35- Abismo

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Todo en el departamento pareció congelarse, la voz de ______ hecha un susurro desde el baño donde claramente se escuchaba una voz masculina respondiéndole le hizo hervir la sangre a Izana.

¿Ella había conocido a alguien más?
¿Lo estaba dejando por uno de los putos pilotos de los que Shion y Mochi le habían advertido?

Los instintos de destrucción con los que había cargado toda su vida le respiraban en la nuca, exigiendo una explicación a cambio de no romper absolutamente todo a su paso.
Había pasado años ignorando la vocecita en su cabeza que le exigía salir y armar un alboroto cada vez que se enoja a un poco.

Se colocó la camisa a tirones, descubriendose sumamente molesto mientras avanzaba por el pasillo y aporreaba la puerta del baño con completa autoridad.

—Vamos a hablar, sal de ahí
El gritito asustado del baño y el golpe en el lavamanos le indicó que había asustado a la muchacha, probablemente el teléfono se le habría caído de paso; No le importaba.

Golpeó la puerta otra vez, observando como el pestillo era retirado y se abría la puerta con sumo cuidado.

—No quiero hablar ahora, estás enojado y me asusta cuando gritas
Le dijo con voz firme, aunque le temblaban las manos cuando intentaba apartarse de la puerta.

Pero Izana no la dejó escabullirse tan rápido.
—Estas exagerando— Le dijo poniendo una mano a la altura de su pecho para que no continuara avanzando —Me equivoqué la semana pasada ¿Eso querías oír? Ahí está tu puta disculpa

La muchacha negó
—No quiero que te disculpes. Ya es muy tarde para que arreglemos esto
Apartó su brazo sin emplear demasiada fuerza, pero Izana no se movió ni un milímetro.

—Ni siquiera soy yo quién tendría que estar pidiendo perdón.
Habló con saña, agachándose para asegurarse de que ella iba a verlo cuando le estuviera hablando

La muchacha se paralizó, observando sus orbes violetas, completamente indignada.
—¿PERDÓN?
Le salió una voz aguda, con todo el timbre de molestia delatando el gran cambio que estaba ocurriendo en su cabeza.

Izana se plantó de frente a ella, sin intensión de ser agresivo, pero si firme.

—Kuro esperó tu llamada toda la semana. Y como la buena mamá eres, sigue sin saber ni una sola maldita cosa de ti mientras tú te estás telefoneando con un cabrón a escondidas
Dijo el muchacho completamente fuera de lugar, consiguiendo hacerla enojar.

A ella no le gustaba pelear, pero cuando algo la molestaba en serio, sacaba sus pequeñas garras para reclamar.
Y estaba tan harta de que le cuestionara su papel de mamá cada que podía, así que no se aguantó lo que estaba sintiendo en ese momento.

—Vete al carajo— Lo maldijo, olvidándose de lo que había estado haciendo para dirigirse a la recámara —Voy a recoger a mi hijo. Ni siquiera nos esperes despierto.

El moreno rodó los ojos, yendo tras ella y alcanzándole antes de que entrara a la alcoba.

—¿¡Qué mierda quieres de mí!?—Preguntó muy exaltado —Atiendo al niño, te atiendo a ti ¿Qué carajo quieres?
La tironeó del brazo, consiguiendo sacar los mechones de cabello que ella se las había arreglado para acomodar en el baño.

—¡Quiero que al menos tengas la decencia de preguntarme cómo estoy cuando llego a casa!— Le pegó en el pecho con la mano hecha un puño, sin oportunidad de hacerle ningún tipo de daño —¡Me usas como si fuera un juguete cada vez que se te antoja y quiero un poco de respeto!

El moreno no sabía si reírse o tomar en serio sus peticiones.
Sabía que era un poco desconsiderado, pero no era algo de vida o muerte para ella... O así lo creía hasta que ella empezó a gritarle reclamos como un tornado enfurecido.

Un hijo para IzanaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora