10- Adaptarse y sobrevivir

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Por la mañana, la muchacha estaba tan radiante como un pequeño bombillo apenas había abierto los ojos.
Izana los había llevado a ambos a mitad de la madrugada hasta la cama, cubriendo con la sábana a la muchacha con toda la tranquilidad del mundo.

Le había besado la sien como a una niña pequeña y habían dormido uno al lado del otro con aquella conexión fabulosa, hasta que la insoportable alarma indicaba que debían comenzar el día, pinchando la burbuja de confort recientemente descubierta.

La muchacha intentó sentarse sobre la cama, sintiendo un dolorcito punzante al momento de apoyarse, atribuyéndolo al juego rudo de la noche anterior, pensando en que tendrían que tener mucho más cuidado a la hora de ponerse cariñosos la próxima vez.
Sin embargo, _______ no parecía afectada en lo más mínimo, ya que no había sangre en la cama o algún otro indicio de que su bebé estuviera en peligro.

Se dirigió al baño, poniéndose encima una de las camisetas de Izana ante la desnudez de su cuerpo.
No le había dado mucha importancia a sus malestares, pero comenzó a estar un poquito preocupada cuando notó el ligero color rosaseo en la orina después de ir a hacer pipí.

De acuerdo a lo que les había dicho el doctor, el sexo no era algo realmente prohibido durante el embarazo, solamente tendrían que abstenerse un poco cuando se llegara a los últimos meses para evitar accidentes, así que el ligero dolorcito en el bajo vientre y las articulaciones que tenía al sentarse debían ser meramente cansancio. O eso había querido creer.

Se había puesto en marcha antes que Izana, preparando el desayuno con un tarareo alegre, sintiéndose relativamente bien entre más actividades comenzaba a hacer.

Eso de que el sexo ayudaba con el estado anímico era completamente real; Se sentía llena de energía, se paseaba de aquí para allá sin ningún síntoma de náuseas o mareos.
El bebé estaba muy quietecito y sin dar problemas después de que sus padres hayan concretado un salvaje encuentro la noche anterior.

Llegar a acuerdos les había funcionado bastante bien, así que se sentarían a discutir un par más de cosas sobre el futuro que ya era necesario poner sobre la mesa.

Era la primera vez que Izana realmente intentaba ser una persona atenta y lo estaba consiguiendo como todo un campeón.
Cuando apareció por la cocina, con el pelo húmedo por la ducha, _______ terminaba de prepararle el almuerzo para que fuera a trabajar.
Le besó la sien, pasando detrás suyo para sacar el cartón de leche y dar un sorbo directamente del empaque.

—Tengo que irme— Dijo en su tono de siempre, tocándole la barriga y dejando un beso en su hombro a modo de despedida —Si necesitas algo, llamame ¿Bien?

Notó el ligero gesto de malestar en ella cuando había puesto su mano cerca, retirandola inmediatamente.
—¿Pasa algo?

La muchacha negó, asegurándole que solo era un poco de dolor por la juerga, entregándole la caja de almuerzo y asegurando que llamaría a su médico para hacer una consulta rápida.

Ante la nula preocupación, Izana tomó su palabra, agradeciendo la comida y prometiendo volver temprano a casa.
Estaba listo para salir, pero aquellos ojitos suplicantes le recordaron que ya no era solamente el "amigo inconsciente" que iba y venía a la hora que quisiera, así que, para sorpresa de la muchacha, se inclinó a su altura, rodeándola con los brazos y dándole un beso en los labios que la dejó con las piernas como gelatina.

—Si necesitas ir al doctor, puedo decirle a Shinichiro para ir contigo ¿Okey?
Le dió una sonrisita, saliendo del departamento para ir a SS Motors, ignorando completamente el shock generado en la menor.

______ estaba congelada en su sitio, sin entender qué acababa de pasar. Parpadeó un par de veces solo hasta que la puerta principal se había cerrado, dejando fuera a Izana después de aquel gesto tan impropio de él.

Un hijo para IzanaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora