Creía fielmente que aquella persona era esa mandarina revoltosa con patas. […] Le gustaba que no se rindiera, y que cada vez tuviera a alguien para gritar: Una vez más.
Se despertó lentamente. Observó las cortinas azules de la ventana y jadeó, sintiendo el cálido de aquella almohada de algodón y cerrando los ojos de nuevo.
Mh... Quiero dormir mucho...
Sin embargo, y para su desgracia, unos recuerdos inundaron su memoria, provocando que se levantara de golpe y un mareo inevitable se apoderara de su cuerpo.
Recordó todo. El abrazo de Tobio en medio de la película, la mano de Tobio sujetando su brazo para correr, el beso de Tobio, los toques de Tobio, la chaqueta de Tobio, el olor de Tobio...
"Kageyama... Tengo que decirte algo. Me..."
Eso era todo lo que recordaba. Lo único. No, no. ¿Qué? ¿Qué había pasado después? ¿Lo habían dicho sus labios? ¿Si quiera había hablado?
Se sujetó los cabellos con fuerza. Recordó más cosas. El frío. La voz lejana de Kageyama, los brazos de Kageyama rodeándolo, su cuerpo contra el pecho cálido de Kageyama mientras caminaba.
Todo eso se mezclaba de forma inconclusa en su cabeza, sin poder definir que era exactamente lo que había ocurrido luego de ese encuentro.
Tuvo otro recuerdo. Una mirada triste de Kageyama, su mano alejándose de la suya mientras pronunciaba unas palabras y se alejaba de la cama. Conectó todo eso en su mente.
Mierda... ¿Acaso yo...
El color rojo tomó partido en todo su cuerpo, con sus mejillas y orejas compitiendo entre sí y angustia creciendo en su pecho.
...me confesé?
...
La noche había sido larga. Casi que interminable, si podía decirse. Kageyama no pudo dormir. Estuvo toda la noche pensando en las palabras que había formulado Hinata antes de dormirse, y como un idiota, dejándolas a la mitad. Como si no fuese suficiente, Shoyo había decidido pronunciar unas dulces que ahora eran amargas palabras cuando lo dejó en la cama de la habitación: quédate conmigo.
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Kageyama's problem. 'kagehina.
FanfictionSe quedó congelado en cuánto Kageyama soltó un ligero gruñido, seguido de un suspiro que, extrañamente, le hizo sentir cosquillas. -Mierda... Está bien, la situación estaba siendo demasiado incómoda. Pero teniendo claro que Kageyama podía morirse...