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Huening Kai había comenzado a actuar de una manera sospechosa ante mis ojos. Había dejado esas pataletas de niño pequeño encelado y estaba mucho más serio incluso en cuanto a estudios. El cambio había llegado acompañado de unas notas que encontraba a diario en mi casillero, y he de decir que al principio sospeché de SooBin, pero el repentino cambio de Huening Kai me hizo sospechar rápidamente de él, sólo había una pega: las caligrafías no coincidían y era algo que me chirriaba.

Habíamos tomado la costumbre de salir en los intercambios de media mañana para tomar un café al cual me invitaba a diario y había vuelto a esperarme para ir y volver de la universidad. Me sentía verdaderamente confusa por la manera en la que me trataba. Le había dado mil vueltas a lo que sentía por Kai y era imposible de ponerle nombre o saber de qué se trataba, simplemente estaba en mi pecho y por mucho que intentara pensar en frío, el roce de su piel era suficiente para avivar cualquier ascua que quedara.

Kai también había cogido la manía de agarrar mi mano al caminar o simplemente posar su vista en mí sin apartarla en ningún momento a no ser que fuera muy necesario. La manera en la que me miraba era distinta, por supuesto que lo era, pero no podía evitar creer que estaba fijando todos y cada uno de los detalles que mas me incomodaban de mi rostro. Aún si así fuera él jamás los comentaba, únicamente los miraba con devoción.

Bahiyyih también había cambiado, no tan drásticamente pero bastante notable. Únicamente me preguntaba por Huening Kai y siempre hablaba de él, como si quisiera que yo lo conociera hasta la médula, algo me olía a chamusquina por aquí y sabía que podía ser que Kai había desarrollado sentimientos por mí, cosa que podía corresponder perfectamente, pero...

También estaba él. El motorista de blanco que siempre estaba con nosotros en las carreras. Parecía ser amigos de los chicos pero ninguno quiso decirme quién era, ni siquiera él mismo. Desde que me llevó aquel ramo de flores se había vuelto de cierta manera más cercano a mí, muchísimo más cercano de lo que cualquiera esperaría.

Al correr las carreras siempre se acercaba a mí y calentaba sus gélidas manos antes de tocar mi rostro con suavidad. Nunca entendí por qué tenía las manos frías hasta que YeonJun me explicó que el aire chocaba directamente con la piel. Desde entonces siempre fui yo la que se encargaba de calentarle las manos después de cada recorrido, tomándolas entre las mías y haciendo que el revuelo de mi pecho reviviera. Me sentía mal porque él no era Huening Kai, sin embargo me hacía sentir de la misma manera, un tacto tan íntimo y sorprendentemente tan familiar para mí.

Tras celebrar por un rato los podios, solía tomar mi mano y dirigirme hasta unos arbustos más apartados de aquella turba de personas y sonidos, y a pesar de que él no hablaba, el silencio era todo lo que necesitaba para desconectar de verdad. Solía apoyar mi cabeza en su hombro suspirando con cansancio y nuevamente su aroma se me hacía tan familiar, tan rebelde en mi pecho, que solo podía pensar en Huening Kai y en cómo se sentiría si supiera que me siento así con otra persona.

¿Llevas el casco porque no quieres que te reconozcan?—El motorista asintió.— ¿Hay gente mala detrás de ti?—Entonces negó.— ¿Y por qué no quieres que te reconozcan entonces?

Y hubo silencio, casi había olvidado que él nunca respondía preguntas que no tuvieran un breve movimiento de cabeza o un movimiento de manos. Suspiré agotada, quería saber quien era, tenía la necesidad de saberlo, de lo contrario sentía que mi corazón latía con fuerza por una persona cualquiera. ¿Quién sabe si tenía 20, 30,40 años? Nadie lo sabía y eso me hacía sobrepensar las cosas, Kai siempre sería la mejor opción, pero la manera en la que me hacía sentir este misterioso amante era la misma que en las películas de adolescentes, cuyas sensaciones jamás había sentido hasta el momento. 

Al fin y al cabo mi situación tampoco estaba muy corrompida: Seguía habiendo un chico lindo que me trataba bien y me quería tal y como era, y cómo no, llegó el macarra de turno y por ser más llamativo, acaba robándole el corazón antes de que pueda darle una oportunidad al otro chico... ¿Acaso yo quería romperle el corazón a Huening Kai? Por supuesto que no, mi propio corazón dolía por la fuerte confusión que sentía, era algo que no podía sacar por mucho que quisiera de mi pecho...

¿Quería de verdad a Huening Kai o quería quererle? ¿Qué estaba sintiendo por este misterioso amante? 

Mi corazón estaba dividido en dos tal y como si fueran aceite y agua, Capuleto y Montesco, pues nunca hubo una historia tan triste que esta de Julieta y su Romeo. 

Mystery Lover.-Huening Kai y tú.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora