Una suave brisa se apoderó del espacio, trayendo consigo el frío del invierno y haciendo que Hinata exhalara vaho mientras observaba al azabache.
Estamos aquí. Estoy a un paso de...
Los ojos azules del más alto se posaron sobre los castaños de su rematador. Tan cálido... En medio del frío. Pensó observando su figura pequeña, pero con mucha presencia. Más de la que admitiría.
Shoyo se aproximó a su lado, con la mira en los orbes profundos del colocador hasta que desvió la mirada.
Se sentó a su lado. Ninguno dijo nada. El silencio se acentuó en medio de sus cuerpos mientras contemplaban el bosque de pinos. Hinata sintió un estremecimiento por toda su columna vertebral. Kageyama, por el contrario, se hallaba increíblemente aturdido por ese fogoso paisaje.
Las hojas de los pinos se movieron ligeramente, debido al viento que soplaba con sigilo. En medio de la ventisca, sus mentes estaban teniendo una guerra de pensamientos en contra de su voluntad.
»Hinata idiota. Idiota, idiota. Se supone que debía prepararme, se supone que...
»Tontoyama. Háblame ya. Si no lo haces, entonces yo...
—¡Comamos!
Ese grito, que más que enérgico había sonado aterrador, hizo que el pelinegro se girara como un rayo hacia el mayor.
Hinata resopló. ¿Qué? No podía quedarme aquí como un tonto con el silencio cuando tengo muchas cosas que decir, Tontoyama.
¿Hah? ¿Acaso está... enojado? Se preguntaba el azabache mirándolo con el ceño fruncido.
—Chocolates. —Murmuró el pelirrojo, mirando el pasto. —Traje... Chocolates.
Kageyama seguía en shock. No entendía nada de lo que estaba ocurriendo. La situación hace un momento parecía tan incómoda, pero el pequeño bloqueador central había hecho que todo ese frío silencio se esfumara.
—Sí. —afirmó suave y serio, sin mirarlo. Sólo pudo girar su mirada hacia los pinos de nuevo, sintiendo el olor húmedo del bosque y pensando.
Eres como esos rayos de sol. Tu nombre lleva el sol. Pero realmente lo eres, idiota.
Quiso derretirse, extrañado, ante ese pensamiento.
Shoyo posicionó la pequeña caja en sus narices, obligándolo a tomar una figura en forma de oso pequeña y rellena del sabor antes mencionado.
Esto... Es tan malditamente lindo. Se dijo Kageyama a si mismo. Y sí, aunque parecía de piedra, realmente le gustaban las cosas tiernas. Y la leche, claramente.
Nuevamente se quedaron callados. Masticaron el dulce, observando más allá y perdidos en sus respectivas mentes.
—K-
—Esos días, —comenzó a expresar el azabache. —cuando tuve aquellos sueños extraños... Estaba en este bosque.
Hinata lo miró fijamente.
—La primera vez, soñé que estaba corriendo hasta llegar a lo profundo de él. Tuve la sensación de perderme. Estaba cayendo nieve y sonreí. Pero entonces, empezaron a asomarse unos rayos de sol, como ese día, y comenzaron a molestarme. Quedé completamente desnudo, todo se tornó oscuro. Fue ahí cuando las manos me tocaron por primera vez. Primero mis mejillas, para darme un beso... Luego todo el cuerpo.
El pelirrojo escuchaba atentamente, mordisqueando su chocolate y asintiendo.
—Se sintió bien. —Finalizó, cerrando los ojos y suspirando. —Lamento-
—Tengo algo que decir. —Lo interrumpió el mayor, sabiendo de antemano que iba a disculparse. —Eres realmente un idiota.
—¡¿Qué dijiste, bastard-
—Pero —prosiguió. —hay algo que quiero decirte. Recién me di cuenta, lo siento por eso. Siempre que miro tus ojos me pareces tan azul y gris, como un mar muy profundo. Algunas veces pienso que es un mar que no ha sido explorado, ni comprendido.
Kageyama lo miró.
—Y, quizá te pediré mucho, no estoy seguro, pero... —Shoyo siguió mirando los pinos, sintiendo a algunos pájaros silbar con suavidad. —Me he dado cuenta de que quisiera acercarme más. —El ceño del menor se frunció. —En el sentido de... de que quisiera poder conocerte mejor. No te estoy pidiendo que me lo cuentes todo, sólo...
Tobio observó con seriedad como escondía su rostro en medio de sus rodillas. ¿Ahora te avergüenza, boke?
—Quisiera que supieras que puedo estar para ti. Y que, a pesar de lo que todos digan, creo que ser el rey es genial en muchos sentidos. Eso se ha vuelto tu fortaleza, ¿no es así? Eso te ha permitido luchar por tus objetivos. Has aprendido a confiar. Aunque nunca lo digas, sé que confías en mí como yo lo hago en ti. Así que...
Estaba sonrojándose. Su rostro y cuerpo se sentían calientes y sus manos temblaban un poco.
—Así que...—Apretó los ojos con fuerza. —Cuando te sientas solo, cuando sientas que has perdido el camino... N-Nunca olvides que estoy caminando a tu lado, así que no te puedes desviar porque... Debemos llegar a nuestro objetivo. —Hinata levantó su cabeza, con el sonrojo en medio de sus mejillas, el cabello alborotado debajo de su gorro verde y sus cejas levemente fruncidas. —Juntos.
Por primera vez, en mucho tiempo, Tobio sintió verdaderamente ganas de llorar.
¿Qué mierda... tú,... Hinata boke?
—Y tampoco... —Susurró de nuevo Shoyo. —te alejes demasiado. S-sé que... Ha sido incómodo lo que pasó, pero... Lo que menos quiero es sentir que te pierdo. —Sus labios hicieron un pequeño puchero mientras miraba a otro lado. —Ya sabes, no puedes irte cuando he prometido que te vencería. ¡No puedes rendirte contra mí!
Kageyama se quedó mudo. En medio del bosque de pinos, un viento muy fuerte sopló, provocando que ambos sintieran los escalofríos contra sus cuerpos.
Por fin, pudo mirarlo a los ojos. Con determinación y un sentimiento cálido en su interior, asintió levemente en dirección al número diez de Karasuno.
—Sí.
El bosque de pinos... Nos sigue mirando.
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Kageyama's problem. 'kagehina.
FanficSe quedó congelado en cuánto Kageyama soltó un ligero gruñido, seguido de un suspiro que, extrañamente, le hizo sentir cosquillas. -Mierda... Está bien, la situación estaba siendo demasiado incómoda. Pero teniendo claro que Kageyama podía morirse...