Amor

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  Después de cenar nos sentamos un rato en la terraza que tenía la suit y aproveché para fumar un rato.

— Cada vez lo haces menos — dijo Jungkook refiriéndose a mi costumbre.

— Ocupas todo mi tiempo y energía. Aveces olvido que amo fumar — respondí dándole una calada.

  Él permanecía sentado mientras yo estaba apoyado en la baranda. Se acercó a mí y me tomó por la cintura dejando un beso en mi cuello desde atrás.

— Déjame intentarlo — le ofrecí el cigarrillo. No mentiré, se veía caliente con eso en sus largas manos.

— Vale, solo llévalo a tu boca e inhala un poco.

  Asintió e hizo lo que le dije comenzando a toser — Es horrible — se quejó — sabía mejor cuando lo probé de tu boca.

—  El vicio no es para todos — dije recuperando mi cigarrillo.

— Me gustan las cervezas pero esto... Esto no lo paso.

— Más para mí — le guiñé el ojo.

— Ya casi es media noche... — recostó su espalda a la baranda.

— ¿Te convertirás en lobo o algo similar?

— No... A menos que quieras que haga eso.

  Nos reímos — No he olvidado lo que dije, demonos una ducha y vayamos a la cama.

  Después de hacer eso, ambos estábamos acostados mirando al techo.

— No sé porque estoy nervioso.

— No te haré nada malo — no pude evitar soltar una carcajada.

— Es solo que... Todo lo que me haces me termina gustando.

— Eso es algo bueno. Esta vez haremos una dinámica.

— Vale, te sigo.

— Quiero que nos conozcamos mejor — ví de reojo que volteó a verme — ¿Cuál es tu comida favorita?

— Oh, no lo sé... Creo que me gusta la pasta, ¿y a tí?

— Me gusta mucho la carne, todo tipo de carne — lo miré sugerente y sus mejillas se pusieron rojas — pregúntame algo.

— ¿Cómo te llevas con tus padres?

— Excelente. Son amorosos y me apoyan en todo — al decirlo me arrepentí de inmediato porque pude haber sonado presumido, sabiendo que era algo que él no tenía.

— Me alegra mucho, de verdad.

— ¿Volviste a ver a ese chico que te gustaba cuando eras joven?

— No... Reconocería su rostro si lo viera de nuevo, pero nunca más nos topamos. Yo me fuí a Francia y él quedó en Corea.

— Ya veo... Significa qué sí viviste un tiempo allá.

— Nací en Francia, nos fuimos a Corea cuando yo tenía cuatro años y volvimos a París cuando cumplí los dieciséis.

— ¿Llegaste a saber si él sentía cosas por tí?

— Creo que era mi turno de preguntar — nos reímos pero yo tenía el corazón acelerado sintiéndome idiota por estar celoso de no haber sido el primero en absolutamente todo — tengo la idea de que sí. Él se ponía muy tímido conmigo, sus mejillas se tornaban rojas y era sumamente dulce; eso me volvía loco.

  Ya no quiero jugar.

— Entiendo, es una lástima que no se hayan vuelto a ver.

— Me habría gustado hablar ya siendo adultos.

París - Kookmin Donde viven las historias. Descúbrelo ahora