26- Junior

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No despertar en la incómoda cabina del personal o en el sofá de la sala de estar de un aeropuerto  al azar resultaba incluso extraño para ________.
Abrir los ojos y que la primera cosa que sentía era su cuerpo siendo apretujado por unos brazos fuertes constriñendola era todavía más inusual.

Se revolvió en la cama, suspirando pesadamente después de una larga noche de verdadero descanso después de la ajetreada semana laboral. Estaba en su cama con Izana respirándole tras el cuello con suma delicadeza.

No quiso moverse mucho para no despertarle, disfrutando del contacto a primera hora del día por unos minutos antes de que una respiración pesada antecedió un beso en su nuca.

—...Buenos días
Escuchó la voz ronca que consiguió erizarle el vello de todo el cuerpo.

Se había dormido casi inmediatamente al llegar, así que no había tenido mucho tiempo para hablar con su pareja.

"Su pareja"

Ciertamente le gustaba como sonaba aquello. Tenía unos años coexistiendo al lado de Izana sin muchos problemas.
La llegada de su hijo había despertado ese instinto paternal en el moreno que conseguía enamorarla un poquito más cada día al verlo ser tan atento y en ocasiones, hasta cariñoso con su pequeño yo.

Entre los dos las cosas eran un poco complejas todavía, ya que él podía actuar como un caballero a su lado o ser indiferente a ella, salvo en las ocasiones que se trataba de su hijo.
Podía hacerla sentir como una reina a su lado, pero eso implicaba también que se podía comportar como un rey déspota con deseos de guerra, así que en esas ocasiones elegía mantener su distancia por el bien de su cordura.

Sin embargo, el torbellino emocional del muchacho ya no era tan caótico, conseguía estar estable durante un mayor tiempo y al solo verse los fines de semana, en serio que podía no ser un idiota todo el tiempo.
En su lugar, se comportaba adecuadamente, llegando a ser mucho más complaciente (y caliente) como esa mañana que frotaba con insistencia sus piernas velludas y le metía mano bajo la playera con efusividad.

—Hace mucho que no estás en casa...
Le acarició el cuello con los labios, paseando la nariz por el hueco de su clavícula, repartiendo pequeños besos como un fiero golden retriever jugando con su dueño.

Meterle mano a primera hora de la mañana era algo poco usual, ya que acostumbraban despertarse tarde y para cuando habían abierto un ojo, un pequeño niño saltaba entre ellos con tanta energía que el único método de supervivencia era hacerle el desayuno o encenderle el televisor hasta que ellos se hubiesen vestido para salir de casa.

—Tengo un par de condones esta vez...— Comenzó el manoseo bajo la sábana, pidiendo cortésmente su aprobación —No haré ruido
Izana le besó la oreja, sintiendo el ligero movimiento de desaprobación cuando ella se giró para verlo de frente con una leve risita
—Kuro está dormido...
Se excusó, dándole un pequeño beso que Izana no cortó, prolongandolo con insistencia mientras la atraía contra su cuerpo

—Vamos... Solo un poquito
Pidió nuevamente, pareciendo tan necesitado que le causó gracia.
Izana no era el tipo de hombre demasiado insistente, conseguía el sexo cuando lo quería, pero tenía tan bien manejados sus instintos que podía estar mirando un vídeo para adultos mientras comía palomitas como si mirara la teletienda.

—Kuro quiere ir a ese nuevo lugar, no debe tardar en despertarse
Se río sobre sus labios cuando los besos comenzaron a ir más allá, teniendo la lengua del moreno jugueteando con el borde de su labio inferior, mordiéndolo juguetonamente mientras insistía.

Podía sentirse por las nubes, comenzando a rosar con los dedos la entrepierna del moreno mientras Izana le besaba en el cuello con suma lentitud, gimiendole roncamente mientras le contaba entre dientes todo lo que quería hacerle sin ningún tipo de filtro, consiguiendo avergonzarla y calentarle algo más que la cabeza en el proceso.

Un hijo para IzanaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora