5- Papá

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Las cosas habían permanecido incómodas entre ambos. El contacto físico que tenían era apenas un poco distinto a lo que hacían cuando eran amigos.
Dormir por las noches en la misma cama se sentía completamente fuera de lugar.
Ella esperaba que Izana le abrazara por la cintura y dijera que lo sentía en su oído, pero el de arcillos se giraba al acostarse para darle su espacio por si "seguía enojada con él".

No estaban teniendo los días armónicos de una pareja, porque en realidad no sabían cómo ser una.
Intentarlo no lo era todo y eso estaba cansando a ambos.
Pero eso no era lo peor del asunto; _____ había estado teniendo tantos síntomas de formas repentinas, que incluso había vomitado a mitad del discurso sobre como abrocharse los cinturones en un corto vuelo.
Ya era tarde para buscar un doctor, así que la situación le estaba preocupando realmente.

Su uniforme de la aerolínea le iba más ajustado con el pasar de las semanas, así que estaba anticipando la charla con su jefe, sabiendo perfectamente que iban a enviarla a casa (si era que no la despedían antes, pasándose las normativas legales por el culo).

Estaba tan preocupada por todos los cambios nuevos en su vida, que lo único que se le había ocurrido hacer era ir a llorarle a la única persona que iba a escucharla en un momento como aquel: Kakucho.

El muchacho la había estado escuchando quejarse atentamente durante la última media hora, entendiendo a la perfección los cambios repentinos a los que se refería respecto a su amigo:
Izana no era el hombre más estable del mundo, no era atento ni amable cuando eran niños, todo el caso contrario...
Así que él seguía sin entender cómo era que aquellos dos se habían enredado siquiera.
Tenía sentido, porque sabía lo mucho que le gustaba el moreno a ______, pero lo que no conseguía pillar era por qué.

Siempre terminaba siendo intermediario entre aquellos dos, con ella llorando como en ese momento la mayor parte del tiempo.
Kurokawa era arisco con ella, cruel incluso desde que eran niños, pero la muchacha iba detrás de él siempre, así tuviera que esconderse para que el otro no la notará y la regresara al orfanato.

—Izana siempre se ha portado de la misma forma contigo ¿Por qué creías que iba a ser diferente?
Dijo de forma pausada, intentando no herir los sentimientos de ella a pesar de la cruda realidad

______ sorbió por la nariz, sacándose un par de lágrimas con la servilleta sobre la mesa de la cafetería.
—Yo sólo... Pensé que la idea de ser papá podía hacerlo ver las cosas diferentes
Se mordió los labios, aguantando el gemido de decepción
—Estaba tan seguro cuando dijo que quería tener una familia que creí en lo que me decía...

El más alto suspiró, dándole palmaditas en la espalda, compadeciendose de la situación, pero sin intensiones de darle falsas esperanzas.

—Él está emocionado con la idea de tener un hijo— Admitió, observando como ella le ponía atención —Ha estado pensando en nombres y algo sobre la pintura de una recámara
Dejó salir, intentando recordar qué de todo lo que lo había estado obligando a hacer, se podía relacionar con la llegada de su bebé.

—No lo entiendo entonces— Habló nuevamente la muchacha —En casa apenas y pregunta por como me siento o si las cosas van bien... A veces creo que tiene la ilusión de que el niño llegará por paquetería o algo así.

Hitto no pudo aguantarse la risa, siendo fulminado por su amiga, quién aprovechaba el momento para dar un sorbo a su taza de té.

—No estoy bromeando
Le aclaró con tono serio, un poco molesta

—¿Cómo fue que ustedes dos terminaron juntos de todas formas?
Desvió el tema el pelinegro, escudándose tras su bebida para no hacerla enfadar más.

Ella pensó por un segundo, sonrojandose de pues a cabeza al recordar fragmentos de como había pasado la mejor semana de su vida teniendo encuentros casuales con el platinado hasta que su ciclo se había retrasado y la varita del test de embarazo había dado positivo.

