46- Pequeño

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______ se acuclillaba delante de su despeinado pequeño el lunes por la mañana antes de subir al auto para irse al trabajo.
—Prométele a mami que vas a ser un niño bueno en la escuela
Dijo mientras le acomodaba la bufanda sobre el cuello, ajustandola para que no fuera a resfriarse.

—¿Por qué tienes que irte? No quiero que vayas a trabajar
Preguntó de vuelta el niño, con ese tono triste que conseguía hacer flaquear a la muchacha.

—Amor, recuerda que para comprar juguetes e ir a restaurantes necesitamos tener dinero— Explicó con calma —Mami necesita trabajar para eso.

Izana los observaba desde la entrada del apartamento con la maleta de ella al lado, esperando pacientemente a que su adormilado hombrecito entendiera que _________ tenía que irse.

—¿Por qué papá no puede trabajar como el tío Shinichiro y volver a casa?
Continúo la insistencia en el tema mientras le daba la mano para caminar afuera.

—Porque entonces no podría cuidarte— Dijo con calma —Mamá va a intentar venir a casa más seguido para que no me extrañes tanto ¿Bien?

El niño asintió, siguiendola con tristeza hasta el pasillo.
—¿Cuando termines de trabajar vas a llamar?
Preguntó dando pequeños pasitos hacia el asesor.

—Te llamaré todos los días— Dijo pinchando el botón para esperar el asesor —Y le enviaré una nota de voz a tu padre si no puedo hacerlo
Miró a Izana ponerse a la par de ellos

Hicieron el camino hasta el aeropuerto en la completa oscuridad de la carretera.
Junior se quedaba dormido como siempre en el asiento trasero y se despedía de él antes de bajar la maleta, aunque en esta ocasión se despertó para abrazarla antes de separarse, pidiéndole que volviera tan pronto como pudiera.

Izana no estaba mejor que el niño, Había preferido estacionar el auto y caminar en el frío hasta la entrada del aeropuerto cargando a Kuro para no perderse ni un segundo de su compañía.

—Regresa al auto, está haciendo frío
Le dijo ella al comenzar a avanzar bajo las luces del aparcamiento, acomodando la mantita de su hijo.

—Quiero estar contigo al menos los dos minutos que tardemos en llegar
Habló sacando vaho blanco por la boca, delatando la temperatura del ambiente

—Pediré el cambio de turno. Incluso podría trabajar los fines de semana y Tener unos pocos días extras para estar con Junior

Izana asintió, no muy convencido de que esas cosas pudieran ser posibles o que fueran lo suficientemente rápidas como ella querría.

Al llegar a las puertas, se quedaron de pie medio segundo, conscientes de que ahí se despedían y volverían a verse hasta que terminara la semana.

—Vuelve pronto a casa
Dijo rosandole la mano, notando la ausencia del anillo que le había dado, sintiendo como se le revolvían las tripas al ver su anular desnudo.
Tragó, dándose cuenta de que quizá las cosas solo habían mejorado en su cabeza.

—Te llamaré para saber cómo están las cosas— Dijo ella dándole una apagada sonrisa —Te encargo a mi hombrecito

Le acarició la espalda al niño, asomándose bajo la mantita a la espalda de Izana para besarle la frente y apretarle la mejilla a su muy dormido bebé.

Se despidió de ellos con un nudo en la garganta.
Izana se inclinó un poco al despedirse, deseando tanto poder darle un beso, pero no había forma de que pudiera tirarle de la cintura y sujetarle la cara para que lo besara mientras estuviera maniobrando a Junior.

Así que solo la miró marcharse otra vez, haciéndole doler el pecho como cada vez que se alejaba de ella.
¿Realmente había sido tan malo para que ella se alejara?
Definitivamente.

Un hijo para IzanaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora