Se quedó congelado en cuánto Kageyama soltó un ligero gruñido, seguido de un suspiro que, extrañamente, le hizo sentir cosquillas.
-Mierda...
Está bien, la situación estaba siendo demasiado incómoda. Pero teniendo claro que Kageyama podía morirse...
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La luz de la luna los iluminaba mientras el mayor temblaba en la cama y se giraba de nuevo, dándole la espalda a Tobio y tratando de guiar sus manos correctamente hacia el interior de sus shorts.
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Estaba soñando, ¿verdad? Esa era su mente haciéndole malas jugadas.
—K-Kageyama... —Pero la voz de Hinata se sintió tan real y el agarre cálido de su mano también.
Se sobresaltó. Los dedos de Shoyo se aferraban débilmente a su muñeca a medida que lloraba.
—N-No me atrevo a salir...
Sintió pitidos en los oídos. Una sensación conocida le recorría el cuerpo. Sentía escalofríos al percibir el toque de Hinata y esa voz suave pero diferente. ¿Por qué Hinata se escuchaba diferente?
—Sé que estás enojado... Pero, y-yo...
Kageyama se giró. Frunció el ceño en señal de confusión y lo miró fijamente. —No lo estoy. —Pronunció serio y grave. Hinata se lamió los labios y cerró los ojos mientras un espasmo se adueñaba de su cuerpo.
Tobio tuvo que apartar la mirada. ¡Hinata boke, Hinata boke! ¿Por qué te ves tan...?
—Deberías terminar con eso. —Dijo tajante. —Pronto empezará a doler y mucho... Idiota.
Claro, ahora estamos al revés... Pensó burlón.
El pelirrojo lo miró. Kageyama no pudo creer que puso esa mirada suplicante y rendida. —¿Por qué no me sueltas? ¿O es que acaso me vas a pedir ayuda? —Pronunció con una sonrisa molesta. Hinata lo miró de mala gana, mordiéndose el labio para atascar un gemido al escuchar eso.
Dios... Kageyama.
—No la tuya...
El pelinegro se quedó quieto. La luz de la luna los iluminaba mientras el mayor temblaba en la cama y se giraba de nuevo, dándole la espalda a Tobio y tratando de guiar sus manos correctamente hacia el interior de sus shorts.
