Tailleur

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   El sábado llegó y mientras miraba el resultado de mi imagen en el espejo, esperaba que Jungkook de verdad no fuese a faltar.

 
Despues de tener sexo esa noche hablamos sobre el evento y dijo que lo pensaría.

  El director entró al vestidor y se acercó a mí — Jimin, ¿tu amigo vino?

— No lo sé, debo buscarlo en el público.

— Vale, en cinco minutos salen.

  Yo no era el único modelo, habían más, pero imaginar los ojos negros de Jeon viéndome desfilar me ponía a hiperventilar.

Nos ordenaron salir y comenzar a lucir los trajes. Había bastante gente, entre ellos celebridades. No podía desenfocarme de mi trabajo por lo cual busqué a Jungkook disimuladamente y lo ví.

  Llevaba un sombrero que cubría casi la mitad de su rostro pero dejaba ver sus lindos labios rojizos. Lo reconocí de inmediato y me atreví a sonreír hacia él siendo correspondido con un curveo de comisuras.

  Tal vez eso me traería problemas ya que mi rostro debía permanecer neutro y yo sonreí por inercia.

  Al finalizar el evento el director se volvió a acercar — ¿Y tu amigo?

— Oh, él está... — en ese momento Jungkook llegó hasta mí — es él — lo señalé.

— Bonsoir, Monsieur (buenas noches, caballero) — saludó él director.

— Bonsoir, je m'appelle Jungkook ravi de vous rencontrer (buenas noches, me llamo Jungkook, es un placer)

— Park me mostró un diseño que hizo y quedé totalmente cautivado.

— ¿De verdad?, me alegro que le haya gustado. Fue un trabajo improvisado bajo un momento de inspiración.

— ¿Trabaja usted para alguna marca?

— Tengo una sastrería, pero no estoy con una casa de modas.

— ¿No le gustaría pertenecer a la casa de Christian Dior?, nos interesa tener a alguien como usted que brinde ideas y las ejecute con tan buena técnica y conocimientos.

  Jungkook me miró sorprendido y yo no podía hacer nada más que sonreir felíz. Ojalá acepte.

— Me halaga mucho su propuesta. Me gustaría pensarlo.

— El pago por ser nuestro diseñador es millonario, es una oportunidad que no se ve todos los días pero usted es muy talentoso.

— Muchísimas gracias.

— Tome mi tarjeta, si desea más información y llegar a un acuerdo me puede llamar.

— Así será — se dieron un apretón de manos. Podía ver las mejillas rojas de Jeon y su mirada estaba iluminada.

  Salimos del salón caminando uno al lado del otro hasta llegar al carro.

— Estuviste grandioso — me felicitó.

— Gracias, bebé.

  Se puso tímido por el apodo; al parecer le gustó — ¿Mostraste mi traje con esa intención?

— Puede ser... Eres jodidamente bueno.

— Dios... Esto es irreal, no puedo creer que me estén ofreciendo tal cosa.

Entramos a su carro y encendió el motor — ¿No lo quieres?

— Sí, es decir; sí lo quiero. Pero no es tan fácil, tengo compromisos en la iglesia, tengo el taller junto a Jin... Mi padre no me apoyará en esto.

— No necesitas el apoyo de nadie — dije comenzando a molestarme por siempre pensar en los demás y no en él — solo te necesitas a ti mismo, tienes el talento, la juventud y la energía. Ya basta de hacer tus deseos a un lado.

  Manejaba sin decir nada, pensando y procesando cada cosa que yo le decía.

— No sé que hacer — finalmente soltó después de unos minutos.

— Piénsalo mejor entonces.

  Miré por la ventanilla dándome cuenta de que no íbamos rumbo a mi casa o a la suya, él se dió cuenta de mi duda — Debo ir a la iglesia.

— ¿Ya te levantaron el castigo?

— Sí, tengo que dejar las velas encendidas nuevamente.

— Joder, ¿ya pasó un mes?

  Se rió — Ya casi, faltan algunos días pero decidieron darme la oportunidad.

— Increíble que no me haya aburrido de tí aún.

— ¿ Entonces no soy un hombre aburrido?

— De hecho no...

  Intercambiamos una mirada corta en complicidad y llegamos a su iglesia. Nos bajamos y él abrió las puertas dejándonos pasar. Ese lugar para mí era tan tétrico... Tantas sillas vacías frente a un templo; en el que adoran a la nada.

  Me senté a esperar que Jungkook hiciera su trabajo.

  Se desenvolvía cómodamente por todos lados, sacando velas y demás. Yo solo podía mirarlo y pensar lo mucho que me gustaba. Esa noche iba vestido elegante con un gabán largo hasta sus rodillas y una camisa cuello alto ceñida a sus pectorales grandes.

  Sacó un tarrito de aceite y mojó su dedo. No pude evitar pensar que quería ese digito dentro.

  Tocó algunas partes dejando la marca aceitosa — ¿Para qué haces eso? — pregunté curioso.

— Se llama ungir, estoy ungiendo puntos claves para que la presencia de Dios permanezca en esta casa.

Mejor no digo nada.

— ¿No me quieres ungir a mí? — dije sugerente y volteó a verme sonriendo.

— ¿Quieres que lo haga?

— Claro...

  Caminó hasta donde yo estaba sentado y tomó mi mano haciéndome parar. Untó su dedo nuevamente con el aceite y lo puso en mi frente haciendo circulitos en la zona. Me dejó descolocado porque esperaba un gesto sexual, sin embargo, lo que hizo fue muy dulce.

— Ojalá fueses una mujer — dijo y no pude evitar sentirme mal.

— ¿Qué hay de malo conmigo siendo un hombre?

— Que no es bien visto ante los ojos de Dios, la sociedad y la Iglesia... Todo sería más fácil si nos hubiésemos enamorado tú siendo una mujer.

Tragué saliva sintiendo unas extrañas ganas de llorar y asentí porque lastimosamente, tenía razón — Vale, estoy algo cansado, te espero en el auto.

  Lo dejé y me adentré al vehículo.

  Recosté la cabeza en el espaldar; inhalé y exhalé tratando de calmarme ya que Jungkook había tocado una tecla que hace mucho no me generaba inseguridad y era la de mi género.

  Nací siendo un hombre y siempre fui criticado por hacer cosas "de mujeres y para mujeres", el modelaje, el maquillaje y algunas prendas que aunque se veían "masculinas" en mí, eran diseñadas para el público femenino.

Mediante fui creciendo pensaba todos los días que hubiese sido más feliz si en vez de un pene tuviera una vagina, y eso me costó años de aceptación, hasta que llegué a un punto en dónde simplemente aprendí a vivir y lidiar con eso.

  No quedándome más remedio que ser llamado homosexual, saliendo con personas de mi mismo sexo pero sin lograr sentirme amado.

Refugiándome en el sexo y ofreciendo siempre eso para que se quedarán conmigo.

  Ahora que realmente me gustaba un hombre, me hacía salir de mi zona de confort y me mantenía interesado en él, no podía estar libremente conmigo.

  Y sí, tiene razón. Tal vez todo sería más fácil si yo hubiese nacido como una mujer.


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París - Kookmin Donde viven las historias. Descúbrelo ahora