Parte II.
Tobio lo miró anonadado. ¿Qué clase de propuesta insana era esa? ¡No quería besar a Hinata! Además, ¡no iba a obligarlo a hacer eso si no quería!
—¿Qué demonios te pa-
El cerebro de Shoyo al parecer no escuchó la voz de su colocador, quién se encontraba helado del susto mientras observaba el rostro sonrojado de Hinata muy cerca del suyo.
¿Qué mierda...? ¡¿Qué mierda es esto?!
—H-Hinata...— Quería incluir el idiota en su llamado, pero simplemente estaba siendo absorbido por el descontrol de sus latidos y de todo su cuerpo.
—K-Kageyama...-
—¡C-Cállate! —El azabache por fin tuvo la fuerza suficiente para detener su rostro con la palma de su mano. Shoyo se quejó. —¿Qué estaba a punto de suceder...? ¿Qué carajos, Hinata?
Sin embargo, aunque había colocado su mano en medio para detener lo que sea que ese enano estuviese planeando, pudo recordar como la voz de Hinata se sintió diferente. En realidad todo de él se sintió diferente. En ese momento, pudo sentir la tensión que se había formado, el aura de Hinata parecía más... ¿atractiva, seductora? Y el como dijo su apellido... De una forma que nunca lo había hecho antes, como si se tratara de una nueva persona.
—¡Me voy a quedar sin ojos, Kageyama tonto!
Sólo podía pensar en su respiración acelerada, en el calor de su mano, sus nervios y ese tono de voz. Cuando Hinata se acercó, pudo verlo. Pudo ver sus ojos, había casi un brillo igual al que aparecía en ellos cuando estaba a punto de rematar el balón.
¿Por qué...?
—¿Estabas pensando besarme? —Pronunció confundido y alterado. ¿Cómo se supone que de un segundo para otro fuera tan impulsivo? Ni siquiera le dio tiempo de reaccionar y responder a su propuesta.
—¡Es que...! —No se podía quejar seriamente con la mano del ojiazul cubriéndolo todo el rostro. —¡Quita tu mano primero!
Entonces lo hizo. Kageyama deslizó su mano por su rostro, viendo de nuevo esos ojos castaños y brillosos, el sonrojo leve de sus mejillas y su expresión molesta y avergonzada.
Hinata desvió la mirada. Kageyama se preguntó por qué demonios los latidos de su corazón —y el otro tipo de palpitaciones —no cesaban.
—Es que... —Volvió a susurrar el pelirrojo. —Dijiste que eso fue lo que lo provocó. Así que... —según lo que he leído... Se sonrojó. —Eso debería... Quitarlo...
Tobio no estaba convencido. ¿Cómo era eso? ¿Cómo era eso de que lo besara? ¿Cómo podía siquiera hacerse una idea de sus labios besando los de Hinata? ¡Hinata! Su compañero de vóleibol, su rematador... Pero también...
Discutimos todo el tiempo, lo llamo idiota y lo regaño en la cancha. Pero... Él es el único que me ha hecho permanecer, todo este tiempo. Fue él quién me dio esperanzas, fue él quién me hizo extender mis alas caídas. A pesar de los errores, a pesar del pasado... Yo... Creo que Hinata es como mi rival y también, mi mejor amigo.
El único.
Observó la expresión sonrojada de Shoyo. Su mirada hacia una lado, sus manos sobre las rodillas contenidas en puños. El leve temblor de su cuerpo cubierto por una camiseta amarilla y su cabello desordenado.
Kageyama se pegó en la cara.
¿Cuándo te volviste así, Hinata idiota? ¡Tan experto en esto! ¿Y por qué, cuando te veo así...?
—E-Está bien...
Kageyama también desvió la mirada. ¿Acaso había dicho que sí? Vaya mierda.
—Cómo se supone que...—El armador aclaró su garganta. —¿actuaremos luego de esto?
Sabía que sólo los enamorados, los novios o esposos se besaban así. De la forma en la que lo habían besado en sus sueños o la forma en la que supuestamente lo harían. No era del todo estúpido, sabía que dos amigos y mucho menos dos hombres debían besarse de esa manera.
—N-No diremos nada. Además, sólo será esta vez, para ayudarte con eso... —Hinata fue reduciendo el volumen de su voz a medida que culminaba la frase, perdiendo su mirada por un momento en los pantalones de su colocador.
Kageyama apretó sus puños, evidentemente frustrado y enojado.
—La próxima vez... Lo haré por mi cuenta.
¿Cómo se ve tan igual? Se veía como el chico del vídeo... Pensó el más bajo. Se sonrojó violentamente y suspiró. Sólo será hoy. Kageyama es tu amigo. Tú puedes ayudarlo y lo harás. Sólo eso.
Definitivamente, eran dos idiotas.
Ambos se miraron. Kageyama sintió un escalofrío en su columna vertebral. Estaba nervioso. Pero también, sentía un dolor palpitante desde hace diez minutos que no lo dejaba en paz.
Hinata inhaló. Es sólo un beso.
La tensión volvió a aparecer, ninguno sabía cómo proceder. Sus ojos se perdían en los contrarios y sus cuerpos parecían haberse quedado pegados al suelo, incapaces de hacer el primer movimiento. Hasta que el pelirrojo habló. —N-No te vayas a reír...
Con la determinación, Shoyo se acercó al número nueve. Kageyama puso toda su atención en él, en cómo se inclinaba hacia adelante, apoyando sus manos en el suelo.
Sin embargo, cuando miró hacia su rostro, pudo notar el sonrojo de éste y de sus orejas. También como fruncía los labios y cerraba los ojos con fuerza, temblando como lo había hecho en el baño. —Si te vas a poner así de nervioso, entonces mejor no lo ha-
Pero lo hizo. Hinata cortó la distancia y besó los labios de su colocador. Fue un pequeño roce, que Kageyama sintió con cada fibra de su ser.
Por un momento, Kageyama creyó que no volvería a respirar. Se había quedado paralizado.
El rematador se separó lentamente, sintiendo todo su cuerpo temblar. Se mordió los labios, encontrando las palabras correctas para decirlo.
—E-Era mi primera vez.
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Kageyama's problem. 'kagehina.
FanfictionSe quedó congelado en cuánto Kageyama soltó un ligero gruñido, seguido de un suspiro que, extrañamente, le hizo sentir cosquillas. -Mierda... Está bien, la situación estaba siendo demasiado incómoda. Pero teniendo claro que Kageyama podía morirse...