3- Deseos

2K 201 0
                                    

Lo que en algún momento fue su actividad de fin de semana más normal, había pasado a ser la reunión más incómoda de todas; _______ y él sentados en el KFC junto a un montón de niños corriendo de aquí para allá en calcetines, con un par de hamburguesas de pollo frías y papas a la francesa.

Tenían que negociar, Izana se había metido en la cabeza que esa podía ser su oportunidad de "hacer las cosas bien" con alguien y _______ estaba comiéndose las uñas por saber si tendría su ayuda con el asunto del embarazo.

—Di lo que tengas que decir, pero por favor terminemos con esto.
Pidió a modo de suplica, con los ojos tan hinchados de haber estado llorando toda la noche anterior.
Esperar dos días a que Izana pudiera aclararse a sí mismo la tenía completamente desecha. No tenía idea de cómo debería actuar si él simplemente se hacía a un lado.
No tenía amigas cercanas y lo más próximo a una verdadera amistad era lo que tenía con el dúo de chicos del orfanato donde había crecido; Nadie a quién recurrir.

Había estado trabajando duramente desde que era solo una niña, haciendo mandados y concentrándose al mil porciento en generarse sus propios ingresos para poder aspirar a una carrera con sus escasos recursos.
Y lo había conseguido...

Claro, una modesta carrera técnica como azafata le había permitido costearse la vida de manera decente trabajando en una aerolínea pequeña con vuelos cortos y escalas dentro del continente, manteniéndose en contacto con el lugar donde había crecido, incluyendo a sus amigos.

Una vida soñada para alguien que no tenía absolutamente nada... Hasta que se había arriesgado a besar a su amor de infancia, terminando por enredarse en algo de una noche, metiéndola en un lío enorme que incluía la pequeña cosita creciendo dentro de ella.

Se mordió los labios, escuchando la voz ronca de Izana delante suyo. Obligandose a mirarlo a pesar de la vergüenza que sentía por haberse envalentonado aquel día y aparecer nuevamente con una noticia como aquella.
—Kakucho me dijo lo que sientes por mi
Dijo el moreno sin sacarle la mirada de encima, observando el cambio de color en sus mejillas, sonrojandose completamente.

—¿Ah? ¿Cómo? ¿Él hizo...? ¿Qué te dijo?
Tartamudeó, haciéndose pequeña en su sitio.

Izana le restó importancia.
—Se le salió decir que estabas enamorada de mi desde hace unos años— Revolvió la ensalada de col con la cucharita plástica —Para serte sincero, no sospechaba que te gustaba... Ese no es el punto

La pobre muchacha cambiaba de un color a otro, poniéndose tan pálida que parecía que llevaba días sin comer.

—Te juro que no hice esto a propósito— Le aseguró tomándolo por el brazo, estirándose sobre la mesa —Sé que un bebé no va a retenerte, no pienses eso de mí, por favor.

El moreno miró a su brazo, haciendo que ella inmediatamente quitara el agarre con mucha vergüenza.

—Calmate, no pienso eso.
Aseguró con tono tranquilo, empujando la charola con la hamburguesa intacta hacía ella, ya que no había tocado absolutamente nada desde que habían llegado.
—Come, parece que vas a desmayarte en cualquier momento.

Le dió una pequeña sonrisa, esperando unos segundos a que ella se comiera al menos una patata o picoteara el puré al fin.

______ siempre había sido una niña de complexión menuda, tan delgada como un palito de pan.
Nunca se habría imaginado que la flacucha huérfana que se escondía detrás de Kakucho cuando se aventuraban en algo potencialmente peligroso para unos niños crecería pensando en él de manera romántica.
Genuinamente pensaba que a ella le gustaría su amigo y no él desde el primer momento.

Pero ahí estaban...

Se había mentalizado toda la mañana para aquello, planteandose todas las posibles dudas que podrían surgir, las excusas que ella le podría dar y un sin fin de posibilidades que tendría para ofrecerle, recordandose a sí mismo las palabras que Kakucho le había repetido mil veces antes: "Si usas todos tus argumentos y ella dice que no, olvídate de forzarla".

Un hijo para IzanaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora