiso olvidar el frío del invierno y el calor de los labios ajenos. Quiso olvidar todo lo que lo unía a ese momento, estremeciéndose y sollozando bajo. —¿Cómo está Kageyama-kun?

Un espasmo lo recorrió.

Ya nada es como antes.

—M-Mamá... —Gimió. —E-Estoy... Confundido.

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Kageyama's problem. 'kagehina.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora