Concupiscencia

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   Llevó sus manos a mi cintura y me hizo sentar sobre sus piernas — Jungkook — hablé respirando con dificultad — estás muy lastimado.

— Te necesito — dijo dejando besos sobre mi cuello.

— Tu labio está roto — me preocupaba mucho que le doliera. Tenía el belfo inferior hinchado y brotaba sangre de una esquina.

— Cúralo con tus besos — pidió.

  Temeroso me acerqué y dejé un beso sobre él. El sabor a sangre se hizo presente en mi boca pero no me importó. Lo chupé con cuidado de no lastimarlo más pero él no se contuvo y volvió nuestro sutil acercamiento en algo más apasionado y agresivo — Kook — gemí sobre su boca.

— Me haces tanta falta — decía mientras metía sus manos dentro de mi gran camisón, arañando la piel y pegándome más a su cuerpo.

  A pesar de que me preocupaba su estado no podía evitar excitarme ante sus ganas de tenerme. La forma en la que me tocaba, jadeaba y gruñía me tenían deleitado.

— Vamos a mi habitación — la película había quedado en el olvido. Jungkook me cargó y me llevó hasta ella; dejándome en la cama y subiendo de inmediato sobre mí. Me besaba y tocaba con desespero.

— Quiero hacerte mío — dijo levantando mi camisa para atacar mis pechos y comenzar a morderlos y chuparlos. Yo solo gemía y gemía con ganas de llorar.

  Bajó mi pantalón y quedé desnudo de esa parte. Mi camisón seguía arriba, no tenía nada más. ¿Qué pasará después de esto?, ¿se irá y no se despedirá?, ¿me pedirá no volver a vernos otra vez?, tenía tantas preguntas que sus besos lastimados hacían callar...

Sacó su falo duro de entre sus pantalones y lo presionó sobre mi entrada fruncida. Al notar que no entraba escupió sobre sus dedos y los metió para estirarme. Gemí sintiendo sus dígitos moverse dentro.

Me preparó por un par de minutos hasta que dijo: "no puedo esperar más". Lo metió de a poco hasta que estuvo adentro por completo y me sentí lleno — Oh Dios — gruñó moviendo sus caderas hacia atrás para sacarlo casi hasta el final. Puso sus palmas sobre el colchón y se levantó un poco para ver cómo entraba y salía de mi culo. Lo metía muy lento y lo sacaba dejando únicamente la punta dentro — me recibes tan bien...

  Sentir cada centímetro entrar me hacía contraer cada músculo. Mi polla goteaba pre semen que rodaba desde mi glande hasta mis bolas y de ahí bajaba hasta mi culo regalándonos una exquisita lubricación que se mezclaba con la de su pene.

Ambos estábamos tan excitados que la fricción volvía densos nuestros fluidos y de transparentes pasaban a un color blanco — quédate conmigo — dije en un gemido.

— Lo haré... Me quedaré contigo — dió una embestida certera que me hizo gritar y tornar mis ojos blancos. Lo volvió a retirar casi hasta la punta y embistió duro de nuevo, aumentando progresivamente la velocidad hasta tenerme de piernas abiertas dándome sin detenerse.

  Lo ayudé a quitarse la camisa y las heridas en su cuerpo me hicieron sentir afligido. Lo hice acostar para subirme sobre él y terminar de retirar su pantalón, para luego besar cada una de sus marcas y montar su polla como tanto le gustaba — no te muevas — dije cayendo de lleno — no quiero que te lastimes. Yo lo haré — apretó mis nalgas y coloqué cada mano al lado de su cabeza para comenzar a mover mis glúteos; rebotando sobre su falo. Lo único que movía eran mis caderas, cubriendo una y otra vez su duro miembro. Sintiendo como golpeaba mi próstata.

  Bajé el pecho solo un poco para ofrecerle mis pezones y los tomó con sus ojos cerrados para jugar con ellos mientras yo seguía mi labor y lo cabalgaba sin parar.

París - Kookmin Donde viven las historias. Descúbrelo ahora