Tentación

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  Caminaba elegantemente mientras las cámaras y flashes iluminaban por todos lados. La gente murmuraba entre ella y señalaban las prendas que les gustaban; y yo estaba luciendo esa noche.

  Desde que llegué a París he trabajado duro en resaltar como un buen modelo, y ser cotizado por marcas famosas. Sin embargo había algo que no dejaba que mi dicha estuviese completa, y era Jeon Jungkook.

  No podía sacarlo de mi cabeza, y menos después de que me dijo que tenía sueños conmigo dónde me follaba.

  Esa noche al llegar a casa lo ví recostado en su Mercedes... Sonreí y caminé hacia él — Buenas noches, Jungkook.

— ¿Estás cansado?

— ¿Me necesitas? — dije sugerente.

— Demos una vuelta en mi carro, ¿quieres?

— Espérame cinco minutos que suba la maleta y me duche, ¿te parece?

  Asintió y yo corrí al departamento a darme un baño rápido y bajar de nuevo con una ropa más fresca.

  Tragó saliva y entró al auto, le seguí e hice lo mismo.

— ¿A dónde vamos?

— No lo sé, solo a hablar...

— Vale.

  Dimos vueltas por un rato sin decir nada — ¿Tú no bebes? — pregunté para romper el hielo.

— No lo hago.

— Yo sí, y justo ahora necesito una cerveza.

— Quisiera poder tomar una — en su voz se escuchaban las ganas contenidas que tenía de hacer tantas cosas y no podía.

— Solo házlo, no le pongas tanta mente.

— ¿Sabes quién es mi padre, verdad?

— Sí, pero él es él y tú eres tú. Tienes que vivir tu propia vida.

— No puedo bajarme en un depósito de licores o un bar, la gente me reconocería.

— Lo haré yo y pediré para ambos, no te preocupes — a unos metros había una licorería; ahí me bajé y pedí varias botellas para los dos.

  Manejar y beber no era buena idea así que esperanzado en que no se negara sugerí: — ¿Vamos a tu departamento? — pareció pensarlo pero al final aceptó.

  Nos dirigimos hasta allá y subimos.

  Por alguna razón mi corazón estaba acelerado, anticipando algo.

  Caminó libremente por su sala y abrió el primer botón que su camisa blanca tenía, sacó dos copas y me entregó una.

— ¿Cerveza en copas? — lo miré divertido.

— Es lo único que tengo, la usamos mi familia y yo al momento de tomar algún vino en referencia a la sangre de Jesús.

¿Qué?

— Ok — traté de no decir nada que lo hiciera sentir incómodo y acepté la copa. No era justo que la cagara ya que estaba haciendo el esfuerzo de acompañarme a beber.

  Salimos hasta donde tenía una terraza y nos sentamos en un gran sillón que nos permitía ver la ciudad.

— ¿Cómo estuvo tu día hoy? — no sabía qué carajos preguntar.

— Muy jodido — respondió y lo miré con cara de diversión y ojos muy abiertos.

— ¿Qué?

— Dijiste una mala palabra, ¿tienes permitido eso?

París - Kookmin Donde viven las historias. Descúbrelo ahora