Douleur

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  Mi cuarto se sentía tan vacío.

  Mi cama se sentía tan sola.

  No estaba a mi lado el fuerte cuerpo de Jungkook para que lo abrazara y me durmiera inhalando su olor.

  Odiaba el momento en el que llegué a visualizarnos como una pareja.

  Mi celular se encendió anunciando una llamada entrante. Era Christian.

La desvié sin ganas de hablar con nadie. Nuevamente estaba ese sentimiento de soledad en mí.

  ¿Buscarás hombres cada vez que no tenga tiempo para estar contigo?

Esas palabras me dolieron pero sentí que fue mi culpa por haberle confesado mi pasado.

  Alguien tocó suavemente la puerta — Pase... — dije sin energía.

  Taehyung se adentró a mi habitación y se sentó a mi lado — ¿Cómo la pasaste?

— Bien.

— ¿Y por qué tienes esa carita? — me acarició la mejilla y me tragué las ganas de llorar.

— Solo estoy cansado... ¿Dónde está Eunwoo?

— Fue por pizza — sonrió.

— Quisiera dormir una hora al menos.

— Vale, te despierto cuando llegue la comida.

— Muchas gracias.

Se levantó dispuesto a irse pero al tomar el pomo de la puerta volteó a verme — Sabes que puedes hablar conmigo cuando sea ¿Verdad?

— Sí... Gracias.

  Se fué.

  Me recosté en la cama y abracé mi fría almohada.

Antes de cerrar los ojos decidí llamar a mamá.

— Mi Jiminie...

— Mami — dije sin poder evitar romper en llanto al sentirme estúpido.

— ¿Qué pasó, mi vida?, ¿estás llorando?

— Te extraño.

— Yo también... Todos te extrañamos.

— Deseo que este año termine rápido para poder volver a casa.

— Aquí te esperamos con los brazos abiertos.

  Hablamos un par de minutos y nos despedimos.

¿Por qué tenía esa sensación de tristeza tan arraigada a mi cuerpo?

  Miré por un rato el número de Jungkook en mi pantalla y lo marqué.

  Timbró un par de veces y rechazó la llamada — ¿Es enserio?, ¿por ese chico me vas a hacer a un lado?

Finalmente me dormí y desperté al día siguiente. Ni siquiera cené.

  Me dirigí a la agencia donde el director me llamó — Tu amigo rechazó la oferta.

— ¿Qué?

— Sí, me escribió esta mañana. Dijo que no estaba interesado.

  No lo podía creer. Entendía que no quisiera estar conmigo, ¿pero perder una oportunidad así?

Salí luego de tres horas de información sobre el nuevo evento y me dirigí hasta su sastrería.

  Entré y como siempre me recibió su hermano con mala cara.

— ¿Qué necesitas?

— A Jungkook.

— Está ocupado.

— Pues que se desocupe, porque tengo que hablar con él.

  Seokjin se acercó y me sacó de la tienda por el brazo — Escucha, Jungkook decidió ponerse en penitencia en la iglesia. Algo malo tuvo que haber hecho contigo. Lo azotarán cómo lo hicieron con Jesús para poder perdonar sus pecados y eso solo ha sido tu culpa. te agradezco que no lo busques más.

  Sus palabras me dejaron helado. Jamás imaginé que una religión pudiera hacer tal mierda.

— Necesito hablarle... — dije con miedo de lo que le pudiese pasar.

— Él no quiere verte.

— Pero... Ayer estuvimos juntos. No puedo entender lo que pasó — sentía unas inmensas ganas de llorar.

— Es mejor que he vayas.

— ¡No! — grité enfurecido dejando salir la primera lágrima — ¡Si fué tan valiente como para decidir no verme más que venga y me lo diga en la cara!

— No hagas escándalo frente a nuestro negocio. Respeta.

— ¡Sál, maldito cobarde! — grité con todas mis fuerzas sintiendo mi garganta arder.

  La gente que pasaba nos miraba y murmuraba.

— Ya deja de gritar — me volvió a coger el brazo.

  Me solté abruptamente y levanté el dedo índice — No me vuelvas a tocar en tu puta vida... Por eso odio las religiones y su gente. Todos son unos malditos hipócritas. ¡Hipócrita de mierda! — exclamé con rencor.

La puerta se abrió dejando ver al culpable de mi enojo — ¿Qué es todo esto?

— ¿Todo esto?, — lo empujé por el pecho — ¿Un día me usas y al otro me desechas?, ¿no eres lo suficientemente hombre como para decirme en la cara que no quieres seguirme viendo?

— Jimin... Baja la voz, por favor.

— ¡¿Qué baje la voz?! Tu jodido hermano me sacó por el brazo — levanté la manga de mi camisa para mostrar sus dedos marcados en mi piel — estuvimos de viaje juntos... Volviste a ver a ese chico y ahora estás así conmigo — esto último me dolió mucho decirlo.

— Creo que lo mejor es que no nos sigamos viendo... Dan no tiene nada que ver, fue mi decisión.

— ¿Me estás jodiendo, verdad? — no podía dejar de llorar y me negaba a creer lo que estaba diciendo de forma tan fría.

— No. Solo caí en cuenta de que no eres bueno para mí. Debo conseguir el perdón de Dios y volver a sus pies.

— Eres un jodido infeliz... — me sequé las lágrimas con la tela de mi brazo y trás mirarlo me fuí.

  Corrí hasta detenerme unas cuadras adelante donde no pude más y lloré deslizando mi espalda por un árbol que yacía en un parque solitario.





  Jajajaja no se emputen.

París - Kookmin Donde viven las historias. Descúbrelo ahora