Cielo e infierno

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  Jungkook le tomó el ruedo al pantalón y ese mismo día me lo obsequió. Estaba deslumbrado por lo talentoso que era y pensaba que estaba desperdiciando su don solo en esa sastrería de trajes comunes, y no mostrando lo que en realidad sabía hacer.

 Volví a mi casa por la tarde después de haber estado juntos un rato. No hubo sexo, solo platicas y comida.

    A pesar de que quería tanto intimar con él... Creo que el castigo del cual me habló lo limitó en algunos aspectos.

Me parecía injusto que tuviese que vivir su vida de esa forma; bajo tantos impedimentos e imposiciones. Podía ver en sus ojos lo que quería y sabía que quería mucho más.

   Por eso me atreví a ingeniar algunas cosas...

   Llegué a la empresa de Alpha, dónde me hablarían del próximo evento al cual debía asistir. Me presenté vistiendo el traje que me hizo Jeon y podía ver cómo los ojos estaban en mí.

Caminé elegantemente hasta el salón donde estaríamos varios modelos esperando la información y una vez dada debíamos retirarnos.

- Park - me llamó uno de los directores.

- Señor.

- ¿Qué marca estás usando?

Eso...

- No es ninguna marca registrada, es una creación de un buen amigo, quien tiene una pequeña sastrería en el centro de París.

- ¿Se dedica a hacer este tipo de obras? - se acercó a ojear la tela y tocar los detalles y acabados.

- Este lo hizo en solo una semana, es sumamente talentoso.

- Lo puedo ver... ¿Podrías invitarlo a venir el sábado para el evento?

- Claro que sí, le diré - el director ejecutivo sonrió y trás una leve reverencia la cual imité; se retiró.

   Paso uno: Completado.

    Ahora solo faltaba seducirlo un poco más para que me diera lo que necesitaba.

   Saqué mi teléfono rumbo al taxi y le mandé un mensaje.

  "Pasa por mi departamento a lo que salgas del trabajo, por favor".

   Respondió con un simple "Ok".

   La noche cayó y sabía que pronto llegaría, así que me duché y coloqué un pijama de algodón muy suave sin nada debajo, junto a un camisón a juego.

Escuché el claxon de su Mercedes y salí a recibirlo. Aún estaba dentro del vehículo; me monté y le dí un beso directo a los labios - ¿Qué tal tu día?

- Cansado - no hacía falta que lo dijera, su rostro lo demostraba y eso solo lograba en mí querer cuidarlo más, aunque él fuese mucho mayor que yo - ¿Y el tuyo?

- Estuvo genial... ¿No quieres subir a mi habitación unos minutos?

- ¿Para qué?

Para rezar no es...

- Quiero mostrarte algo.

- Vale - asintió y apagó el motor.

    Subimos en silencio, agradecí que mis compañeros estuvieran en sus habitaciones a punto de dormir - Por aquí - lo guié y una vez dentro cerré con seguro.

- Lindo cuarto - halagó.

- Gracias, puedes sentarte en la cama mientras busco lo que te iba a mostrar.

    Se acomodó en la orilla e hizo crujir su cuello, demostrando lo agotado que estaba. Saqué un botecito de crema con olor suave y me acerqué a él para quitarle la camisa - ¿Qué haces? - preguntó divertido al verme abrir sus botones.

París - Kookmin Donde viven las historias. Descúbrelo ahora