23-Hasta que crezca

1K 139 11
                                    

_______ había entrado a la recámara del bebé sin hacer mucho ruido, procurando no despertarlo abruptamente a pesar de que ya casi era su hora de comer.

Miró dentro de la cuna, pero el pequeño albino no estaba.
Pensó inmediatamente que quizá estaría en el portabebé en la sala, pero al revisar el lugar tampoco había rastros de su primogénito.

Comenzaba a preocuparse, entrando a la recámara para preguntarle a Izana por el paradero del bebé, pero en cuanto entró a la habitación, descubrió a un par de pacíficos albinos durmiendo uno al lado del otro.

Kuro se encontraba acurrucado sobre el pecho del muchacho, sus enormes pestañas blanquecinas sobre sus mejillas regordetas.

Se enterneció al instante, observando la copia perfecta del hombre que amaba sosteniendo al recién nacido.

—Izana— Llamó con cuidado al moreno para despertarlo, divirtiéndose con la situación —Dijiste que el bebé tenía que acostumbrarse a su cuna. Para eso la compramos

El mayor renegó un poco, respondiendo con los ojos cerrados mientras besaba la coronilla de su pequeño clon.
—No... Él crecerá demasiado rápido— Explicó acurrucandolo contra su pecho —Quiero pasar todo el tiempo que pueda con él

Intentó sacar de entre sus brazos al pequeño para regresarlo a su cuarto, pero el mayor abrió los ojos, suplicando con la mirada que lo dejase en paz.

—Solo será este mes, lo juro
Cerró los ojos de nuevo, casi como alguien que está delirando entre la consciencia y la inconsciencia.

A _______ no le quedó otra opción más que sonreír. Era tan tierno ver a su amado tirano siendo doblegado por una cosita de 3 kilos y medio.

Lo dejó ser entonces, tomando su siesta hasta que el bebé reclamó tener hambre y el muchacho por fin le dió algo de espacio con su hijo.

—Vamos cariño, tienes que comer
Tomó el pequeño cuerpo lloroso, llevándolo hasta su pecho y calmando su llanto pegándoselo al pecho.

Izana al fin se estiró en la cama, hipnotizado por el pequeño niño que comía ruidosamente.
—¿Por qué no puede quedarse así para siempre?
Preguntó con ojos tristes el peliplateado, mirándola desde la almohada alimentar al pequeño

—Sería muy costoso tener que comprarle pañales por siempre— Explicó con calma —Además, no podríamos verlo ir a la escuela... Hacer amigos...
Habló ilusionada, imaginando a su bebé yendo al jardín de niños y aprendiendo a jugar al fútbol

Izana hizo el tonto, jugando con un pequeño mechón del niño
—...Tener su propia pandilla...

Miró la reacción de _______, fingiendo que no había dicho nada cuando ella lo fulminó con la mirada.

—Nada de pandillas— Lo regañó —Me moriría si cualquier cosa le pasara
Le apartó con cuidado, rechazando cualquier insinuación sobre comprarle uniformes en miniatura a su hijo.

—Aunque te enojes, él aprenderá a pelear y será el mejor de Japón
Advirtió, ganándose un sonido de desaprobación

—No vas a hacer con mi hijo lo que Ran y Rindou hacen con tus sobrinos— Le dejó muy en claro —No quiero a mi bebé peleando con otros niños por tonterías

Izana no quiso discutir. Poner a pelear a su pequeño junior con los hijos de Shinichiro no sería justo porque Shinji era mucho mayor y Rinnie era demasiado salvaje para que las cosas fueran justas.
Le gustaba el carácter de esa niña; era ruda y no se dejaba intimidar. Quizá emparejarlos en lugar de hacer que pelearan sería lo mejor.

Kuro era un bebé todavía, pero comenzar a programar desde ese punto a su sobrina de dos años para que quisiera salir con su primogénito sonaba a un buen plan para él.
No había problemas de sangre, o eso se decía a sí mismo pensando que al fin podría emparentar realmente con los Sano.
Pero no iba a obligar a la pequeña niña... Del todo...

Un hijo para IzanaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora