Ese chirriante sonido de aquella voz diciendo: «wake up, shoyo, wake up, it 's late, wake up, shoyo, it' s late...» persistía.
Ambos chicos no sentían el tiempo. No sentían si era temprano, tarde o nada. No podían sentir nada más que no fuera un cosquilleo por sus espinas dorsales, sus cuerpos temblando, el calor de la habitación y sus respiraciones, ahora sincronizadas a la perfección.
¿Qué acaba de suceder?
Los dos jugadores del Karasuno soltaron una exhalación profunda. Un leve viento ingresó por la ventana, que Shoyo había abierto apenas se levantó por su chocolate.
Su chocolate...
Se empezaron a escuchar pasos que salían de las habitaciones contiguas, algunos bostezos y también voces...
Hinata pareció reaccionar primero, llevándose una mano a la boca con desespero y retirándose del regazo de su colocador.
—Mierda... —Exclamó exaltado, sintiendo como su estómago se revolvía.
Kageyama pareció volver en sí, levantándose con rapidez y mirando al más bajo con enojo.
—¡¿Qué demonios te pasa, estás bi-?!
La puerta de la habitación fue abierta de golpe, haciendo que ambos miraran asustados hacia ella.
—¡Hinataaaa, apaga tu alarma de chivo... Agh, me está rompiendo los oídos! —Gritó un alterado Tanaka, quien al parecer aún tenía resaca del día anterior y no estaba prestando atención al ambiente, en dónde un pelirrojo lo daría todo por ir al baño y un pelinegro tenía su pantalón mojado sin percatarse en lo más mínimo.
La puerta permaneció abierta y ambos seguían mirándose mutuamente. Hinata mantenía la mano en su boca, sosteniéndose el estómago con la otra. Kageyama lo miraba entre enojado y asustado.
—E-Estoy mareado... —alcanzó a musitar Hinata, teniendo una arcada de inmediato, asustando al azabache.
¡No estás pensando vomitar por mi beso, Hinata boke! No soy tan malo besando... Además, afortunadamente me cepillé...
Sugawara vio de reojo a aquellos dos y mientras pasaba a la cocina, se preguntó porqué ambos estaban sudando si estaban en pleno invierno.
—K-Kageyama...— El más bajo contuvo la respiración, dando pasos torpes hasta la puerta y girándose. —T-Tu pantalón...
Y se fue corriendo torpemente en dirección al baño.
Tobio miró hacia su pantalón con extrañez, haciendo que un sonrojo pintara por completo sus mejillas y que sus ojos se abrieran con evidente sorpresa.
Joder.
Con una agilidad aterradora se cubrió y apagó la alarma de Hinata antes de que alguien más viniera a quejarse.
Pude correrme... Con un beso.
No sabía si alegrarse o preocuparse.
'°'
El desayuno comenzó. Los huéspedes de la hermosa cabaña comenzaron a devorar todo lo que encontraban, comiendo huevos revueltos, sushi, tocino... Entre otras especialidades que Daichi y Sugawara se habían tomado la molestia de cocinar.
Entre risas, Nishinoya se llevaba un rollo de sushi a la boca, mientras Tsukishima comía en silencio. Era extraño, pero incluso él parecía calmado esa mañana, mostrando por un momento una pequeña sonrisa genuina en su rostro.
—Qué miedo... —Susurró el pelirrojo observando la escena.
Si voy... Bueno, si Kageyama y yo... Sacudió su cabeza ligeramente, preocupándose excesivamente. Podríamos arruinar el ambiente...
Una mano grande agarró sus hebras y sintió una corriente bajar por todo su cuerpo al notar que era la de Kageyama. Lo estaba mirando, con sus ojos azules y penetrantes, con su catadura de seriedad. —No sobrepienses. Sólo hazlo. Si quieres comer, hazlo.
El más pequeño quiso desaparecer. Su cuerpo seguía temblando al recordar todo lo que había pasado esa mañana, y eso que apenas eran las ocho.
¡Nos besamos como por media hora!
Sus pensamientos no lo dejaron en paz. Kageyama lo notó, no siendo completamente ajeno a lo que sentía su rematador.
—N-No me preocupo por comer... Es que...
—Hey.
Tobio lo agarró del brazo para que dejara de hablar. Shoyo alzó la mirada, encontrando esos orbes profundos.
—De eso hablaremos más tarde, tú y yo. En este momento, no somos nosotros. Somos todos.
Y con eso culminó, arrastrando al pelirrojo hasta llegar a la mesa entre sus quejidos y negaciones.
El pelirrojo finalmente se rindió, sentándose en la mesa junto a Nishinoya y aceptando el sushi que le estaba ofreciendo.
—¡Shooooyo! ¡Necesitas comer bien! —El líbero se acercó a su oído y con una sonrisa cómplice añadió: —Tendremos una práctica con unos chicos geniales que conocimos ayer. ¿Quieres venir?
A Shoyo le brillaron los ojos y rápidamente se metió el rollo de sushi en la boca, asintiendo repetidamente.
—¡Quiero, quiero, quiero!
Nishinoya le revolvió los cabellos alegremente y siguió comiendo con dedicación.
Kageyama observó esa escena, siendo ajeno a la mirada de sus mayores. Pues no estaba siendo consciente de que apretaba los puños y un aura oscura parecía engullirlo.
—Leche... Leche... Leche... —susurraba gravemente hacia la pobre nevera, queriendo borrar el rastro de las manos de Nishinoya del cabello que él había tocado antes.
Kageyama encontró por fin una caja de leche y se sirvió un plato de arroz con tocino y huevo.
—Muchas gracias por la comida. —Pronunció haciendo una reverencia hacia la pareja de tercero.
Daichi y Sugawara lo miraron atemorizados. —C-Claro... Puedes comer de lo que está en la mesa también...
Kageyama se recompuso, desviando la mirada y observando cómo el pelirrojo reía animado con los demás.
—No. —Dijo decidido, agarrando su comida y su leche. —Sólo quiero comer esto.
Ambos mayores asintieron ante la voz grave del colocador, quien se retiró en dirección a la salida.
Hinata... Parece como si lo hubiera olvidado.
Rodeó la cabaña y se sentó en el pasto frío, teniendo de frente ese paisaje que tanto anhelaba con el pasar de las horas: el bosque.
Comió en silencio, sintiendo el frío de la mañana, pero más que eso, el de su corazón.
Hinata... ¿Lo del beso funcionó...
Sintió el vacío que tomaba forma en su pecho, llevándose una mano a él con desespero y recordando la sensación de calidez que provocaban sus labios juntos, la euforia de su cuerpo, los cosquilleos que sintió por primera vez...
O empeoró todo?
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Kageyama's problem. 'kagehina.
FanfictionSe quedó congelado en cuánto Kageyama soltó un ligero gruñido, seguido de un suspiro que, extrañamente, le hizo sentir cosquillas. -Mierda... Está bien, la situación estaba siendo demasiado incómoda. Pero teniendo claro que Kageyama podía morirse...