Sauveur

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   Me pregunté: "¿Por qué soy yo siempre buscándolo?". Nunca era él quien me buscaba a mí y ahora de nuevo estaba frente a su puerta. Mendigando un poco de su tiempo; mendigando una respuesta y dejando mi orgullo a un lado.

— ¿Puedo pasar? — pregunté sintiendo todo mi cuerpo temblar debido al frío.

  Se hizo a un lado y me permitió acceder.

— Perdón si te desperté.

— No estaba dormido — dejó su celular sobre la mesa y caminó hacia la cocina a buscar algo. Ví de reojo una caja de cigarrillos sobre un estante y me pareció sumamente raro — ¿Café? — preguntó y sinceramente yo había bebido demasiado. No sabía si sería buena idea tomar ahora café.

— No, gracias.

  Salió de la cocina con una taza y se sentó en el mueble, alentándome a hacerlo también en el que estaba frente a él.

— Estás ebrio, ¿no?

— No tanto — dije y me reí inconscientemente. Él también lo hizo.

— ¿Cómo estás?

— Bien... ¿Y tú?

— Estoy — dijo solamente.

  Suspiré nervioso — Lamento venir tan tarde.

— ¿Estabas de fiesta?

— Algo así.

— Entiendo.

  ¿Debería decirle que ví a Dan?

— Te he echado de menos... — fue lo que salió de mi boca.

  Exhaló profundo pero no dijo nada.

— ¿Cómo están tus heridas?

— Han sanado...

— ¿Puedo ver? — asintió y me acerqué a levantar su camisa. Mis manos temblaban y su sola presencia me hacía sentir cohibido; cómo si yo hubiese sido el que hizo algo mal.

  En su espalda habían algunas cicatrices y marcas de los azotes que le habían dado. Fue imposible no sentirme triste.

— Estoy bien — dijo en un susurro.

  Me puse sobre mis rodillas frente a él para mirarlo — ¿De verdad quieres esto?

Evitaba a toda costa el contacto visual — Es mi destino...

— No lo es — tomé su barbilla para que me mirara — no eres feliz...

— ¿Qué esperas de mí?

— No espero nada... Pero me importas más de lo que puedo asimilar y me duele tu dolor.

— No puedo darte lo que deseas ni lo que necesitas.

— No te estoy pidiendo nada para mí, te estoy pidiendo algo para ti... Quiero verte sonreír todos los días y si... — tragué saliva sintiendo mis ojos arder — y si tu bienestar y paz está quedándote con él, yo te apoyaré y te veré a la distancia sintiéndome bien porque tú lo estás.

  Nuevamente no dijo nada. Así que tomé su silencio como una respuesta.

  Me levanté y suspiré — Perdón nuevamente por venir.

Caminé hacia la salida y a pocos minutos de haber llegado, ya me estaba yendo. Sentía un nudo en la garganta y una voz en mi consciencia me repetía en todos los idiomas posibles que yo era un estúpido.

  No me siguió ni impidió que me fuera. Parecía, más bien, estar batallando internamente. Cogí otro taxi y me dirigí al edificio.

Todo estaba en silencio y mis compañeros dormían. Me desvestí y duché para después obligarme a mí mismo a quedarme dormido.

  No sé que hora era cuando desperté pero el dolor en mi corazón era más intenso que el de mi cabeza.

Salí a ver qué medicamento conseguía y me di cuenta de que estaba solo en casa; ni Taehyung ni Eunwoo estaban. Bebí las pastillas y me preparé algo de ramen.

Finalmente, pude mirar el reloj y descubrir que eran más de las cinco de la tarde del otro día. Nunca había dormido tanto.

  Aproveché para limpiar un poco y encendí el televisor de la sala buscando una película, ya casi por ser las nueve de la noche.

Desde niño odié ver películas solo; esa sería la primera vez que lo hacía. Le di play junto a una bolsa de frituras que tenía siglos sin comer debido a mis dietas y las imágenes se comenzaron a reproducir.

  Al principio parecía una película llanamente de suspenso pero me estaba haciendo cagar de miedo y mirar paranoico a los lados.

  La mujer estaba sola con unos niños en una mansión bastante alejada y recibía llamadas constantes de un extraño quien no hablaba. Solo podía escuchar su respiración y eso le aterraba.

Llamó a la policía para pedir ayuda y ellos rastrearon el lugar de donde provenían las llamadas y resultó ser desde su misma casa. Un asesino los acechaba desde el interior de la mansión; jugando con sus emociones para después cometer el homicidio.

La niñera trataba de esconder a los niños mientras se enfrentaba al extraño que la perseguía para realizar su cometido y yo abrazaba mis piernas sintiendo mi corazón latir rápido.

  Estaba cubierto por completo con mi manta y las luces estaban apagadas.

La bolsa de frituras cayó al piso logrando que soltara un grito aterrorizado.

  El hombre tomó por el pelo a la chica y comenzó a arrastrarla fuera de la casa.

Tres golpes fuertes se escucharon en la puerta logrando que todo mi cuerpo temblara y con miedo mientras la música de suspenso se escuchaba en los altavoces, me acerqué.

  Tomé con precaución un adorno de la sala y abrí la puerta rápidamente dispuesto a golpear a quien estuviera del otro lado.

  Mis ojos se abrieron al ver la sangre y heridas que su rostro traían.

— No supe a dónde más ir... — dijo con visible dolor.

  Con mi corazón corriendo como tren lo hice pasar hasta sentarlo en el sofá — ¡¿Qué te pasó?!

— No quiero seguir con esto... No quiero vivir así.

— ¿Por qué estás lastimado?, ¿quién te lo hizo? — era imposible no llorar. Estaba tan herido.

— Papá...

— No puedes permitirlo más... No más, Jungkook — comencé a besar todos los hematomas que tenía en el rostro mientras mis lágrimas y las suyas se mezclaban — no quiero verte así... Me duele mucho.

— Te necesito... Te necesito tanto — me miró mientras mis manos sostenían su cara — eres lo único bueno que me ha pasado... Siento que no te merezco.

— No digas eso... Yo estoy aquí, ¿lo ves?, yo no me he ido. Sigo aquí, contigo.

— Sálvame, Jimin.




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París - Kookmin Donde viven las historias. Descúbrelo ahora