Ni siquiera estaba segura del momento exacto en el que le habían dado al blanco, había un par de opciones más probables que otras, pero daba igual si su hijo había sido engendrado en el motel junto a la carretera o en la trastienda de S.S Motors cuando le tocaba cerrar al muchacho.
Habían tenido distintos encuentros en la misma semana y todo coincidía.

Ella tampoco sabía en concreto por qué Izana había comenzado a frecuentarla en ese tiempo, pero las cosas se habían dado y ahí estaban, tuviera sentido o no.

—Fueron días difíciles...

Terminó por decir en respuesta a su amigo, quién se sonrojó con una mueca incómoda.

—Si no quieres darme detalles está bien. Pero es extraño que dos de tus amigos estén a punto de ser padres— Se encogió de hombros —Pero, para serte sincero, en serio me gustaría saber qué es lo que ves en Izana que te ha mantenido con él desde que éramos niños

Ella jugueteó con el adorno de la mesa, dubitando si ser sincera valdría la pena.
—Creo que es esa boba idealización del tipo malo de buen corazón— Dijo pasando los dedos sobre la superficie —Imaginarme a Izana siendo una buena pareja a pesar de su pasado me gusta.

Kakucho parpadeó
—Eres consciente de que fue al reformatorio ¿Verdad?

Ella simplemente asintió, sabiendo que buscarle excusas a aquel detalle era inútil.
—Soy huérfana ¿Si? Tengo problemas psicológicos que no voy a molestarme en descubrir... Todavía

El de la cicatriz negó
—Vas a tener un hijo y ya sabes lo que dicen sobre heredar los traumas... Yo tendría cuidado en tu lugar

________ simplemente hizo la vista gorda, ignorando las advertencias cómo siempre que se enfurruñaba por tener algo.

—Me estás diciendo que debería terminar con Izana y arreglar toda mi mierda antes ¿Verdad?

Kakucho negó, sin saber muy bien qué palabras debía usar para ser claro.
—Creo que los dos deben madurar antes de que el bebé nazca. No pueden vivir peleando todo el tiempo

Ella simplemente asintió, deseando tanto que algo sucediera para hacer cambiar a Izana.
Su amor no había sido suficiente durante años, pero quizá esa pequeña cosita creciendo a causa de ambos podía ablandar su corazón. O quizá, pasar tiempo juntos lo hiciera cambiar realmente.

—No te daré falsas esperanzas— Dijo el más alto, aclarándose la garganta —Trabaja en ti, en tu hijo. Intenta concentrarte en algo que sí puedes hacer por ti misma o va a terminal mal
Terminó lo que estaba tomando, muy seguro de sus palabras.
—No idealices tanto a Izana, piensa en  ti primero

Le dió un toquecito en el hombro, haciendo que ella terminará por acercarse a abrazarlo.
Kakucho siempre había estado ahí para ella cuando se trataba de sus conflictos sentimentales.
Era el único niño bueno en el orfanato cuando había llegado ahí después de pasar por dos casas de acogida, en las que había odiado estar.

Las familias la trataban mal y lo único que ella podía sentir era el rechazo de ser la pequeña huérfana ajena a todo el mundo.

Llegar al orfanato a los 8 años, con un historial así no era esperanzador: Ser devuelta en dos ocasiones no era sencillo. Las burlas y los comentarios de los otros niños no se hacían esperar. Incluso había llegado a escuchar la decepción de una institutriz al hablar de ella como "la pobre niña inadaptable".
Pero Kakucho había sido indulgente con su pequeño yo y le había abierto las puertas a la pequeña pandilla de él e Izana, y eso lo había convertido en uno de sus mejores amigos.

Así que confiar en sus palabras sería lo mejor.
Ya pensaría como hacer para sacar las ideas fantasiosas de su cabeza.
Probablemente, Kakucho llevaba razón y debía ordenar su mierda primero.
No tenía mucho tiempo, así que más le valía ponerse a trabajar rápidamente en ello.

Si había conseguido superar sus días en el orfanato, podía enfrentarse a cualquier cosa.

Un hijo para IzanaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora