12- Problemas

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Estaba congelada, caminando torpemente delante de él con el metal punzante contra sus costillas.
El pánico haciéndose presente inmediatamente.

—Por favor, estoy embarazada
Dijo como último recurso, sin tener idea de qué era lo que estaba pasando.

—Por supuesto que estás embarazada, gaijin-san— Le pasó el brazo por los hombros para disimular —Las perras extranjeras que saltan sobre una verga siempre terminan siendo madres solteras
Se asustó, poniendo en alerta todos sus sentidos cuando comenzaron a acercarse al grupo de hombres que fumaban cerca de los puestos.

—Soy Japonesa, mis abuelos eran Filipinos, lo juro
Buscó en su bolsillo, mostrándole la identificación para que la dejara tranquila.

—No me importa si eres japonesa, estúpida— Regresó a su sitio la credencial, sacándole el dinero antes de regresarle la cartera —Tienes un puto bebé gaijin del bastardo Filipino

Le dió golpecitos en la cara, metiendo uno de los billetes en su pecho como si fuera una prostituta.
La risa de los muchachos sentados en el descansillo de un viejo edificio haciéndose mucho más perceptible entre más se acercaban.

—¿Es la perra de Izana o no?
Preguntó uno de ellos mientras el resto continuaban la bulla entre silbidos y comentarios vulgares.

—Por favor, déjame ir
Suplicó mientras el otro la empujaba con más fuerza por detener sus pasos.
—No te preocupes gaijin-san, solo queremos jugar contigo y tú pequeño bastardo un rato

Intentó gritar, sintiendo la mano del tipo cubriéndole la boca entre risas, burlándose de sus intentos de escapar.
La gente a su alrededor haciendo caso omiso de una mujer siendo arrastrada hacía lo que parecían un montón de pandilleros

—Mi hermano tiene seis meses en prisión porque se peleó con unos bastardos fuera de una licorería ¿Sabes quién lo dejó hecho mierda mientras la policía llegaba?— Le preguntó muy cerca del oído —¿Te suena de algo Tenjiku?

Ella no pudo decir nada, intentando ver algo que pudiera sacarle de aquella situación sin éxito alguno.

—Siento mucho lo de tu hermano, en serio
Sintió que iba a comenzar a llorar, desesperandose al verse justo delante de las escaleras con unos siete hombres sentados, algunos adolescentes y chicos más jóvenes también se encontraban ahí, sin saber muy bien lo que pasaba, mirándola de forma extraña, cómo si se preguntarán que tenía que ver una chica embarazada en los conflictos entre pandillas.

—Muy bien cabrones, ya fue suficiente
Dijo una voz firme masculina llegando junto a un carrito de compras.

_______ intentó darse vuelta, observando al muchacho rubio en traje de mecánico que había aparecido en su auxilio en el momento indicado.

—Draken...
Suspiró aliviada ella, alegrandose tanto por ver al futuro esposo de su cuñada.

—Métete en tus propios asuntos, cambia frenos
Amenazó el tipo que la retenía, sacando la navaja de su estómago para apuntarle al rubio, quién no titubeó ni por medio segundo.

—Mi novia está muy emocionada por conocer a su sobrino— Señaló el pequeño vientre de la muchacha —Así que mejor dejala en paz

Los otros hombres detrás de él comenzaron a murmurar
—Guang, ese tipo es de la Tokyo Manji, mejor dejala ir
Aconsejó uno de los adolescentes, dando dos pasos hacia atrás sin quitarle la vista de encima al más alto cuando dejó el carrito de compras y comenzó a masajear su cuello como si se preparara para pelear.

—¿Tokyo Manji?
Repitió otro de ellos, levantándose del descansillo y corriendo tan rápido como pudo.

—¿Qué no es la mano derecha del invencible Mikey?
Secundó otro, entrando como una rata a esconderse entre los callejones también.

Un hijo para IzanaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora