Prédestiné (Final alternativo)

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  El sonido de la puerta se escuchó y ahí me dí cuenta de que Jungkook se había ido. Lloré hasta quedarme dormido un par de horas después; cansado y sin lágrimas.

  Los gritos desgarradores de Taehyung me despertaron y con ojos hinchados salí a ver qué pasaba. Quedé paralizado al ver lo que jamás imaginé.

— ¡Llama una ambulancia! — Eunwoo se había suicidado en su bañera y mi mundo se terminó de desplomar cuando leí su carta de despedida.

  Avisarle a su familia fue una tarea muy dura, con esfuerzo sus padres viajaron a París y enterramos su cuerpo.

  En la lejanía detallé un cuerpo conocido, llevaba un gabán negro y un sombrero, tal como cuando lo conocí aquél día.

  No se acercó a mí, pero me reconfortó saber que estuvo ahí.

  Los días pasaron y compré mi pasaje para volver a Corea. Esperé que llegara tal vez a despedirse pero eso no pasó. Quizá fue lo mejor.

  Llegar nuevamente a mi casa, reencontrarme con mi familia y contarles mis sueños frustrados fue difícil. Sin embargo, ellos me ayudaron mucho.

Acudí a un psicólogo que me llevó a participar en charlas de personas que habían tenido eventos similares a los míos. Muchos se sorprendieron al saber que era un sobreviviente de un exorcismo y que mi exorcista también siguió vivo.

  Cada que pasaba por una iglesia pensaba en él... Poco a poco pude volver a dormir y aunque lo intenté, ninguna salida con chicos funcionó. Seguía atado a Jungkook.

  El sábado; cuando salí de la reunión del club, pasé por el templo que quedaba de camino a mi casa y las puertas estaban abiertas.

  Con curiosidad entré y me senté en las últimas bancas a escuchar el sermón de esa noche.

  Al terminar estuve a punto de irme pero un hombre se acercó a mí — ¿Eres nuevo, verdad?

  Con vergüenza asentí — Es la primera vez que me atrevo a pasar.

— Solo se necesita esa primera vez para que tu vida dé un giro... Eres bienvenido, estamos para lo que necesites.

  Me sorprendió que no me haya visto por encima de su hombro ni con desprecio por mi apariencia — ¿Lo dices en serio?

— ¿Por qué no?, todos somos merecedores del amor de Dios.

— Gracias — me entregó un folleto y me fui sintiéndome extraño. Tenía muchas ganas de llorar y de correr hacia los brazos de Jungkook.

  Llevaba meses sin encender un cigarrillo pero esa noche simplemente no pude contenerme más y en la primera tienda que ví, compré una caja de Malboro.

  Me senté en una banca luego de caminar hasta un sitio apto para fumadores y recordé que no tenía un encendedor.

  Miré hacia los lados y un hombre estaba fumando a algunos metros. Me acerqué — ¿Puedes encender mi cigarrillo?

  Estaba oscuro y no podía ver su rostro, su labio tenía un piercing muy atractivo que iluminaba gracias a la tenue luz de la luna.

  Sin sacar el cigarro de su boca tomó el mío y con su mismo fuego lo encendió. Por alguna razón dicho acto me puso nervioso y al mismo tiempo me pareció atractivo.

  Agradecí con una leve reverencia y volví a mi banca. El hombre se fué y me quedé solo.

  Me permití después de mucho, disfrutar de la nicotina y recordar los suaves labios de mi hombre sobre los míos. Y es que no importa cuánto o qué haya pasado, seguía deseando a Jungkook. Seguía amándolo y seguía extrañándolo.

París - Kookmin Donde viven las historias. Descúbrelo ahora