Secuelas

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  Imaginó tantas veces lo que diría en el momento que lo volviese a ver.

  Ahora lo tenía en frente y sus palabras se habían enmudecido. Soltó el agarre que unía su mano con la de Jimin y solo pudo decir — Dame un momento — caminó hasta él y con timidez lo saludó.

— ¿Dan?, ¿eres tú?

— Jungkookie...

— No lo puedo creer... ¿Qué haces aquí?

— Estoy de paso, pero... ¿Y tú?

— También lo estoy — sonreía genuinamente detallando el rostro más maduro del chico — has cambiado...

— Tú igual, eres un hombre ahora.

— ¿Trabajas en esto?

— Oh, sí. Hago todo tipo de accesorios tejidos, vengo por parte de la iglesia. Nos mandaron para participar en la feria que se hace en este mercadito.

— ¿Iglesia?, ¿seguiste los caminos de Dios?

— Afortunadamente sí, seguí sus caminos. ¿Qué hay de ti?

— También — sonrió — ahora formo parte de la iglesia de mi padre junto con Seokjin.

— ¡Oh! Eso eso es maravilloso, no olvido a Jinnie, ¿cómo está él?

— Está bien, tenemos una sastrería.

— Me alegra muchísimo — ambos se miraban y sonreían con cariño.

  Jungkook recordó dónde estaba y miró hacia atrás — Supongo que debe estar viendo otras mesas.

— ¿A quién buscas?

— A... Mi amigo. El que estaba conmigo hace unos minutos.

— No lo llegué a ver.

— Debe estar por ahí.

— Escucha, salgo en una hora. ¿Te gustaría almorzar conmigo?

  Asintió feliz y esperó a que Dan terminara su trabajo para después ir a un restaurante cercano.

  Miró la hora y se percató de que no había vuelto a ver a Jimin.

  Sacó el celular y lo llamó — ¿Sí? — contestó del otro lado.

— ¿Dónde estás?

— Oh, ¿notaste mi ausencia?

— ¿A dónde fuiste?

— Me vine al hotel...

— ¿Por qué?

— Me aburrí.

Jungkook le avisó que llegaría más tarde porque comería con Dan.

  Pidieron el menú y se dispusieron a degustar — Está todo muy delicioso.

— Pensé que no volvería a verte — dijo el rubio.

— En cambio yo tenía la esperanza de hacerlo algún día... No tuvimos tiempo ni de despedirnos.

  Dan sonrió y bajó la mirada — Eramos jóvenes.

— Aún lo somos — bromeó.

— ¿Qué haces en Ibiza?

— ¿Te acuerdas cuando eramos pequeños y decíamos que queríamos venir aquí? — ambos se regalaron otra sonrisa — no había podido hacerlo, así que solo vine...

— ¿Tu amigo es de la iglesia?

  Jungkook tragó saliva — Oh, no... Él no pertenece.

— Es raro que tengas amigos fuera de ese círculo. Debe ser alguien especial.

— Es solo un amigo — mintió cobardemente.

— Vale, lo entiendo.

  Algo pasaba que no podían dejar de mirarse y sonreirse de forma timida — Visítame en París.

— ¿Ahí vives?

— Ahí vivo...

— ¿Cuando?

— ¿Cuándo te irás de aquí?

— En una semana.

— Bueno, en una semana ve a verme. Mi vuelo de vuelta sale hoy.

— Creciste — dijo con nostalgia.

— Lo hice... Lo hicimos. Pero sigo siendo el mismo que conociste.

— Lo sé, lo veo en tus ojos — por encima de la mesa le tomó la mano y acarició sus nudillos — te eché mucho de menos.

— También yo a tí. Lamento la forma en la que nos dejamos de ver.

— No fue nuestra culpa...

— Así es.

— ¿Cómo está él?

— Está bien. Sigue siendo un hombre duro.

— ¿Y tú?

— Últimamente me he sentido perdido — confesó.

— Nada que Dios no pueda resolver — le consoló.

— Me he alejado de él.

— No lo permitas, vuelve a sus pies y pídele perdón. Dios es bueno.

— Me he vuelto un hombre de poca fe, Dan.

— Vuelve a creerle.

— Lo haré... Te prometo que lo buscaré — apretó el agarre de sus manos.

  Al finalizar la tarde se despidieron luego de hablar durante horas, prometiendo verse en una semana.

  Jungkook llegó al hotel y Jimin no estaba por ningún lado.

  Lo esperó hasta que escuchó unas voces afuera. Abrió la puerta justo en el momento en el que parecían próximos a besarse — Volviste... ¿Y él quién es? — no pudo evitar sentir celos pero no dijo nada al respecto.

Discutió con Jimin y decidieron no hablarse.

  Volvieron a París y cada quien se fue por su lado. Cómo si acabasen de terminar la relación que tenían.

Y tal vez eso sería lo mejor.

  Jimin estaba alejando a Jungkook de su propósito con Dios y eso no lo podía permitir.


   Las tkm.

París - Kookmin Donde viven las historias. Descúbrelo ahora