Pasado

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— Dame un segundo — fueron sus palabras antes de caminar unos pasos adelante y dejarme en medio de la calle.

  No me importa quien sea él ni cuánto tiempo lleve sin verlo; yo soy su compañía en este viaje. Debía al menos llevarme si solo iba a saludar.

  ¿Merecía yo dicho trato?

Lo ví acercarse al chico e intercambiar un par de palabras antes de darse un abrazo; que a mí parecer estaba cargado de nostalgia entre ellos.

  Pasaron cinco minutos en los que seguían hablando y Jungkook no volteó ni una sola vez a verme, ¿qué hice?

  Así como llegué; me fuí.

  Si necesitaba su espacio y privacidad lo tendría.

  Detuve un taxi y le mostré en mi celular la dirección y un texto escrito con el traductor donde le decía hasta donde iba.

  Mi pierna sufría un tip nervioso y no paraba de moverla contra el piso del carro. Estaba estresado, celoso y molesto.

  Es decir; si yo voy a saludar a un amigo no tengo porqué dejar a Jungkook solo. Eso fué terriblemente grosero.

  Lo único que me tranquilizaba era que por la noche nos íbamos de vuelta a París.

Al llegar saqué de mi cartera algunos billetes que había cambiado a Euros y le pagué al taxista, dándole un torpe "gracias"

  Mi reloj marcaba las once de la mañana, ¿qué más debía hacer?

  Cuando iban a ser las doce mi teléfono sonó. Contesté como si nada hubiese pasado — ¿Sí?

— ¿Dónde estás?

— Oh, ¿notaste mi ausencia?

— ¿A dónde fuiste?

— Volví al hotel.

— ¿Por qué?

— Me aburrí — mentí.

— Vale... Llegaré en un rato más, asegúrate de tener tu bolso listo para el vuelo. Salimos a las siete.

¿Qué mierda dijo?

— ¿No vienes aún? — joder, estaba controlando mi furia.

— Dan me invitó a almorzar, iré después de eso al hotel.

  Me tenía que estar jodiendo...

— Ok — no dije nada más pero quería insultarlo a él, a su madre, a su padre y al hermano.

  Bajé al restaurante del hotel y pedí algo de comida. Aunque sinceramente el hambre se me había ido al carajo.

  Luego salí a la playa, me puse un bañador y entré al agua.

  El toldo que habíamos alquilado seguía siendo nuestro, ya que lo pagamos por los días que estaríamos ahí.

  Pedí cervezas y comencé a beber mientras veía a la gente pasar y calmaba mis emociones.

  A lo lejos había un hombre que no me quitaba la mirada de encima. Bajé mis lentes de sol y lo miré: alto, musculoso y con una leve barba. Debía ser europeo.

  Se acercó a mi toldo y dijo "¿Estás solo?" Su acento era como el de la gente de aquí. Respondí " I don't speak spanish" en un intento de hablar inglés.

— ¿Eres coreano? — preguntó en mi idioma y eso definitivamente me dejó impresionado.

— ¿Cómo es que tú lo hablas tan bien?

París - Kookmin Donde viven las historias. Descúbrelo ahora